WASHINGTON.- El presidente
estadounidense, Barack Obama, incluirá dentro de su propuesta
presupuestaria para 2017 un impuesto de 10 dólares por barril a las
petroleras para financiar la mejora de la infraestructura, el transporte
público y la innovación en tecnologías limpias, informó hoy la Casa
Blanca.
"Nuestro sistema de transporte es excesivamente dependiente del
petróleo. Por eso estamos proponiendo financiar las nuevas inversiones a
través de un impuesto de 10 dólares por barril aplicado a las
petroleras, que será gradualmente implementado en cinco años", señaló el
documento del gobierno.
El plan formará parte de la nueva propuesta presupuestaria que Obama
presentará la próxima semana para el año fiscal 2017, que comienza en
octubre.
De acuerdo con la Administración estadounidense, el sector del
transporte es el responsable del 30 % de las emisiones de gas con efecto
invernadero.
Con este impuesto, agregó, se busca crear "un incentivo para la
innovación dentro del sector privado y la inversión en tecnologías
limpias", y se generaría 32.000 millones de dólares al año.
El denominado "Sistema de Transporte Limpio para el siglo XXI" prevé
una inversión de 300.000 millones de dólares en la próxima década con el
objetivo de potenciar el transporte público, los trenes de alta
velocidad, los automóviles sin conductor y otras opciones que reduzcan
las emisiones de carbono y la congestión.
Entre ellos, figuran 20.000 millones de dólares para aliviar el
tráfico, 10.000 millones en programas de transporte más eficiente a
nivel estatal y local y 2.000 millones para vehículos y aviones menos
contaminantes.
La propuesta, no obstante, no tiene apenas posibilidades de salir
adelante ya que tendría que ser aprobada por el Congreso, actualmente
controlado en ambas cámaras por los republicanos, que se oponen
frontalmente a cualquier subida impositiva.
Pocos después de darse a conocer, el presidente de la Cámara de
Representantes, el republicano Paul Ryan, aseguró que el plan "está
muerto antes de llegar".
"Este impuesto elevaría el precio de la energía, dañando
especialmente a los estadounidenses más pobres. Este anuncio (...)
muestra que el presidente Obama está todavía en una misión para destruir
una de las principales columnas vertebrales de la economía
estadounidense", dijo Ryan en un comunicado.