martes, 1 de octubre de 2019

Tras los ataques a Arabia Saudí, Rusia gana presencia en la región

LONDRES.- En las dos semanas transcurridas desde que unos ataques atribuidos a misiles o aviones teledirigidos paralizaron la mitad de la producción de petróleo de Arabia Saudí, el país que más hábilmente se ha movido para posicionarse en una posición ventajosa ha sido Rusia. 

Pocas horas después de los ataques, el organismo exportador estatal de armas de Moscú dijo que mantendría conversaciones con países de Oriente Próximo sobre la venta de nuevos sistemas de armas antidrone, un mercado tradicionalmente dominado por Estados Unidos.
El próximo mes, el presidente Vladimir Putin visitará Arabia Saudí y el Golfo Pérsico, lo que supondrá una oportunidad para profundizar la cooperación en materia de energía y petróleo, estimular la inversión y promover el grupo de armamento antiaéreo ruso Pantsir, el arsenal que la empresa estatal de exportación exhibirá en el Salón Aeronáutico de Dubai en el mes de noviembre.
“Los recientes acontecimientos en el mundo han demostrado que la lucha eficaz contra los vehículos aéreos no tripulados de reconocimiento y de ataque, así como contra otras armas de ataque aéreo, es cada vez más importante para garantizar la protección de las instalaciones de alta prioridad”, dijo Rosoboronexport en un comunicado de prensa publicado días después de los ataques saudíes.
En gran medida, las maniobras de Moscú reflejan oportunismo, ya que Putin rara vez pierde la oportunidad de exponer cualquier deficiencia percibida de Estados Unidos o de acosar a sus rivales.
Pero también pone de relieve su creciente interés por proyectar su influencia en la región, aprovechando el papel que Moscú ha desempeñado al apuntalar a Bashar al-Assad en Siria, relacionándose al mismo tiempo tanto con Israel como con Irán, y vendiendo sistemas de misiles a Turquía, miembro de la OTAN, a pesar de las objeciones de Estados Unidos.
En una conferencia de prensa en Ankara el 16 de septiembre, donde Putin asistió a una cumbre con los presidentes de Turquía e Irán, era patente la confianza con la que se desenvolvía, al tiempo que lanzaba un dardo a Estados Unidos, que vende el sistema de defensa antimisiles Patriot a los saudíes, al decir que Riad haría mejor comprando este tipo de armas a Moscú.
“Todo lo que tienen que hacer los líderes políticos de Arabia Saudí es tomar una sabia decisión, como hizo Irán al comprar el sistema de misiles S-300, y como hizo el presidente Erdogan cuando compró el último sistema antiaéreo S-400 Triumph de Rusia”, dijo, provocando las risitas del presidente Hassan Rouhani que se encontraba junto a él.
Para los observadores de Moscú, la intención es clara.
“Rusia se está posicionando como un actor sistémico en Oriente Próximo, lo que significa que el Kremlin no dejará ningún “problema” grande o pequeño sin tocar”, dijo Mathieu Boulegue, investigador del programa Rusia y Eurasia del Royal Institute of International Affairs de Londres.
“Quieren estar en todas partes y meterse en todo para convertirse en un actor indispensable”, dijo, señalando que su ambición final es convertirse en un “ moldeador de reglas “ para la región. 
Si bien el proceso ha estado en marcha desde que Putin envió tropas a Siria en 2015, ha ganado fuerza a medida que Estados Unidos se ha retirado, primero después de que el presidente Barack Obama evitara un compromiso más firme en Siria, a pesar de las pruebas del uso de armas químicas por parte de Assad, y luego ante el lenguaje duro pero carente de medidas concretas de Donald Trump respecto a la región.
El último ejemplo de ello son los ataques saudíes, de los que Trump ha acusado a Irán. Después de decir inicialmente que Washington estaba “con el gatillo preparado” para tomar represalias, se ha abstenido de dar una respuesta contundente, optando por endurecer aún más las sanciones contra Teherán.
Este escenario plantea la cuestión de si Estados Unidos está dispuestos a utilizar su poderío militar para defender a Riad, su aliado árabe más cercano, dejando un vacío que puede jugar a favor de Rusia.
“Si yo fuera los saudíes, estaría abriéndome camino hacia Moscú, abriéndome camino hacia Pekín, para encontrar a alguien más fiable que Estados Unidos”, dijo Kori Schake, subdirectora general del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos y ex directora de estrategia de defensa en el Consejo de Seguridad Nacional.
“Hay oportunidades para que Rusia coseche su inversión en Siria”, dijo. “Mostrar que están dispuestos a correr un riesgo que los países de Occidente no.... puede ser reconfortante para el reino de Arabia Saudí en este momento.”
Schake y otros enfatizan que, con todo, falta mucho paa que Putin sustituya a Estados Unidos como garante general de la seguridad en el Golfo Pérsico, un papel que Washington ha desempeñado desde la década de 1950. 
También es cierto que a Putin no le faltan problemas en su país, donde se encuentra bajo presión para elevar el nivel de vida, diversificar la economía más allá del petróleo y mejorar el crecimiento.
Pero este proeso sí le recuerda al mundo que Rusia mantiene su alcance geopolítico y su disposición a actuar. Incluso en Europa, donde desde la anexión de Crimea en 2014 se ha hecho la vista gorda a Moscú, hay indicios de un cambio. 
En las últimas semanas, el presidente francés Emmanuel Macron ha encabezado los llamamientos para que Europa y Rusia colaboren más estrechamente, aunque ha subrayado que las sanciones de la UE, impuestas tras la toma de Crimea, no deberían levantarse hasta que Rusia tome medidas para resolver sus disputas con Ucrania.
“Ha llegado el momento de trabajar para reducir la desconfianza entre Rusia y Europa, que deberían ser socios a nivel estratégico y económico”, dijo este mes el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian.
Ese punto de vista fue reforzado por el embajador de la UE en Moscú, quien escribió en un mensaje que los líderes de la UE tenían que ser “pragmáticos” en su relación con Rusia, de acuerdo con el Financial Times.
Finlandia, que ostenta la presidencia de turno de la UE y comparte una frontera de 1.340 kilómetros con Rusia, lleva mucho tiempo transmitiendo el mismo mensaje, argumentando que la reanudación de los contactos con Moscú ofrece más oportunidades a largo plazo que el aislamiento.
Las posibilidades de un cambio rápido de postura por parte de la UE son escasas, dada la firme oposición de Polonia y los Estados bálticos. Pero el número de Estados de la UE que se inclinan por un planteamiento más pragmático está creciendo, según afirman responsables europeos.
Desde la perspectiva de Moscú, Rusia puede sentirse alentada por el sentimiento de que está avanzando en tres frentes críticos: ampliar los lazos comerciales y de inversión con China, ejercer su influencia en Oriente Próximo y reconstruir los lazos en Europa. 
Para la administración Trump, que ha centrado gran parte de su energía reciente en la disputa comercial con China, los analistas dicen que el escenario actual es un recordatorio del peligro de no participar plenamente en rincones del mundo donde están en juego intereses de Estados Unidos.
“La experiencia rusa demuestra claramente el precio de dejar un vacío y proyectar una voluntad ambigua”, escribió este mes Anna Borshchevskaya, investigadora principal del Instituto Washington, refiriéndose en particular a Siria.
“Rusia a menudo gana simplemente porque Estados Unidos es demasiado reacio a tomar riesgos”.

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