NUEVA YORK.- El petróleo, el
sustento de muchos países que lo producen y venden, se ha convertido con
rapidez en una maldición económica. Hace un año, el precio
internacional por barril de petróleo era de aproximadamente $103. Estos
días está en unos $48.
En
Iraq, donde tienen petróleo pero también la constante amenaza de
insurgentes del Estado Islámico e ideologías políticas sectarias y
rebeldes, surgió una nueva causa de inestabilidad este mes cuando se
originaron protestas violentas porque el gobierno no ha logrado ofrecer
servicios confiables de electricidad ni ha explicado qué hizo con todo
el dinero del petróleo que prometió.
En Rusia, uno de los
principales productores de petróleo, los consumidores ahora pagan mucho
más por las importaciones, en gran medida debido a que el valor de su
moneda se ha desplomado.
En Nigeria y Venezuela, que dependen
casi por completo de las exportaciones de petróleo, aumenta el temor de
inestabilidad económica y conflictos.
En Ecuador, donde las
utilidades por la venta de petróleo han caído casi a la mitad desde el
año pasado, decenas de miles de manifestantes llenan las calles cada
semana, furiosos ante la política económica del gobierno.
Incluso
Arabia Saudita, un país rico en que la familia en el poder gasta el
dinero del petróleo sin restricciones para mantener su legitimidad, el
gobierno ha consumido unos $10,000 millones al mes provenientes de
valores en divisas para pagar gastos, y solicitó préstamos en los
mercados financieros por primera vez desde el 2007. Otros países árabes
del Golfo Pérsico que dependen de las exportaciones de petróleo, como
Kuwait, Omán y Bahrein, enfrentan déficits fiscales por primera vez en
dos décadas.
Aunque el precio está a la baja desde hace meses, los
pronósticos siempre se han basado en la hipótesis de que el petróleo
logrará estabilizarse en algún momento, o al menos el precio no se
mantendrá en un nivel bajo por mucho tiempo. Pero debido al reciente
descontrol por los problemas de China, el consumidor más voraz de
energía del mundo, ha surgido el temor de que el precio del petróleo,
que en la actualidad es 30 por ciento menor que hace sólo unos meses,
podría mantenerse en un nivel bajo por mucho más tiempo del que
esperaban incluso las proyecciones más pesimistas, y causar un daño
todavía mayor a los exportadores de petróleo.
“Estos países sufren
mucho”, indicó René G. Ortiz, ex secretario general de la Organización
de Países Exportadores de Petróleo y antiguo ministro de Energía de
Ecuador. “Estos países tenían la ilusión de que los precios bajos se
mantendrían por un plazo muy breve”.
Ortiz calculó que los
principales países exportadores de petróleo han perdido en total $1
billón en ventas a consecuencia de la caída del precio durante el año
pasado.
“La evidente debilidad de la economía china se extiende
hacia el resto del mundo”, afirmó Daniel Yergin, vicepresidente de IHS,
empresa líder en información de mercados y autor de dos libros seminales
sobre la historia de la industria del petróleo, The Prize y The Quest.
“Muchísimos
productores que pasaban por una buena época dependían más de lo que
creían del crecimiento de la economía china”, señaló Yergin. “Estamos en
medio de una conmoción petrolera”.
Aunque la caída del petróleo
ha afectado más directamente a los exportadores de petróleo, también es
posible que marque un nuevo periodo de problemas económicos globales,
una preocupación que ya se hizo evidente en la revolución de los
mercados de valores.
La caída del precio del petróleo también ha
desempeñado un papel indirecto en el curso de la guerra civil de Siria y
otros puntos de tensión global. Según algunos analistas, los países que
antes podían utilizar su riqueza petrolera para obtener alguna ventaja,
como Rusia, Irán y Arabia Saudita, ya no tienen tanta influencia. Irán,
que llegó a declarar que sobreviviría el embargo antinuclear de su
petróleo por parte de Occidente, parece haber pensado mejor esa
predicción y llegó a un acuerdo sobre sus actividades nucleares en
julio.
Por supuesto, cuando los precios del petróleo son más
bajos, también hay ciertas ventajas económicas. El hogar estadounidense
promedio, por ejemplo, compra 1,200 galones de gasolina cada año y cada
galón de gasolina, en promedio, se vendió la mayor parte de este año por
alrededor de un dólar menos que en 2014.
Pero aunque tener un
precio de petróleo más bajo estimula las economías de los países
consumidores, una caída prolongada trae consigo muchas consecuencias
imprevistas. En primer lugar, la debilidad económica de los países en
vías de desarrollo que compran cada vez más mercancía a los Estados
Unidos y otros países del mundo industrializado.
