domingo, 16 de diciembre de 2018

Guterres cree que es esencial una investigación “creíble” por la muerte de Khashoggi


DOHA.- El secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que es “esencial” que se lleve a cabo una investigación “creíble” sobre el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, perpetrado el pasado 2 de octubre en el consulado saudí de Estambul.

“Mantengo lo que hemos dicho desde el principio: es absolutamente esencial tener una investigación creíble y que se castigue a los culpables”, dijo Guterres en una rueda de prensa durante el Foro Doha, organizado por el Gobierno de Qatar.
En su breve declaración, el responsable de Naciones Unidas aseguró que su principal fuente de información acerca del caso Khashoggi son “los medios de comunicación”.
Khashoggi fue asesinado el pasado 2 de octubre en el consulado saudí en Estambul, al que acudió para recoger unos documentos que le permitieran casarse con su prometida turca.
El caso, que ha desatado una tormenta diplomática internacional, está siendo investigado tanto por la justicia de Arabia Saudí como por la de Turquía.
Las autoridades de Arabia Saudí han admitido que Khashoggi fue asesinado por agentes saudíes, aunque en todo momento han afirmado que actuaron por cuenta propia, sin seguir instrucciones de la corona.
La Fiscalía saudí anunció el mes pasado que acusaba a 11 personas del asesinato del periodista y exigió la pena de muerte para cinco de ellas, todas ellas pertenecientes a un grupo de agentes que voló a Estambul para matar al periodista.
Además, exoneró de toda responsabilidad al príncipe heredero, Mohamed bin Salman, a quien muchos, entre ellos el Senado de Estados Unidos, involucran en el crimen.
El pasado 5 de diciembre, la Fiscalía de Estambul dictó una orden de arresto contra dos altos cargos saudíes, Ahmed Asiri y Saud al Qahtani, por su presunta vinculación con el asesinato del periodista disidente.
Turquía ha solicitado la extradición de los acusados, pero Arabia Saudí ha negado esta posibilidad y ha recalcado que el juicio tendrá lugar en Arabia Saudí.

La ONU pide que se respete la tregua en Yemen

GINEBRA.- El enviado de la ONU para Yemen, Martin Griffiths, exhortó este domingo a las partes beligerantes en Yemen a que respeten la tregua en la ciudad-puerto de Hodeida, estratégica en el oeste del país y en manos de los rebeldes, en donde se registran violentos combates y bombardeos aéreos.

En la red Twitter, el enviado subrayó que "espera que las dos partes respeten sus obligaciones conforme al texto y al espíritu del acuerdo" anunciado el jueves en Suecia, "y que se comprometan a aplicar inmediatamente las disposiciones".
"Naciones Unidas trabaja en estrecha colaboración con el gobierno yemení y Ansarulá (rebeldes hutíes) para velar por que las disposiciones del acuerdo de Hodeida sean implementadas correctamente", agregó Griffiths.
La tregua que rige desde el viernes no fue totalmente respetada.
Este domingo, se oyeron disparos esporádicos según informaron vecinos de esta ciudad a orillas del mar Rojo, punto de entrada de las operaciones humanitarias en Yemen.
"Se oyen ruidos de bombardeos y disparos sin poder localizarlos", dijo uno de los habitantes, interrogado por teléfono, quien requirió el anonimato.
Pero son sobre todo los combates y los ataques aéreos de la noche los más violentos desde el anuncio del cese el fuego, el jueves, lo que más preocupa.
Al menos 29 combatientes, entre ellos 22 rebeldes hutíes, murieron en estos combates, según afirmó un responsable progubernamental. Este balance no pudo ser confirmado por el momento por una fuente independiente.
Además, siete rebeldes fueron capturados en una ofensiva de los hutíes contra la localidad de Al Duraihimi, a unos 20 km al sur de Hodeida, agregó la misma fuente.
La agencia de prensa Saba, controlada por los hutíes, informó por su parte que la aviación de la coalición liderada por Arabia Saudita proseguía este domingo con sus ataques aéreos en la provincia de Hodeida; y acusó a las fuerzas progubernamentales de bombardear el sábado por la noche barrios residenciales de la ciudad.
Un habitante de Hodeida confirmó el carácter "violento" de los enfrentamientos de la noche, aunque señaló que la intensidad de los mismos había bajado en la madrugada.
El viernes por la noche, se registraron combates esporádicos en los barrios del este y el sur de Hodeida, al día siguiente del anuncio del alto el fuego, concluido en Suecia entre rebeldes y fuerzas leales al presidente Abd Rabbo Mansur Hadi.
Según los términos de este acuerdo, el alto el fuego tenía que entrar "inmediatamente" en vigor en Hodeida, en manos de los rebeldes y que se ha convertido en principal frente del conflicto desde hace meses. La retirada de los combatientes está prevista para los "próximos días".
Aunque el proceso es frágil, los rebeldes hutíes calificaron de "éxito" el acuerdo concluido en Suecia, al término de las primeras negociaciones de paz desde 2016.
Además de una tregua en Hodeida, este acuerdo prevé un intercambio de unos 15.000 prisioneros, así como medidas para encaminar la ayuda humanitaria a Taez (suroeste), ciudad en manos de las fuerzas progubernamentales y asediada por los insurgentes.
Una nueva ronda de negociaciones interyemeníes está prevista para finales de enero, para intentar definir un marco con vistas a una solución global del conflicto.
Desde 2014, la guerra en Yemen ha dejado al menos 10.000 muertos y puso al país al borde de la hambruna, tras "la peor crisis humanitaria del mundo", según la ONU.
Consciente de la fragilidad del acuerdo, el enviado para Yemen de la ONU, Martin Griffiths, reclamó el viernes el despliegue lo más rápido posible de observadores internacionales en Hodeida y otros puertos de la provincia.
"Permitir a la ONU tener un papel dirigente en los puertos es un primer paso vital. Esto tiene que pasar en los próximos días", dijo Griffiths en videoconferencia con el Consejo de Seguridad desde sus oficinas en Jordania.
Según diplomáticos, entre 30 y 40 observadores podrían desplazarse a Hodeida.

Jamal Khashoggi, Arabia Saudí o cuando el deporte traga con todo

MADRID.- El asesinato de Jamal Khashoggi no iba a alterar ni una coma del contrato firmado con Arabia Saudí para los próximos 10 años. Así lo hizo saber Alejandro Agag, consejero delegado de la Fórmula E, el pasado octubre, apenas una semana después de que el cuerpo del periodista apareciera descuartizado en el consulado saudí de Estambul. Así que, tal y como fijaba el programa, Enrique Iglesias atacó los primeros compases de su concierto bajo los muros de la ciudadela de Ad Diriyah, tal como recuerda el diario El Mundo. 

«Esto no se trata sólo de motor, sino del mayor festival de música y entretenimiento jamás visto en nuestro reino», avanzaba la organización, aún pendiente de la llegada de Leonardo di Caprio o Chris Hemsworth, dos de las celebrities más implicadas con este circo.
El sábado, al fin, los focos apuntaron a la parrilla, donde este año destacan las novedades de Felipe Massa y Stoffel Vandoorne. Por primera vez, las cámaras de la BBC emitían la prueba en directo. Nada debe interponerse en la puesta de largo del quinto Mundial de Fórmula E.
Los responsables de este negocio han reiterado durante las últimas semanas su vaporoso mensaje. «Esta categoría es una catalizadora del cambio, no sólo en la industria del motor, sino también en un sentido más amplio», deslizan desde la oficina de comunicación.
Poco importa que la primera de las 12 carreras de este campeonato de la limpieza energética se dispute sobre un mar de petróleo. O que Arabia siga a la cola en materia de derechos humanos y de la mujer.

Wrestling, boxeo, tenis...

