JERUSALÉN.- La pobreza y la
brecha social, originadas en parte por la baja productividad y la falta
de competencia en el mercado, son los principales problemas que aquejan a
la economía de Israel, según un informe difundido hoy con motivo del
quinto aniversario de su integración en la OCDE.
El informe, presentado en persona al Gobierno israelí por el
secretario general de la organización Ángel Gurría, destaca los buenos
resultados de Israel a nivel macroeconómico pero, a la vez, sacan
tarjeta amarilla a las autoridades por no resolver los acuciantes
problemas sociales.
"Gracias a una sopesada política monetaria, financiera y fiscal, el
crecimiento (del PIB) supera al de la mayoría de los países de la OCDE
en la última década", dice en ese sentido el informe, que resalta el
incremento en la mano de obra, la baja inflación y la seguridad relativa
de los fondos financieros.
Con ello, agrega, este rápido desarrollo contrasta con "la ausencia
significativa de una regulación que aliente la competitividad en el
mercado -sobre todo en el de la alimentación, la banca y la
electricidad- lo que debilita la productividad y reduce el ingreso
disponible" de las familias.
Producto de esta falta de competitividad es el alto nivel de precios
que impera en el país a pesar de que los ingresos de la mayoría de la
población no están a la altura de esa circunstancia, lo que convierte a
la sociedad israelí en la segunda más pobre de toda la OCDE, después de
México.
"El nivel de pobreza es particularmente alto entre los ancianos, en
parte por las bajas pensiones existentes", recuerda el documento, que
también advierte que ultraortodoxos y árabes-israelíes aún no están a la
altura del resto de la población en materia laboral.
Se trata de los dos colectivos más pobres del país debido a que
tradicionalmente uno de los miembros de la pareja no suele trabajar -el
hombre en el caso de los primeros y la mujer en el de los segundos-,
sumiendo sus hogares en la dependencia de unas ayudas públicas que se
han visto reducidas progresivamente en la última década.
Hace ya ocho años, cuando Israel daba sus primeros pasos hacia la
OCDE, la organización instó a este país a corregir este serio problema
y, aunque se han dado pasos gigantescos a nivel de mentalidad, en la
práctica el resultado es poco visible.
"El porcentaje de trabajadores entre ortodoxos y árabes sigue siendo bajo", asegura la organización.
La pobreza, que afecta a un 18 % de los israelíes, se ve también
alentada por el desproporcionado precio de la vivienda, superior en casi
un 50 % al de EEUU y la Unión Europea, donde además los salarios son
muy superiores.
En una reunión del Consejo de Ministros en la que participó Gurría,
Netanyahu reconoció la gravedad de "las grandes diferencias (sociales),
diferencias entre grupos étnicos", y el hecho de que la economía israelí
siga lastrada por una "regulación y burocracias exageradas", lo que
dificulta la iniciativa empresarial y la competitividad.
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