MADRID.- Al término de este año, unas 233.000 personas habrán perdido la vida en el conflicto de Yemen, patrocinado y financiado por el régimen saudí. De ellas, 140.000 serán niños menores de cinco años. Este es el desolador dato que ofrece, a modo de conclusión, el informe encargado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al catedrático de la Universidad de Denver y experto de su Escuela de Estudios Internacionales, Josef Korbel, y que ha sido desvelado a comienzos de este mes de mayo, según un informe del diario Público.
En el mismo, se compilan una serie de revelaciones,
basadas en estimaciones y prospectivas estadísticas realizadas a partir
de información registrada como veraz por la ONU, que resultan
demoledores para un país que, al comienzo de las hostilidades, en marzo
de 2015, cuando Arabia Saudí intervino al frente de una colación
integrada por sus emiratos vecinos -con la excepción de Qatar- con el
objetivo declarado de contener la rebelión de los hutíes, grupos de
credo chiíta, auspiciados por Irán, que pretendían la segregación de un
país que ya entonces era uno de los más pobres del mundo.
Algo más de cuatro años más tarde, el conflicto
yemení se ha convertido en una crisis humanitaria. Con diferencia, la
peor y más dramática de cuantas acontecen actualmente en el planeta. Y
lo que es peor. No tiene visos de que pueda rubricarse algún tipo de
armisticio. Entre otras cuestiones, porque EEUU continúa suministrando apoyo militar a la colación arábiga, incluido el abastecimiento de combustibles en vuelo a los cazas saudíes.
El estudio, en consecuencia, no revela optimismo de
cara al futuro. No atisba opciones de que se pueda sellar la paz. De ahí
que continúe haciendo proyecciones socio-económicas a corto y a medio
plazo. Así, evalúa en 89.000 millones de dólares las pérdidas de
actividad en uno de los PIB más reducidos del planeta. En concreto, el
FMI lo sitúa en el puesto 101, con 26.914 millones de dólares de
producción anual, por detrás del de Uganda y por delante del de
Zimbabue. Es decir que el dinamismo yemení se encuentra por debajo de la
mitad de su potencial. También resulta elocuente las predicciones sobre
defunciones.
El conflicto bélico, al término de 2022, se habrá
cobrado la vida de 482.000 personas y, si alcanza el año 2030, la
estimación sobrepasará los 1,8 millones de fallecidos, de los que 1,5
millones serán niños de cinco años. Hace unos meses las dos cámaras
legislativas de EEUU votaron a favor del final de la ayuda militar
estadounidense a la coalición saudí. Por razones humanitarias. Pero el
presidente Donald Trump vetó la decisión del Congreso, bajo el
argumento de que la iniciativa el poder legislativo era un “intento
peligroso e innecesario de debilitar mi autoridad constitucional”.
De la guerra a la crisis humanitaria
Los cuatro años de conflicto armado en Yemen han
propiciado que los observadores de la ONU hayan calificado el escenario
yemení como “la peor crisis humanitaria provocada por la acción
del hombre en nuestros tiempos”. Mercados, hospitales y todo tipo de
instituciones sociales y económicas han sido reiteradamente atacadas por
las acciones bélicas en curso. La sucesión de atentados con coches
bomba entre facciones rivales, los ataques de francotiradores o las
luchas armadas directas en localidades sin desalojar son las grandes
amenazas de los ciudadanos de este país meridional de la Península
Arábiga, que linda al sur con Arabia Saudí y que delimita por apenas
unos kilómetros ambas orillas del Mar Rojo. Es decir, está a caballo
entre África y Oriente
Próximo. Es, con creces, la economía más débil de la
rica expansión arábiga. Y las intervenciones conjuntas entre la
coalición saudí y el gobierno oficial yemení que la apoya, “ha
perpetrado con toda probabilidad, crímenes de guerra”, alerta otra
investigación bajo los auspicios de Naciones Unidas. Pero, ¿cómo
entender el rompecabezas político y militar de Yemen? Un decálogo de cuestiones ayuda a entender el estado de situación de este convulso punto del planeta.
¿Quién lucha contra quién?
A un lado, los rebeldes hutíes, una tribu chiíta
procedente de las montañas del norte del país, que tomaron la capital,
Saná, y otras ciudades relevantes del país en 2015. Iniciaron las
hostilidades por la marginación que decían sufrir del Gobierno oficial y
se hicieron de inmediato con el respaldo del régimen de Teherán. Al
otro lado, un ejército formado por varias fuerzas internacionales, que
siguieron reconociendo al Ejecutivo legítimo del país y se han unido en
una coalición, en la que han integrado a milicias suníes. Está dirigida
por Riad y la mayoría de naciones suníes.
¿Por qué se involucra Arabia Saudí?
La monarquía wahabí siempre ha justificado
su liderazgo en sus temores a que los hutíes tomaran el control de Yemen
y dieran a Irán una capacidad y un poder inusitado y hegemónico en
Oriente Próximo. Escenario que atenta contra los intereses de Riad y su
intención de dominar el mundo árabe, un desafío para el que rivaliza
abiertamente con Irán.
¿Cómo afecta la guerra a la población civil?