Nada ha de cambiar ahora. Más bien todo lo contrario. El sábado las calles de Riyad, patrimonio de la UNESCO, rivalizaron con las de Hong Kong, Roma, París, Berlín o Nueva York, otras de las glamurosas sedes del Mundial. Ninguna herramienta mejor para la dictadura saudí que la diplomacia del deporte.
Sobre la mesa siguen rebosando decenas de contratos. Desde la histriónica WWE de lucha libre hasta las selecciones de fútbol de Argentina y Brasil, que el 16 de octubre ya dilucidaron en Yeda un amistoso. Desde el título mundial del peso supermedio de boxeo, a semejanza de un Thrilla in Manila o un Rumble in the Jungle, a un partido entre Rafa Nadal y Novak Djokovic.
Esta exhibición, prevista para el 22 de diciembre en Yeda, fue oficialmente suspendida por la lesión de rodilla del español. Sin embargo, tras esta decisión parecían asomar las advertencias de Amnistía Internacional y la rotunda postura previa de Roger Federer, la única estrella que, de momento, se ha negado abiertamente a participar en el reparto del pastel.
No parece que Cristiano Ronaldo, citado el 16 de enero en Riyad para el Juventus-Milan de la Supercopa de Italia, vaya a secundar al suizo. El fútbol, la joya de la corona en las ambiciones del reino saudí, no puede permitirse ese tipo de terremotos.

20.000 millones de euros

Mejor que nadie lo sabe Gianni Infantino, que el año pasado se reunió en Riyad con el rey Salman y su ambicioso heredero, de apenas 32 años. Un encuentro donde la familia real trasladó al presidente de la FIFA la intención de multiplicar su influencia a la manera de Qatar, la gran potencia futbolística de la zona, con quien mantiene lazos y rivalidades de más amplio rango.
Hartos ya de su papel marginal con el balón, los gerifaltes saudíes han decidido redoblar su apuesta con el nuevo Mundial de Clubes.
Un proyecto, de tintes faraónicos, que destierre al fin el triste formato actual y reúna cada cuatro años a los 24 mejores equipos del planeta. En total, el desembolso podría superar los 20.000 millones de euros.
El otro foco de atención se traslada al Mundial 2026, organizado por Estados Unidos, México y Canadá y previsto ya para 48 selecciones. Ningún inversor podrá competir allí con el músculo árabe.

Sueldos de 10.000 euros y nada que hacer: la vida de los españoles en Arabia Saudí


MADRID.- Segregación total de sexos y muy poco ocio. A cambio, salarios superiores a los 10.000 euros mensuales y un notable impulso a su carrera profesional. Esa es la perspectiva para los miles de extranjeros que trabajan en Arabia Saudí superando las formidables limitaciones que este país impone a los trabajadores inmigrados, incluso a los altamente cualificados. De estos, casi 2.300 son españoles, según publica hoy El Confidencial.

Alberto Sánchez dio casi por azar con el anuncio que le iba a cambiar la vida: una oferta, colgada en la web del Colegio de Geólogos de España, para trabajar en un proyecto de infraestructuras en la costa saudí. Pese a las lógicas reticencias a vivir en uno de los Estados más restrictivos del mundo, no se lo pensó demasiado. Su contrato en España acababa de terminarse, no tenía ataduras familiares y, aunque su única estancia larga en el extranjero hasta el momento había sido una beca Erasmus en Italia, decidió dar el paso. "Me lié la manta a la cabeza y aquí estoy", nos dice por teléfono con un marcado acento asturiano.
Alberto vino con un contrato de seis meses y, aunque tenía pensado prolongar su estancia, ha visto cómo le surgía una buena oportunidad laboral en Europa y ya se prepara para hacer las maletas. 
Su caso, lejos de ser extraordinario, resume bien la experiencia de muchos compatriotas en el reino: por lo general especialistas de sectores muy concretos —hidrocarburos, industria, educación— que pasan entre seis meses y unos pocos años en el país, casi siempre constreñidos en enormes complejos residenciales para extranjeros ('compounds', como los llama todo el mundo), con remuneraciones que en España pueden parecer desorbitantes, y con escasas oportunidades de hacer vida local.
Para muchos de ellos, Arabia Saudí supone un antes y un después en su carrera. Es lo que experimentó Juan Carlos, que residía en el Reino Unido cuando la modesta empresa energética para la que trabajaba se encontró con la oportunidad de establecer una 'joint venture' con una firma saudí, y le ofreció mudarse allí. "Me mejoraban bastante las condiciones, así que me fui", nos dice. "Por lo general, el perfil español aguanta muy poco, un año o así. Yo estuve cuatro", comenta.
"La barrera de entrada es muy fuerte", explica, algo que abarca desde los visados —por lo general no se permite que los no musulmanes pongan el pie en el país, salvo en el caso de los trabajadores especializados y otras excepciones muy contadas— hasta la necesidad de contar con un socio local. "Para las PYME es muy complicado. El alojamiento es muy caro, de 2.500 ó 3.000 euros al mes", explica.

