Suenan
trompetas de Apocalipsis en el sector petrolero mundial. La caída del
precio del crudo había resultado hasta ahora beneficioso para muchas
economías y empresas, pero la nueva debilidad del barril por debajo ya
de los 35 dólares comienza a inquietar. Los países productores ven que
la principal fuente de su riqueza se derrumba, lo que está generando ya
elevados déficits públicos, afectando a su política de gastos y a las
importaciones de productos. Solo hay que ver el caso más dramático de
Venezuela.
Arabia
Saudí, Rusia, Argelia, Irán, México y Nigeria, entre otros, podrían
entrar en dificultad si la situación no se corrige, incluso con
posibles derivaciones políticas. Los analistas advierten: un
descenso continuado del barril puede convertirse en un arma de
doble filo para Europa. México, un país en plena privatización de
sus negocios petrolíferos es de los que más están sufriendo. La
petrolera estatal Pemex arrastra una fuerte crisis financiera y su
valor ahora ha bajado respecto a hace dos años. Su producción ha
caído de forma espectacular. En 2015, produjo 2,27 millones de
barriles diarios frente a los 3,3 millones que alcanzó en 2014.
En
Argelia, el déficit presupuestario representa ya el 12% del
Producto Interior Bruto (PIB), y en Arabia Saudí el déficit público se
ha disparado hasta el 15%. Según varios análisis, el petróleo
seguirá durante el primer semestre de 2016 en el entorno de los 40
dólares y habrá que esperar hasta 2017 para ver el barril por encima
de los 50 dólares. “Por debajo de los 35 dólares el barril, las
economías de muchos países productores son difícilmente
sostenibles”, señalan los expertos, a la vez que advierten de la
propia fragilidad política de muchos de ellos.
Según la
mayoría de los expertos, una prolongada caída del barril en 2016
reducirá el crecimiento económico mundial, debido a que, un
descenso del gasto y de las importaciones, afectaría
negativamente a los países que compran productos y a las empresas
con las que tienen en marcha proyectos de infraestructuras. Todo
ello, sin contar con los riesgos de desestabilización política
que puede generarse. La directora gerente del Fondo Monetario
Internacional, Christine Lagarde, ha alertado de estos riesgos,
especialmente sobre Nigeria, donde los ingresos por la venta de
petróleo sustentan toda la economía del país.
Temor en los países consumidores europeos
Los
países europeos netamente consumidores de crudo temen que todo
lo que les está resultando beneficioso por la caída de la factura
energética, se les puede volver también en su contra si ven
recortadas sus exportaciones. En Francia, algunos analistas han
comenzado a advertir de tal amenaza y señalan que el crecimiento
del país podría ser inferior al previsto. Además, la
ralentización económica que sufre China y las tensiones
geopolíticas incitan a pensar en estas amenazas, lo que hace temer
que las previsiones de crecimiento del 1,5% para este año que
estima el primer ministro francés, Manuel Valls, podrían no
cumplirse.
En Europa, sabemos que cuando Alemania estornuda el
resto de los países comunitarios se constipa. Pues igual sucede
con Arabia Saudí. Si la economía del mayor país productor de crudo
sufre un resfriado, muchas empresas constructoras y de bienes de
equipo pueden entrar en la UCI. El Gobierno saudí ha anunciado la
posibilidad de sacar a Bolsa la compañía estatal Aramco, la mayor
empresa mundial del sector como una vía de captar ingresos. Riad
valora la multinacional en billones de dólares, pero el
secretismo que impera en la firma saudí impide cualquier tasación
independiente. Algunas fuentes estiman que podría estar valorada
en hasta diez billones de dólares.
Una muestra de lo que puede
valer este gigante petrolero la tenemos si se compara, por
ejemplo, con ExxonMobil. Sus reservas petrolíferas están
valoradas diez veces más que las de esta multinacional
estadounidense. Su producción de petróleo representa el doble
del número dos mundial, la rusa Rosneft. El potencial de la
compañía estatal saudí supera los 260.000 millones de barriles
mientras que las entregas medias superan los nueve millones de
barriles diarios, con una punta de 10 millones de barriles diarios
en diciembre pasado.
Con la caída que han sufrido las
multinacionales petroleras mundiales en Bolsa es difícil
calcular lo que puede valer ahora Aramco. La capitalización
bursátil de ExxonMobil supera los 317.000 millones de dólares, lo
que la convierte en la tercera compañía americana por
capitalización, por detrás de Apple, primera, con 540.584
millones de dólares, y Microsoft, segunda, con 416.700 millones de
dólares.
La idea de sacar a Bolsa Aramco ha sorprendido a la
mayoría de los expertos. Primero, porque el precio del crudo cotiza
actualmente a niveles que no se registraban desde 2004, lo que
desaconsejaría salir en los próximos meses a Bolsa. Y segundo, los
problemas que arrastran las propias multinacionales
petroleras, cuyas cotizaciones se encuentran por los suelos. La
petrolera española, Repsol, cotiza por ejemplo al nivel más bajo de
las últimas dos décadas -en el entorno de los 9 dólares-. La
italiana ENI, por debajo de los 13 euros, roza también los mínimos
de mediados de la década pasada.
El problema de Arabia Saudí
es que está necesitado de ingresos debido a que su déficit se ha
disparado hasta el 15%. Las autoridades saudíes tomarán la
decisión en los próximos meses. Una de las opciones que se barajan
es no poner a cotizar la matriz Aramco donde está integrado todo el
negocio de venta de petróleo y, en cambio, sacar a Bolsa una de las
filiales de refino y petroquímica. La actividad del refino está
registrando mejores resultados que la venta de crudo en sí, lo que
podía hacer cambiar de idea al Gobierno saudí.
Sea cual sea la
decisión, lo que se demuestra es que el mayor país productor de
petróleo está abriendo su economía y que necesita ingresos
públicos para poder pagar las infraestructuras que está
realizando. La compañía ha llegado incluso a vender petróleo a
Europa por debajo del precio oficial de mercado lo que evidencia las
necesidades que tiene Arabia Saudí de lograr ingresos
adicionales.
(*) Periodista español