jueves, 8 de noviembre de 2018

El 'Brent' cae un 1,3% y se mantiene en mínimos desde hace tres meses

LONDRES/NUEVA YORK.- El precio del barril de Brent, de referencia para Europa, ha caído este jueves un 1,3%, hasta los 71,2 dólares por barril, por lo que el crudo se ha mantenido en mínimos desde hace tres meses debido al incremento de la oferta y el inicio de las sanciones a las exportaciones de petróleo de Irán por parte de Estados Unidos.

El precio del barril West Texas Intermediate, de referencia para Estados Unidos, también ha reaccionado a la baja, cayendo un 1%, hasta un precio de 61 dólares por barril.
Después de que ambos barriles de crudo llegaran a máximos desde 2014 a principios del mes de octubre, el aumento del bombeo de crudo por parte de Arabia Saudí y Rusia ha provocado que el mercado tenga un exceso de oferta de 'oro negro' lo que ha funcionado como un elemento de presión a la baja.
Esta semana, la Administración de la Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) adelantó que estimaba que el país norteamericano alcanzara los 12 millones de barriles diarios de producción.
Así, a menos de dos meses de que acabe el año, el precio del barril de Brent se encuentra un 11% por encima del precio registrado hace doce meses. De su lado, el precio del barril West Texas Intermediate se encuentra un 6,5% por encima del registrado a comienzos de noviembre de 2017.

Las reservas de petróleo del mar del Norte pueden durar al menos 20 años más

LONDRES.- Las reservas de petróleo en el mar del Norte son suficientes para mantener la producción durante al menos 20 años más, según un informe publicado hoy por el Gobierno británico.

Las estimaciones de la Autoridad del Gas y el Petróleo del Reino Unido (OGA, acrónimo en inglés) indican que las reservas recuperables en el fondo de la plataforma continental en aguas británicas representan entre 10.000 y 20.000 millones de barriles de petróleo equivalente.
Esos niveles permiten avanzar que el bombeo puede mantenerse al menos durante dos décadas si se construye infraestructura para explotar zonas todavía no desarrolladas.
La agencia gubernamental considera que serán necesarias inversiones sustanciales para abrir nuevas explotaciones y ampliar los proyectos ya existentes.
"El trabajo que ha elaborado la OGA, que ha sido verificado de manera independiente, tiene como objetivo cuantificar el enorme potencial de explotación que todavía mantienen las plataformas oceánicas británicas", señaló en un comunicado el presidente del grupo de trabajo MER UK, dedicado a diseñar nuevas estrategias de explotación, Nick Terrell.
"Los resultados ilustran el amplio espectro de oportunidades de desarrollo que existen", agregó Terrell.
El director de operaciones de la Autoridad del Gas y el Petróleo, Gunther Newcombe, afirmó que el organismo debe jugar "un papel importante a la hora de ayudar a manejar esta base de recursos, revitalizar la explotación y maximizar el rendimiento económico".

El 'caso Khashoggi' y la Primavera Árabe: todo debe cambiar para que todo vaya a peor / Marcos García Rey *

"Si queremos que todo siga como está es necesario que todo cambie". Esa es una frase de la novela 'El Gatopardo' que le decía el personaje revolucionario Tancredi Falconeri, de origen noble, a su tío Fabrizio Corbera, príncipe siciliano de Salina. 

La noción política del ‘gatopardismo’ se basa en que a veces es conveniente que se produzcan cambios para que los poderes fácticos mantengan sus privilegios bajo una capa cosmética de revolución fracasada. Entretanto, las masas se contentan con su vano intento de insurrección contra las oligarquías dominantes.

El concepto político del ‘gatopardismo’ no solo ha triunfado en el mundo árabe tras la Primavera Árabe que estalló en Túnez a finales de 2010 tras la autoinmolación del vendedor callejero Mohamed Bouazizi, sino que ha ido más allá: todo ha cambiado para que fuera incluso a peor. 

 El hecho es que ahora las libertades y derechos están en retroceso en la gran mayoría de los 20 países árabes donde hubo manifestaciones en favor de avances democráticos. La consecuencia resultante más tangible es que las elites políticas, militares y religiosas de siempre han visto reforzada su hegemonía.

El caso del periodista saudí Jamal Khasshoggi, asesinado en el consulado de su país en Estambul, es el paradigma que simboliza ese fracaso de la ciudadanía que quiso llevar a cabo reformas en el mundo árabe. 

El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed ben Salman, había realizado una ronda en los pasados meses por diferentes capitales del mundo -entre ellas Washington, París o Madrid- vendiendo su plan de modernización y apertura ‘Visión 2030’. La esperanza de cambios se diluyó cuando los servicios de seguridad saudíes descuartizaron a Khashoggi a comienzos de octubre. 

El periodista había cometido la osadía de exigir democracia y libertad de expresión para su país desde la influyente cátedra de ‘The Washington Post’.