Ciudades en el desierto

La mayoría de los extranjeros viven en los llamados 'compounds', recintos que por lo general cuentan con todo tipo de comodidades para los residentes. Los más espectaculares son los de los trabajadores estadounidenses de la empresa petrolera estatal Saudi Aramco, auténticas ciudades en el desierto que cuentan con sus propios hospitales e incluso campos de golf, pero a los que es imposible acceder a no ser que uno de sus habitantes se responsabilice del visitante, algo que no es tan fácil como puede parecer. "Tiene que pasar un tiempo hasta que conoces a alguien de dentro. Ellos prácticamente no salen, así que el aislamiento se retroalimenta", dice Juan Carlos.
"Si quieres ahorrar, tienes que vivir fuera de un 'compound'. Pero allí la segregación es muy fuerte. Hay mucha mezquita por todas partes, y dependes del coche para todo", nos cuenta. Él mismo, durante las primeras etapas, vivió en un hotel y posteriormente en un piso de solteros, hasta que decidió sacrificar parte de su sueldo para residir en uno de estos complejos. 
"Cuando te acostumbras a la segregación, es llevadero. Yo me pasaba semanas sin ver a una chica hasta que iba a un 'compound'. Pero ahora que he vuelto a España es cuando me he dado cuenta de lo extraño que es vivir sin mujeres alrededor", nos dice.
Hubo un tiempo en el que Arabia Saudí era un país diferente, en el que se permitía que se celebrase la Navidad cristiana, se toleraba que los extranjeros bebiesen alcohol e imágenes de mujeres sin velo aparecían en la televisión y la prensa escrita. Todo cambió a finales de 1979: el 20 de noviembre de ese año, varios cientos de radicales dirigidos por un iluminado llamado Mohamed Abdullah Al Qahtani —que se creía el Mahdi, el redentor de los creyentes antes del Día del Juicio— asaltaron la Gran Mezquita de La Meca y tomaron a miles de peregrinos como rehenes, exigiendo un regreso a la pureza original del islam. Las fuerzas de seguridad saudíes, apoyadas por comandos paquistaníes y franceses, tardaron dos semanas en sofocar la insurrección.
En ese momento, la Casa de Saúd tuvo que tomar una decisión que se revelaría crucial: o aprovechaba la ocasión para tomar medidas contra el clero ultraconservador que había inspirado a los seguidores de Al Qahtani (y amenazaba con desatar otras rebeliones), o se aliaba con él. 
Los monarcas saudíes optaron por el apaciguamiento, lo que condujo a una profunda transformación social y legislativa. El Consejo de Ulemas empezó a determinar qué era aceptable y qué no, y quienes decretaron cosas como el cierre de todos los cines del país, y los llamados 'Mutawín', o "policías de la moral', se encargaron de que los saudíes lo acatasen.
La Arabia Saudí de hoy es probablemente el Estado más religioso del planeta. A muchos españoles les cuesta adaptarse, por ejemplo, a que las tiendas se paralicen durante la hora del rezo, cuando resulta imposible pagar incluso en las grandes superficies. 
"Además, cambia con la hora solar", señala Alberto. Sin embargo, ninguno de ellos ha sentido hostilidad por tener una religión diferente. "Al contrario, a veces por ser europeo te tratan mejor. La gente es muy maja. Lo que hay es sobre todo curiosidad, te preguntan de dónde eres, incluso cuando hay una cola nos ceden el sitio para que no tengamos que esperar. Y a los españoles, con el tema del Madrid-Barça, ya ni te cuento", dice este geólogo.

