LONDRES.- En las dos semanas transcurridas desde que unos ataques atribuidos a
misiles o aviones teledirigidos paralizaron la mitad de la producción de
petróleo de Arabia Saudí, el país que más hábilmente se ha movido para
posicionarse en una posición ventajosa ha sido Rusia.
Pocas horas después de los ataques, el organismo exportador estatal
de armas de Moscú dijo que mantendría conversaciones con países de
Oriente Próximo sobre la venta de nuevos sistemas de armas antidrone, un
mercado tradicionalmente dominado por Estados Unidos.
El próximo
mes, el presidente Vladimir Putin visitará Arabia Saudí y el Golfo
Pérsico, lo que supondrá una oportunidad para profundizar la cooperación
en materia de energía y petróleo, estimular la inversión y promover el
grupo de armamento antiaéreo ruso Pantsir, el arsenal que la empresa
estatal de exportación exhibirá en el Salón Aeronáutico de Dubai en el
mes de noviembre.
“Los recientes acontecimientos en el mundo han
demostrado que la lucha eficaz contra los vehículos aéreos no tripulados
de reconocimiento y de ataque, así como contra otras armas de ataque
aéreo, es cada vez más importante para garantizar la protección de las
instalaciones de alta prioridad”, dijo Rosoboronexport en un comunicado
de prensa publicado días después de los ataques saudíes.
En gran
medida, las maniobras de Moscú reflejan oportunismo, ya que Putin rara
vez pierde la oportunidad de exponer cualquier deficiencia percibida de
Estados Unidos o de acosar a sus rivales.
Pero también pone de
relieve su creciente interés por proyectar su influencia en la región,
aprovechando el papel que Moscú ha desempeñado al apuntalar a Bashar
al-Assad en Siria, relacionándose al mismo tiempo tanto con Israel como
con Irán, y vendiendo sistemas de misiles a Turquía, miembro de la OTAN,
a pesar de las objeciones de Estados Unidos.
En una
conferencia de prensa en Ankara el 16 de septiembre, donde Putin asistió
a una cumbre con los presidentes de Turquía e Irán, era patente la
confianza con la que se desenvolvía, al tiempo que lanzaba un dardo a
Estados Unidos, que vende el sistema de defensa antimisiles Patriot a
los saudíes, al decir que Riad haría mejor comprando este tipo de armas a
Moscú.
“Todo lo que tienen que hacer los líderes políticos de
Arabia Saudí es tomar una sabia decisión, como hizo Irán al comprar el
sistema de misiles S-300, y como hizo el presidente Erdogan cuando
compró el último sistema antiaéreo S-400 Triumph de Rusia”, dijo,
provocando las risitas del presidente Hassan Rouhani que se encontraba
junto a él.
Para los observadores de Moscú, la intención es clara.
“Rusia
se está posicionando como un actor sistémico en Oriente Próximo, lo que
significa que el Kremlin no dejará ningún “problema” grande o pequeño
sin tocar”, dijo Mathieu Boulegue, investigador del programa Rusia y
Eurasia del Royal Institute of International Affairs de Londres.
“Quieren
estar en todas partes y meterse en todo para convertirse en un actor
indispensable”, dijo, señalando que su ambición final es convertirse en
un “ moldeador de reglas “ para la región.
Si bien el proceso ha estado en marcha desde que Putin envió tropas a
Siria en 2015, ha ganado fuerza a medida que Estados Unidos se ha
retirado, primero después de que el presidente Barack Obama evitara un
compromiso más firme en Siria, a pesar de las pruebas del uso de armas
químicas por parte de Assad, y luego ante el lenguaje duro pero carente
de medidas concretas de Donald Trump respecto a la región.
El
último ejemplo de ello son los ataques saudíes, de los que Trump ha
acusado a Irán. Después de decir inicialmente que Washington estaba “con
el gatillo preparado” para tomar represalias, se ha abstenido de dar
una respuesta contundente, optando por endurecer aún más las sanciones
contra Teherán.
Este escenario plantea la cuestión de si Estados
Unidos está dispuestos a utilizar su poderío militar para defender a
Riad, su aliado árabe más cercano, dejando un vacío que puede jugar a
favor de Rusia.
“Si yo fuera los saudíes, estaría abriéndome
camino hacia Moscú, abriéndome camino hacia Pekín, para encontrar a
alguien más fiable que Estados Unidos”, dijo Kori Schake, subdirectora
general del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos y ex
directora de estrategia de defensa en el Consejo de Seguridad Nacional.
“Hay
oportunidades para que Rusia coseche su inversión en Siria”, dijo.
“Mostrar que están dispuestos a correr un riesgo que los países de
Occidente no.... puede ser reconfortante para el reino de Arabia Saudí
en este momento.”
Schake y otros enfatizan que, con todo, falta
mucho paa que Putin sustituya a Estados Unidos como garante general de
la seguridad en el Golfo Pérsico, un papel que Washington ha desempeñado
desde la década de 1950.
También es cierto que a Putin no le faltan
problemas en su país, donde se encuentra bajo presión para elevar el
nivel de vida, diversificar la economía más allá del petróleo y mejorar
el crecimiento.
Pero este proeso sí le recuerda al mundo que
Rusia mantiene su alcance geopolítico y su disposición a actuar. Incluso
en Europa, donde desde la anexión de Crimea en 2014 se ha hecho la
vista gorda a Moscú, hay indicios de un cambio.
En las últimas semanas, el presidente francés Emmanuel Macron ha
encabezado los llamamientos para que Europa y Rusia colaboren más
estrechamente, aunque ha subrayado que las sanciones de la UE, impuestas
tras la toma de Crimea, no deberían levantarse hasta que Rusia tome
medidas para resolver sus disputas con Ucrania.
“Ha llegado el
momento de trabajar para reducir la desconfianza entre Rusia y Europa,
que deberían ser socios a nivel estratégico y económico”, dijo este mes
el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian.
Ese
punto de vista fue reforzado por el embajador de la UE en Moscú, quien
escribió en un mensaje que los líderes de la UE tenían que ser
“pragmáticos” en su relación con Rusia, de acuerdo con el Financial
Times.
Finlandia, que ostenta la presidencia de turno de la UE y
comparte una frontera de 1.340 kilómetros con Rusia, lleva mucho tiempo
transmitiendo el mismo mensaje, argumentando que la reanudación de los
contactos con Moscú ofrece más oportunidades a largo plazo que el
aislamiento.
Las posibilidades de un cambio rápido de postura por
parte de la UE son escasas, dada la firme oposición de Polonia y los
Estados bálticos. Pero el número de Estados de la UE que se inclinan por
un planteamiento más pragmático está creciendo, según afirman
responsables europeos.
Desde la perspectiva de Moscú, Rusia puede
sentirse alentada por el sentimiento de que está avanzando en tres
frentes críticos: ampliar los lazos comerciales y de inversión con
China, ejercer su influencia en Oriente Próximo y reconstruir los lazos
en Europa.
Para la administración Trump, que ha centrado gran parte de su
energía reciente en la disputa comercial con China, los analistas dicen
que el escenario actual es un recordatorio del peligro de no participar
plenamente en rincones del mundo donde están en juego intereses de
Estados Unidos.
“La experiencia rusa demuestra claramente el
precio de dejar un vacío y proyectar una voluntad ambigua”, escribió
este mes Anna Borshchevskaya, investigadora principal del Instituto
Washington, refiriéndose en particular a Siria.
“Rusia a menudo gana simplemente porque Estados Unidos es demasiado reacio a tomar riesgos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario