NUEVA
YORK.- La cotizaciones del petróleo, que ya habían experimentado
masivas pérdidas la semana pasada, volvieron a caer este lunes. Los
inversores manifestaron su escepticismo ante las promesas de la OPEP y
su preocupación por las turbulencias económicas actuales.
En el New York Mercantile Exchange (Nymex), el barril de
"light sweet crude" (WTI) para entrega en febrero cedió 3,06 dólares, o
6,7%, y terminó en 42,53 dólares, su nivel más bajo desde junio de 2017.
El
barril de Brent del Mar del Norte para entrega en febrero perdía 3,08
dólares, o 5,72%, a 50,74 dólares, en el Intercontinental Exchange (ICE)
de Londres hacia las 18H55 GMT.
Los precios ya habían acusado una
fuerte caída la semana pasada, cuando el WTI se desplomó 11,4% y el
Brent 10,7%. Los barriles perdieron 44% y 41% respectivamente desde su
reciente pico de octubre.
El domingo, altos funcionarios de
integrantes de la Organización de países Exportadores Petróleo (OPEP)
intentaron reafirmar la confianza de los inversores durante una reunión
que mantuvieron en Kuwait.
El ministro de Energía de los Emiratos
Árabes Unidos, Suhail al Mazrouei, declaró durante una rueda de prensa
que el excedente de petróleo en el mercado era menos importante que en
2017 y estimó que en uno dos meses será reabsorbido.
Pero los
inversores dudan de la capacidad de la OPEP y sus socios, que a
comienzos de diciembre acordaron reducir su producción en 1,2 millones
de barriles por día a partir del 1 e enero para sostener los precios,
para absorber el excedente de oro negro.
Tras haber registrado su
peor caída semanal desde la crisis financiera de 2008, la Bolsa de Nueva
York se desplomó nuevamente este lunes.
El secretario del Tesoro
de Estados Unidos Steve Mnuchin afirmó que había convenido acciones
comunes con los grandes bancos y los principales reguladores de los
mercados, pero los inversores manifestaron su preocupación por el
desorden que reinaría en las administraciones federales estadounidenses,
parcialmente paralizadas desde hace tres días.
Estas
incertidumbres, que se suman a las tensiones comerciales, alimentan los
temores de un enlentecimiento del crecimiento de la economía mundial, lo
que afectaría negativamente la demanda de energía.
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