Segregación absoluta de sexos

Pero todos los residentes consultados hacen mención a la absoluta separación de sexos y a las restricciones impuestas a las mujeres. "A mí me chocaba mucho ver a niños de 12 ó 13 años haciendo de conductores para llevar a sus madres, pero sin embargo ellas no podían conducir", dice Ángel Marivela, un ingeniero de caminos que pasó un año en Arabia Saudí entre 2015 y 2016. 
Ahora la cosa ha cambiado un poco, al hilo de las reformas impulsadas por el príncipe heredero Mohamed Bin Salman: "Yo estaba aquí el día que se permitió oficialmente la conducción a las mujeres. Ahora no es que se vean muchas, pero alguna hay", comenta Alberto.
No es la única transformación que ha sufrido el país: "Yo leí bastante sobre el tema antes de venir, así que más o menos me esperaba lo que me encontré, de hecho es incluso más 'light', porque muchos de los comentarios de gente que había estado por aquí eran de hace unos años. Ahora, por ejemplo, puedes entrar en cualquier centro comercial con pantalones cortos y no pasa nada", dice. 
A esta relajación ha contribuido el recorte de competencias de los "policías de la moral" decretado por Bin Salman en 2016, que les privó, por ejemplo, de poderes para realizar arrestos. En abril de este año se inauguró el primer cine comercial desde los años 80.
Obviamente, la experiencia es mucho más dura para las mujeres. "Como chico, esto está genial, puedes hacer lo que quieras, pero como mujer es un auténtico rollo", nos dice Silvia (nombre ficticio), profesora de universidad en una de las principales ciudades saudíes, que prefiere que no demos más datos para no meterse en problemas. 
Para empezar, está la obligación de vestir siempre en público la abaya, una vestimenta tradicional femenina de Oriente Medio que en Arabia Saudí incluye un velo sobre el rostro. "Tienes que buscar compañía masculina para todo", comenta Silvia, mientras lucha por hablar por el móvil sin descubrirse la cara.
Nos explica que hace apenas unos días tuvo que reclutar a un amigo para que se hiciese pasar por un pariente directo y le acompañase a comprar unos simples enchufes. "Tampoco me puede venir a visitar ningún amigo. Solo se permite a mi familia más cercana, como mis padres, o mi hermana, pero por ejemplo mi hermano no puede. No dan visados de turista", comenta.
¿Por qué elegir, entonces, un destino como Arabia Saudí? "En mi caso, vine porque pagan un dineral. Yo soy artista, estoy terminando mi tesis y me venía muy bien el aburrimiento que se pasa aquí y el ahorrar dinero, así que es perfecto para eso", explica. Hasta hace poco vivía en Londres, donde le hicieron la entrevista de trabajo y le ofrecieron un contrato por dos años. "Me pagaban también la casa, no tengo ningún gasto. En eso estoy, muy sana, sin beber alcohol, estudiando todo el día y yendo al gimnasio", dice riéndose.
"Hay que reconocer que vives muy aislado, en una semiburbuja, rodeado de españoles o extranjeros. Vas del trabajo a casa y de casa al trabajo, y de ahí al centro comercial. Lo máximo que sales es a restaurantes a cenar, y siempre con europeos", reflexiona Ángel, que trabajó principalmente en la ejecución de la obra de la universidad de Al-Jouf, muy cerca de la frontera con Jordania. 
"Nosotros, como estábamos en una ciudad pequeña, teníamos algo más de trato con saudíes, por ejemplo cuando íbamos al gimnasio, donde no había ningún tipo de separación ni de discriminación", relata.
Aun así, dicen, compensa. "Los trabajos están mucho mejor remunerados y te pagan todo: el 'compound', el coche, la gasolina, viajes a España varias veces al año. Al final solo ahorras. Además, hay poco en qué gastar. Si vas a Dubái el fin de semana, aprovechas, pero el resto del tiempo estás ahorrando", señala Alberto. 
"Ese es el motivo de mucha gente para venir, sobre todo gente en puestos superiores. Cuando acaban su contrato, se llevan un buen colchón económico a España para invertir o para lo que consideren oportuno", comenta.
Para otros es simplemente una buena alternativa al desempleo. "Es mejor que estar en paro en España. Si vienes con pareja e hijos puede estar genial: los críos aprenden idiomas, ahorras un montón, así se debe hacer más llevadero. Pero venir sola y como mujer es bastante duro, la verdad", dice Silvia. 
"A ver si España está mejor dentro de dos años para poder volver. Si no, tocará buscar otro sitio, o renovar aquí".