La mayor parte de las defunciones de civiles han sido provocadas por las incursiones aéreas
de la coalición arábiga, según informes del Consejo de Derechos Humanos
de la ONU. Esta investigación ha contabilizado, hasta agosto del pasado
año, más de 60 ataques de cazas a áreas residenciales; otros 11 a
mercados, 11 más a barcos de transporte de pasajeros y 32 actuaciones
más contra centros médicos, educativos, culturales o religiosos. Este
tipo de decisiones militares son las que Naciones Unidas fiscaliza para
tratar de acusar a sus responsables por crímenes de guerra. Más de 7.000
personas han perdido la vida en estas intervenciones armadas. Sus
expertos de la ONU desplazados a Yemen también se han comprometido a
investigar acciones similares por parte de las milicias hutíes.
¿Existe riesgo de hambruna?
Por supuesto.
La ONU cree que más de 8 millones de los 28 que tenía censados el país
al inicio de las hostilidades están en emergencia alimentaria y precisan
de asistencia y ayuda humanitaria para sobrevivir. Observadores de la
organización han detectado varias partes del país en las que las
condiciones de subsistencia son mínimas por carencias muy graves de
acceso a alimentación y agua potable.
¿Cuáles son las causas de este desabastecimiento?
Al margen del clima bélico, Yemen tenía una alta
dependencia de las importaciones de productos de primera necesidad. El
país tan sólo producía el 5% del trigo que consume. En gran medida,
porque el abastecimiento de fuentes de agua es muy precario en un país
con escasez de lluvias y en el que lo granjeros se han visto en la
obligación de modificar sus hábitos de cultivo.
Por ejemplo, para
cultivar más qat, una hoja que produce efectos narcóticos y que han
pasado a consumir a diario más del 90% de los hombres del país. Las
incursiones aéreas y los combates terrestres también han acabado con
extensiones de tierras de cultivo. Además de los efectos del bloqueo naval
saudí sobre puertos del norte que están bajo el control hutí. En
especial, los de Hodeidah y Salif, que recibían cerca del 80% de las
importaciones del país. La coalición arábiga también tiene barcos de
vigilancia y suelen muy a menudo detener el tráfico naval que pretende
tocar suelo yemení y desviar su rumbo hacia otras latitudes.
¿Es tan efectivo el bloqueo de alimentos?
Está demasiado extendido por todo el territorio.
Baste el dato de que las importaciones comerciales han caído un 30% en
algunos trimestres, lo que ha hecho emerger la hiperinflación. Los
hutíes contribuyeron a la escalada de precios ya que impusieron
controles de acceso a convoyes en las áreas bajo su control. A lo que
hay que sumar la rápida depreciación de la moneda nacional. Los
funcionarios, que junto a sus familias suponen más de la tercera parte
de la población yemení, no reciben pagas desde agosto de 2016, a los que
hay que añadir 2,3 millones de personas que han sido desplazados de sus
hogares por efecto de la guerra y que tampoco disponen de retribuciones
regulares.
¿Puede producirse pandemias?
De hecho, ya ha acontecido. En abril de 2017 comenzó
la peor epidemia de cólera de su historia del país, en la que se
contagiaron más de 1,2 millones de yemeníes y murieron más de 2.500. Una
tercera oleada de infecciones se registró en verano. En gran medida,
motivada por las escasas condiciones higiénicas, la fragilidad de la red
hospitalaria, la falta de salubridad de las aguas o la interrupción
habitual de material clínico o quirúrgico por los bloqueos bélicos y el
corte de los flujos comerciales y de importación.
¿Es legal el bloqueo comercial al país?
Naciones Unidas cree que no. Un informe oficial dice
que hay aspectos razonables del cerco militar al país que violan las
normas de proporcionalidad incluidas en las leyes humanitarias
internacionales. Bajo esta argumentación, el bloqueo resulta, además,
ilegítimo si, como ocurre en realidad, tiene un impacto mayor sobre la
población civil que sobre los beneficios militares que propicia. Además,
Naciones Unidas asegura que la acción de bloqueo no ha traído como
consecuencia la confiscación de armamentos. Por estas razones, un grupo
de abogados adscritos a Human Rights Watch han solicitado al Consejo de
Seguridad de la ONU que imponga la prohibición de realizar viajes y que
congele activos a los líderes de la coalición arábiga, incluido el
príncipe heredero y ministro de Defensa, Mohamed bin Salman.
¿Cómo justifica la coalición su bloqueo?
Por su insistencia en que los rebeldes hutíes
reciben armas a través de embarcaciones procedentes de Irán. Un mensaje
que han intensificado tras el ataque con misiles a Riad, en noviembre de
2017, incluido a su aeropuerto internacional. Desde entonces, el cerco
se ha intensificado, en busca de componentes y material para la
instalación y el lanzamiento de estos proyectiles desde suelo yemení.
Sobre todo, desde el norte, dominado por los hutíes y que delimita la
frontera con Arabia Saudí.
¿Cómo está reaccionando la comunidad internacional?
Desde 2018, Alemania ha cesado su venta de armas a
Arabia Saudí y a su principal aliado, Emiratos Árabes Unidos (EAU).
También las ha suspendido Noruega, aunque sólo a EAU. Sin embargo, tanto
EEUU como Reino Unido han mantenido su apoyo militar y logístico a
Riad, con ventas masivas de armamentos. Mientras, la ONU ha creado un
partenariado con organizaciones no gubernamentales para proveer de ayuda
humanitaria y asistencia sanitaria a la sociedad civil yemení
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