RIAD.- Los países petroleros del Golfo, como Arabia Saudí, Emiratos Arabes
Unidos (EAU), Kuwait, Qatar, Bahrein y Omán, constituyen la tercera
fuente de acumulación del mundo, después de Estados Unidos y China; y
tienen en conjunto una población de 40,6 millones de habitantes, que
crecería 40% en los próximos 15 años.
Están ubicados en la
Península Arábiga, que es un inmenso desierto, mechado por unos siete
grandes oasis y una decena de otros de menor tamaño. Por eso dependen,
en más de un 90%, de las importaciones de los alimentos que consumen.
Así, Arabia Saudita importa 70% de su demanda alimentaria; Qatar, primer
productor mundial de gas natural, 92%; y Kuwait y Emiratos, 80% y 85%,
respectivamente.
Arabia Saudí intentó lo imposible en la década
del ’70, cuando los dos shocks petroleros de 1973 y 1979, en los que el
precio del petróleo se multiplicó por cuatro en ambas oportunidades, le
otorgaron recursos extraordinarios, superiores a dos billones de dólares, y
desataron una política de autosuficiencia alimentaria, lograda a través
del riego intensivo con agua proveniente de sus propios acuíferos, en su
totalidad de origen fósil.
Las tierras fértiles del territorio
saudita alcanzan a 1,7% del total; y su agricultura absorbe 85%/90% de
la provisión acuífera. De ese total, 80%/85% proviene de las reservas
hídricas subterráneas, que es agua de origen fósil, tan preciosa y
finita como las inmensas reservas de petróleo que han convertido al
Reino en el primer productor mundial.
Las tierras fértiles de
Arabia Saudí sólo se las puede utilizar si se las labra con la más
avanzada tecnología e intensos y ultramodernos sistemas de irrigación
(usualmente de origen israelí).
La tasa de crecimiento
poblacional saudita es una de las más elevadas del mundo (2,4%), por lo
que se estima que su población aumentará 77% en 2050 (50 millones de
habitantes).
Más de 70% del agua necesaria para el consumo humano
proviene del mar, previo costoso y complejo proceso de desalinización.
Esto convierte a Arabia Saudí en el primer país del mundo en el
desarrollo de la industria desalinizadora.
En 2008, Arabia Saudí
logró autoabastecerse en trigo y maíz y casi llegó a cubrir sus
necesidades de arroz. Pero dos años después constató que no quedaban más
de 30%/40% de las reservas acuíferas; y por eso canceló el programa. En
2010, la producción de trigo había disminuido en dos tercios; y a
partir de 2012, debía importar la totalidad del trigo y los granos que
consumía su población de 30 millones de habitantes.
Los países
del Golfo disponen de una de las tres mayores reservas de gas y de
petróleo del mundo y su ingreso per cápita está entre los más elevados
del planeta (40.800 dólares anuales). Por eso debieron importar alimentos
por 25.800 millones en 2010, con una tasa de incremento anual de
8%/10%.
Más de 40% de la población saudí padece de obesidad y de
la enfermedad que es su derivado, la diabetes: 51% de las mujeres, 45%
de los hombres. Es una pandemia propia de los países avanzados, agravada
en el caso saudí por los hábitos pasivos de su población.
El destino de los países del Golfo es convertirse en los grandes importadores de alimentos del siglo XXI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario