OSLO.- En período de vacas flacas, no es
para nada desdeñable contar con más de 700.000 millones de ahorro como
es el caso de Noruega, que podrá afrontar la crisis petrolera gracias al
mayor fondo soberano del planeta.
Noruega, más hormiga que
cigarra, ha ahorrado desde los años 1990 la mayor parte de sus ingresos
petroleros para perpetuar la financiación de su generoso Estado
providencia, independientemente de la coyuntura.
El fondo,
invertido en valores y en el sector inmobiliario, se eleva actualmente a
6,96 billones de coronas (unos 734.000 millones de euros), es decir, el
equivalente a unos seis presupuestos anuales del Estado noruego o a 1,3
millones de coronas por cada uno de los 5,2 millones de habitantes del
reino.
"Vendimos mucho petróleo cuando los precios eran elevados y
ahorramos una gran parte del dinero recaudado", explica Ragnar Torvik,
profesor de economía en la universidad noruega de Ciencia y Tecnología
de Trondheim (NTNU).
"La economía noruega está, por tanto, bien
preparada para resistir a una caída del precio del petróleo en la medida
que tiene poca incidencia en las finanzas públicas", añadió.
Pese
a estos ingresos, los Gobiernos, independientemente de su signo, sólo
están autorizados a utilizar el rendimiento de los fondos, estimado en
un 4% anual. Las cantidades obtenidas aumentan, sin embargo, a medida
que los fondos crecen con la inyección de nuevos ingresos petroleros y
por el producto de sus inversiones. Y, todo ello, tan rápido que el
actual Gobierno de derecha decidió utilizar únicamente el 2,8% del
rendimiento de este año.
"No es un fondo de crisis", es un fondo
que deber aportar una contribución al "presupuesto público", subraya
Kanut Anton Mork, economista de Handelsbanken, quien precisa que "esta
aportación (...) financia actualmente una octava parte de todas los
gastos públicos en Noruega". "Es mucho, pero no depende del precio del
petróleo, ya que la rentabilidad financiera está detrás de ello",
asegura.
La única repercusión financiera en Noruega de la caída de
los precios del barril de crudo, que pasó de unos 110 dólares en el
verano (boreal) de 2014 a unos 30 dólares actualmente, es en definitiva
la desaceleración del crecimiento del fondo soberano. "Esto determina el
tamaño que el fondo tendrá finalmente. Pensábamos que seguiría
creciendo durante mucho tiempo pero, si el precio del petróleo permanece
bajo, no será el caso", explica Mork.
Aunque las finanzas
públicas están a salvo de la crisis, la economía real se ve golpeada. El
crecimiento, frenado por el retroceso de las inversiones petroleras, es
lento y, a un 4,6%, la tasa de desempleo alcanza níveles de hace una
década, si bien continúan siendo la envidia de muchos países.
Desde principios de 2014, el sector petrolero ha destruido casi 30.000 empleos, incluso el gigante energético Statoil, y Stavanger, hasta ahora floreciente capital de los hidrocarburos, vive días difíciles.
Para
reactivar la economía, el Gobierno presentó una presupuesto expansivo y
el Banco Centra de Noruega redujo a la mitad su tasa de referencia.
Para
contrarrestar la depresión de la industria petrolera, la corona noruega
se devaluó, dopando la competitividad de los otros sectores de la
economía.
"Globalmente, la economía noruega no está en crisis", reiteró el lunes pasado la ministra de Finanzas, Siv Jensen.
Las
reservas petroleras de Noruega disminuyen y las que quedan son las más
difíciles y, por ende, más caras, de explotar. Conscientes de esa
situación, los dirigentes insisten desde hace años en romper con la
dependencia de los hidrocarburos. La palabra reconversión se convirtió
en un 'leimotiv', del cual las energías renovables, las nuevas
tecnologías y la acuicultura son un primer ejemplo.
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