Es evidente desde
hace tiempo que hay un exceso en la oferta, debido en parte a un gran
aumento en la producción de Arabia Saudita y a que Estados Unidos, que
antes dependía en gran medida del petróleo del Medio Oriente, es cada
vez más autosuficiente en materia de energía.
Arabia Saudita no
sólo está produciendo cantidades récord; también está aumentando el
número de plataformas perforadoras para la producción a futuro. Sus
aliados del Golfo, los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, hacen lo mismo.
Con todo y la confusión que ha causado el Estado Islámico, la producción
de Iraq se ha elevado casi un 20 por ciento desde principios de año.
Aumentar
la producción puede parecer ilógico, pues los precios más bajos pueden
herir la economía del propio país e incluso incitar más problemas
políticos y sociales. Pero todos los exportadores de Medio Oriente
compiten para proteger los mercados asiáticos, ahora que los Estados
Unidos necesitan mucho menos de su petróleo.
Los estados del
Golfo, según Sadad I. Al-Husseini, exvicepresidente ejecutivo de la
compañía petrolera Saudi Aramco, “no quieren desempeñar el papel de
reguladores del precio del petróleo porque el mercado es demasiado
grande y político para manejarlo”.
Si estos productores hubieran
reducido su producción a finales del año pasado, dijo, “una oleada de
nuevos proveedores de petróleo de Etados Unidos., Canadá, de aguas
profundas y otras cuencas, habrían seguido mermando los mercados de
petróleo, así que los precios hubieran caído al punto en el que se
encuentran ahora, de cualquier forma”.
Al parecer, el exceso en la
oferta global empeorará si se aprueba el acuerdo nuclear con Irán, pues
podría sumar en un año hasta un millón más de barriles al mercado
global, que se ubica en 94 millones de barriles por día.
El
ministro de petróleo de Irán, Bijan Namdar Zanganeh, no ha tratado de
ocultar las intenciones de su país. “Aumentaremos nuestra producción de
petróleo a cualquier costo y no tenemos otra alternativa”, fue la frase
que se citó en los medios de noticias estatales de Irán.
El gran
cambio en años recientes fue el alza en la producción petrolera de
Estados Unidos, que representa más de cuatro millones de barriles
adicionales en la oferta global diaria. Pero en meses recientes, Arabia
Saudita ha sido el principal responsable del exceso en la oferta, al
inundar el mercado deliberadamente según los economistas, de hacer caer
el precio para que otros productores que tienen costos elevados no
puedan competir, en especial los estadounidenses.
Aun así, la producción de los Estados Unidos no ha bajado tanto como esperaba Arabia Saudita.
Arabia
Saudita, el miembro más importante de la OPEP, se ha negado a cumplir
las solicitudes de otros miembros de reducir su producción. El resultado
es que casi todos los miembros de la OPEP, que en conjunto controlan
una parte mucho menor del mercado global que en otros tiempos, bombean
más petróleo.
“Somos testigo de cómo compiten estados miembro
entre sí para tener una mayor parte del mercado, y la mayoría de esos
países dependen del petróleo como fuente primaria de ingresos”, señaló
Luay Al-Khatteeb, experto en política exterior del Brookings Doha
Center. Si los precios no se recuperan a $60 dólares por barril,
advirtió, “y los países de la región árabe siguen dependiendo tanto de
las utilidades que genera el petróleo, podríamos experimentar décadas en
declive”.
Meghan L. O’Sullivan, directora del programa de
Geopolítica de la Energía en la Kennedy School de Harvard, expresó que
su preocupación más inmediata es el impacto que causará el prolongado
periodo de precios bajos en Iraq.
“Combatir a ISIS ya es una tarea
cara, y muchos de los acuerdos políticos que deben aplicarse para
conservar el apoyo de distintos grupos al gobierno iraquí también
requieren dinero”, puntualizó.
Pero O’Sullivan compartió que a
largo plazo le preocupa que Arabia Saudita haya hecho mal sus cálculos,
tanto en cuanto a la duración como a la magnitud de la caída en el
precio del petróleo.
“Tienen una creciente población que requiere
empleo, educación y servicios médicos a diario”, declaró, “por lo que el
contrato social entre la familia real y los ciudadanos, que tiene un
costo elevado, tendrá cada vez mayores complicaciones, y si no se
recuperan los precios del petróleo, resultará imposible mantenerlo”.
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