Esta semana hemos conocido los decepcionantes resultados de las
empresas multinacionalespetroleras, Repsol incluida. La industria del
petróleo está en estado de crisis y parece que va para largo. La caída
del precio del crudo en un 70% en apenas un año, con posibilidades de
que los niveles actuales de precios se mantengan por algunos años, está
provocando cambios profundos en la economía mundial que aún están en sus
prolegómenos.
Hay estimaciones que tratan de cuantificar el impresionante traslado
de flujos de dinero desde los países productores de petróleo hacia los
países consumidores. Esta transferencia de rentas es la mayor que se ha
producido en la historia de la economía mundial y desde luego no va a
pasar desapercibida. Cada vez que se conocen los rasgos de este
movimiento de capitales se constata el impacto negativo que va a tener
el hecho en todo el mundo, en todas las economías, sean productoras o
consumidoras de energía derivada de los hidrocarburos. Por una vía o por
otra, el impacto de este movimiento de transferencia de rentas se
notará también en las economías occidentales.
La misma Christine Lagarde ha confesado estos días que no puede
conciliar el sueño. Se refería a los problemas financieros que están
aflorando cada vez con mayor énfasis entre los países petroleros. El
caso de Nigeria, uno de los diez países más poblados del mundo y mayor
potencia económica de África, ha sido la más reciente de las
incidencias: acaba de pedir un crédito de emergencia al Banco Mundial
para salir adelante en los próximos meses. El problema es que no será de
unos pocos meses de lo que se trata sino posiblemente de un periodo
bastante más dilatado y con una profundidad muy superior a la de un mero
parche financiero.
Detrás de Nigeria van a venir bastantes economías más, ya que el
descenso del precio del crudo ha segado las posibilidades de
subsistencia de algunas otras economías que tienen en la exportación de
crudo prácticamente un monocultivo. Ni qué decir tiene que Rusia,
Venezuela y, en mucha menor medida Brasil, están en la lista de los
países que van a pasar por serias dificultades en los próximos meses y
posiblemente años. Carecen de otros medios, de otros recursos, para
generar la renta necesaria con la que mantener sus niveles de gasto y
por lo tanto su nivel de vida, lo que va a provocar importantes
movimientos migratorios, como ya se anticipan algunos analistas
políticos y sociales.
En cuanto a las pérdidas que han presentado estos días las
multinacionales del petróleo, su solvencia financiera está quedando en
entredicho y su capacidad para afrontar la devolución de sus cuantiosas
deudas quedará muy mermada tras enfrentarse a importantes caídas del
beneficio e incluso a pérdidas. Algunas de estas compañías salen de
etapas de fuertes inversiones, por lo que su deuda es bastante elevada.
La búsqueda de petróleo, con los precios por encima de los 100 dólares
el barril hace un año, desató una fiebre que condujo a un aumento
importante de la oferta y de las reservas, hasta el punto de que un país
que era neto importador de petróleo como Estados Unidos se ha
convertido en el mayor productor de crudo del mundo por delante de
Arabia Saudí y de Rusia. Incluso empieza a exportar petróleo, algo
ciertamente insólito.
Los problemas derivados de la caída del precio del petróleo no han
hecho más que comenzar y veremos en los próximos meses importantes
transformaciones en la vida económica, una de ellas el impacto negativo
inducido en el sector financiero.
(*) Periodista y economista español
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