viernes, 5 de octubre de 2018

Cuando la prohibición del velo integral incomoda al "paraíso" alpino de los turistas árabes

VIENA.- Con su lago cristalino y sus cumbres nevadas, Zell am See se ha convertido en el destino estrella de los turistas árabes en Europa. La estación austriaca espera seguir siéndolo, aplicando con "tacto" una ley sobre la prohibición del velo integral, vigente desde hace un año.

Los camareros con pantalón de cuero tradicional se mezclan con las siluetas de las visitantes tocadas con un velo oscuro, en una imagen que ya no sorprende a nadie en esta pequeña ciudad al sur de Salzburgo.
Desde hace más de una década, el marco idílico del lago en el que se sumergen las montañas atrae a decenas de miles de turistas de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos u Omán, que representan más de un cuarto de los extranjeros que visitan esta localidad de 10.000 habitantes.
Los folletos locales, todos disponibles en lengua árabe --incluyendo el que propone una iniciación al canto tirolés--, prometen un "paraíso" de naturaleza y frescor.
Pero un halo de inquietud agita las aguas del lago de Zell desde que entrara en vigor, en octubre de 2017, una ley austriaca que prohíbe el velo islámico integral (burka o niqab) en los lugares públicos, so pena de una multa de hasta 150 euros.
"Escuché a algunas personas diciendo que ya no vendrían más", afirma, pidiendo el anonimato, un empleado de un restaurante de Zell am See, a finales del primer verano de aplicación de la norma.
¿Cómo imponer la ley sin reducir la afluencia de turistas? "Intentamos hacerlo con el mayor tacto posible", asegura Kurt Möschl, jefe de la policía local. Las delegaciones diplomáticas austriacas en los países árabes estuvieron encargadas de pasar el mensaje. El embajador de Arabia Saudita fue recibido en Zell. 
Iniciada por la coalición centrista en el poder hasta finales de 2017 y confirmada por la coalición de conservadores y ultraderecha que le sucedió, la ley apuntaba en primer lugar contra los musulmanes de Austria, en un contexto de agitado debate sobre la inmigración y de temor al islam radical.
Pero la medida, aplicada sin dificultades a escala nacional, ha golpeado a los turistas que visitan el lago de Zell, en el que se ordenaron más de 200 multas entre junio y septiembre.
La mayoría de los profesionales del turismo entrevistados aseguran que reina la armonía. Pero Barbara Scheicher, que alquila barquitos de paseo, tiene otra visión de las cosas: "pregunté a una turista si sabía que el niqab era ilegal y ella reaccionó tan mal que, desde entonces, no lo volví a hacer".
Scheicher asegura que observó el mismo tipo de reacción cuando la policía insta a la gente a cumplir la ley. "Poco importa que se lo diga yo o que se lo diga la policía, pagan la multa y ya está", afirma Scheicher.
"A veces, la discusión puede llevar algo de tiempo", admite el comandante de la policía. Pero en "el 90% de los casos", los turistas se quitan el velo que les cubre el rostro, asegura.
Entre los paseantes de un día de septiembre a orillas del lago, un puñado de mujeres con velo integral eran visibles, pero minoritarias, entre la flota de visitantes.
"Sí, la policía nos habló de la ley sobre el niqab", confirma un turista saudí que pasea con su mujer, que lleva el rostro tapado. "Pero nos vamos mañana", añade, como justificación. 
La policía debe conciliar las preocupaciones del sector turístico con las expectativas, o incluso el celo de algunos visitantes. Un noruego que estaba de visita entregó a las autoridades diferentes imágenes de una mujer que llevaba niqab, informando del lugar, la hora en que se tomaron las fotos e instando a las fuerzas de seguridad a "hacer su trabajo".
"La policía aplica la ley de forma demasiado dura", afirma, en cambio, el empleado del restaurante.
Pero el comandante Möschl prefiere creer que la nueva legislación acabará integrándose en las costumbres de la gente. "Creo que dentro de unos años todo esto ya no será un problema", afirma.
"La mayoría de los visitantes árabes ya no se distinguen. Están vestidos al modo occidental", apuntó el alcalde de Zell am See, Peter Paroudek, en el diario Kurier. No sin reconocer, sin embargo, un leve "retroceso" en el número de turistas sauditas.

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