LONDRES.- Justo
cuando su sector petrolero parecía listo para una recuperación, Libia
se dirige nuevamente hacia un caos sangriento que pone en riesgo la
producción y la exportación. Una interrupción del suministro desde el
país del Norte de África golpearía las refinerías europeas y elevaría
los precios del petróleo en todo el mundo.
Libia
–uno de mis seis miembros de la OPEP en riesgo de declives
involuntarios de producción– espera exportar más petróleo en abril que
en cualquier otro mes tras la caída de Muamar Gadafi en 2011. Sin
embargo, esos planes podrían verse truncados ante la nueva ola de
violencia, ahora que el gobierno internacionalmente reconocido de
Trípoli ha jurado "limpiar todas las ciudades libias de los agresores",
en referencia al supuesto Ejército de Liberación Libio (LNA, por sus
siglas en inglés) de Khalifa Haftar.
El
LNA controla el este del país y el escasamente poblado sur. Ahora,
Haftar ha vuelto a poner su mirada en Trípoli. Las milicias locales, con
más experiencia en la batalla y bien armadas, han jurado no solo
detenerlo, sino eliminar al LNA. Los llamados internacionales a la calma
y al fin del conflicto han caído en tierra muerta.
Las
instalaciones de producción de petróleo no están en riesgo inmediato
por el conflicto. El mayor campo petrolero del país, Sharara, está a 700
kilómetros al sur de Trípoli, y la mayoría de los demás están lejos en
el oriente. Sharara fue cerrado en diciembre, luego de que guardias y
residentes armados lo tomaran por demandas financieras, y permaneció así
hasta marzo. La producción solo se retomó en febrero, cuando el LNA de
Haftar lo tomó y lo puso nuevamente en manos de la Compañía Nacional de
Petróleo. Según informes, ahora la producción está cerca de la capacidad
del campo de 300.000 barriles al día.
Sin
embargo, el crudo de Sharara se exporta a través de la terminal Zawiya,
aproximadamente 50 kilómetros al occidente de Trípoli, y cualquier
intento de Haftar por ganar el control de todo Libia debería incluir
asegurar esas instalaciones, probablemente cortando los flujos de
petróleo en el proceso.
Además,
cualquier escalamiento en la lucha cerca de Trípoli aún podría impactar
la producción y las exportaciones, estimulando una repetición de lo que
pasó a principios de esta década. Durante la revolución que derrocó a
Gadafi, la infraestructura de producción y exportación logró evitar
daños a gran escala. Después de su caída, los choques entre las milicias
rivales dañaron instalaciones vitales. Los ataques a Ras Lanuf
redujeron el número de tanques de almacenamiento funcionales en la
terminal de exportación de 13 a solo 3, lo que redujo la capacidad de
los productores que confían en las instalaciones para exportar su crudo
de seguir bombeando cuando el mal clima cierra el puerto.
Esta
vez, si los combatientes se alejan de las instalaciones petroleras que
están custodiando, dichas instalaciones quedarían en mayor riesgo de ser
tomadas por células de ISIS aún presentes en Libia, o por grupos
locales inconformes.
Cualquier
pérdida de suministro de petróleo libio se añadiría a los ajustados
suministros globales como resultado del caos en Venezuela, las sanciones
de EE.UU. contra Irán y los recortes programados de la OPEP. El país
exportó poco menos de 1 millón de barriles al día el mes pasado, de
acuerdo con el rastreo de buques petroleros del Bloomberg, y planea
enviar 1,1 millones de barriles al día en abril.
No
es de sorprender que los mayores compradores del crudo del país se
encuentren en el Mediterráneo europeo. Las refinerías del área se han
visto golpeadas por la pérdida de suministros iraníes y puede que ahora
también tengan que reemplazar las cargas libias.
Al
menos hay un sustituto para estas últimas. La oferta estadounidense de
crudo derivado del shale ofrece un equivalente decente en términos de
calidad para los grados suaves, dulces (bajos en azufre) de Libia, mucho
mejor que para las cargas pesadas, amargas (altas en azufre) de Irán.
No obstante, los barriles estadounidenses están lejos del Mediterráneo y
tomará tiempo llevarlos a donde se necesitan. Aunque estas cargas
ofrecen el potencial para contener cualquier incremento del precio si
las exportaciones del Norte de África se ven interrumpidas, el impacto
no será inmediato.
El
temor de que el conflicto crezca ya está aumentando los precios. El
petróleo Brent cerró cerca de 70 dólares el viernes por primera vez desde
noviembre. La agresión en Libia seguirá añadiendo una prima de riesgo a
los precios del petróleo, y si el conflicto empieza a reducir las
exportaciones, los veremos dispararse.
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