Desde este mismo año, las mujeres saudíes pueden obtener permisos de conducir, un hecho que se mostraba al mundo como una señal de esa apertura histórica de Riad. Pero la realidad se muestra tozuda. A las primeras de cambio, Khashoggi era asesinado a comienzos de octubre por su atrevida disidencia. El ánimo reformista de Arabia Saudí se reducía a un espejismo en el desierto, a un lavado de cara con más pinta de márketing que de deseo real de cambio.

Efectivamente, parece que muchas cosas hayan cambiado en la política y socioeconomía del mundo árabe para que todo siga igual o peor. La segunda mitad del siglo XX y los comienzos del actual han evidenciado que los dos centros de poder en el Magreb y el Oriente Medio son los cuarteles del ejército y los púlpitos de las mezquitas. Poco o nada se ha modificado en esa doble hegemonía que gobierna el mundo árabe. Antes al contrario, el resto de instituciones ha visto menguado su poder.

En estos últimos años, han sido derrocados dictadores como Saddam Hussein en Irak, Hosni Mubarak en Egipto, Muammar el Gadafi en Libia o Ali Abdullah Saleh en Yemen, todos ellos militares que condenaron a sus pueblos a sufrir regímenes de plomo durante décadas. Su reemplazo solo ha traído más violencia e inestabilidad a sus países. Los nostálgicos de sus dictadores derrocados por fuerzas externas tienen sus razones para llorar por esos estados hoy desestructurados y caóticos.

El ejército, la institución más sólida y de mayor poder en el mundo árabe, cobra hoy día más importancia que nunca. Según el prestigioso Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés), entre los diez países del mundo que más han invertido en gasto militar per cápita entre 2001 y 2017 hay cuatro árabes: Omán, Arabia Saudí, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos (EAU). Los tres primeros se sitúan en el ‘top 5’ del listado. Es ese una síntoma inequívoco de sus prioridades.

Por el contrario, en el Índice de Desarrollo Humano publicado por la ONU hay que irse hasta el puesto 34 del ránking para encontrar al primer país árabe: EAU. El vecino Marruecos se ubica en el lugar 123 del listado de un total de 189 países analizados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. El índice está liderado por Noruega y Suiza.

En lo que se refiere al segundo poder hegemónico, el de los minaretes de las mezquitas, también reaccionó a las revoluciones de la sociedad civil de los países árabes. Temían que unas democracias laicas, conformes a un modelo occidental, avanzaran y les arrebatan su capacidad de influencia. La represión militar a sangre y fuego en lugares como Siria o Egipto fue seguida del fortalecimiento de un islam tradicional que actuara como profilaxis contra movimientos islamistas y laicos acomodables a la hegemonía militar tradicional.

De ese modo, el triunfo en las elecciones de 2012 en Egipto de Mohamed Mursi, uno de los líderes de los Hermanos Musulmanes, exacerbó los ánimos de los militares que lo derrocaron al año siguiente mediante un golpe de estado. A eso siguió el asesinato y encarcelamiento de miles de islamistas que amenazaban el ‘statu quo’ de la oligarquía militar egipcia, instaurada desde mediados del siglo XX.

Esa vía profiláctica de integración política de los islamistas dóciles con esas oligarquías militares se ha sustanciado en países como Marruecos, Argelia o Jordania. Un ejemplo diáfano de este proceso lo representa Marruecos: desde 2011, los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo gobiernan en armonía con la monarquía alauí.

Jamal Khashoggi soñaba con erradicar el ‘gatopardismo’ en el mundo árabe. Un atrevimiento que acabó con su vida. Su asesinato simboliza un mensaje disuasivo para aquellos disidentes que osen amenazar la doble hegemonía de los cuarteles y los alminares.



 (*) Periodista y ex director del Servicio Internacional en Árabe de la agencia EFE 


Otro periodista saudí es asesinado durante las torturas por desenmascarar a la familia real

DUBAI.- Otro periodista saudí es asesinado durante las torturas por desenmascarar a la familia real. Se dice que Turki Bin Abdul Aziz Al-Jasser fue asesinado en la cárcel en Arabia Saudí un mes después de que Jamal Khashoggi fue asesinado en el consulado del reino de Estambul, según ha informado «Dailymail». 

El sitio de noticias The New Khaleej reportó la muerte de Al-Jasser el sábado citando fuentes de derechos humanos. El informe no ha sido confirmado.
Los grupos de derechos humanos dicen que el Gobierno saudí creía que Al-Jasser tenía secretamente una cuenta de Twitter llamada Kashkool, que exponía las violaciones de derechos humanos cometidas por funcionarios y miembros de la realeza.
Los espías saudíes en la sede regional de Twitter en Dubai lo desenmascararon y fue arrestado en marzo, según los informes.
Se dijo que la red de espionaje estaba dirigida por Saud al-Qahtani, el ayudante «asesino» del príncipe heredero Mohammad bin Salman, quien fue degradado tras ser acusado de la crisis de Khashoggi.