Entre el 22 y
el 24 de febrero, la Iran Petroleum Company presentará en Londres el
nuevo contrato (Iranian Petroleum Contract) que ofrecerá a partir de
ahora a los inversores extranjeros en esa industria. Es uno de los
primeros resultados del levantamiento oficial de las sanciones europeas
contra Irán por su programa nuclear, y de una parte de las impuestas por
los Estados Unidos.
El
llamado Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA) recibió el visto
bueno del Organismo Internacional de la Energía Atómica el día 16, con
lo que Irán queda ‘open for business’, y no sólo en el campo de la
energía. Europa levantará de inmediato sus sanciones comerciales
y financieras, y los Estados Unidos irán retirándolas a plazos,
según la naturaleza de cada una.
El JCPOA limita las
investigaciones de energía atómica para usos civiles durante
quince años. Los desarrollos más directamente conducentes a una
posible arma nuclear se hallarán bajo inspección internacional
durante veinticinco.
Seyed Mehdi Hosseini, presidente del
comité para la Reestructuración de Contratos de Petróleo, ha anunciado
los planes del gobierno y de la compañía estatal para incrementar
sustancialmente la producción. Irán espera añadir 500.000
barriles/día a su actual producción en una semana, y otro
aumento de 500.000 b/d en seis meses. Estimaciones moderadas
calculan que Irán tiene un stock de al menos 25 millones de barriles
de petróleo y condensados. Se calcula que Europa recibirá en las
próximas semanas petróleo iraní a un ritmo de 200.000 b/d.
Hosseini
ha advertido a las compañías extranjeras que inviertan u ofrezcan
sus servicios a Irán que se van a encontrar una industria
energética local muy competitiva, debido a la necesidad que ha
tenido de prepararse para sobrevivir en condiciones muy
adversas. La duración de los contratos se podrá prolongar a
veinticinco años.
Cambios en algunas expectativas nacionales
La
entrada de más petróleo, en un mercado ya saturado y con precios
a la baja, es una pésima noticia para determinados países, como
Venezuela, Ecuador, Rusia, Brasil, etc. También es una razón más para
que los otros grandes productores del Golfo (Arabia Saudí, Kuwait,
etc.) mantengan su política de precios bajos, al objeto de
frustrar las expectativas de Irán, de asegurarse rápidamente
fuertes ingresos por su energía.
Se estima que para que el
presidente Rouhani cumpla sus planes económicos necesitaría un
petróleo a $60/barril. Sin embargo, el barril Brent bajó a $29 el
viernes pasado.
Las finanzas de los países de la Unión Europea
tienen el viento en popa en materia de energía, al menos durante este
año. Pero si los precios del petróleo se recuperan, Europa tendrá
dificultades para mantener su modesto crecimiento actual. El
caso de España es particular. Los dos meses de incertidumbre
política vividos desde las elecciones generales de diciembre, y
los que aún pueden estar por delante debido a la dificultad de
formar gobierno, restan dinamismo y confianza a los agentes
económicos y al propio gobierno, desaprovechando la bonanza de
los precios bajos, que normalmente sería la oportunidad de dar un
fuerte estímulo a la economía.
Teherán se marcó hace tiempo el
objetivo de seis millones b/d de petróleo, que hoy parece
imposible de alcanzar en el plazo corto o medio. Primero, hay
exceso de oferta para el nivel de precios que Irán necesita.
Segundo, el regreso de las compañías occidentales al mercado iraní
estará condicionado por la confianza política en la
estabilidad interna del régimen. Si en los años 90 del pasado
siglo sólo dos grandes compañías occidentales, Total y ENI, se
aventuraron a trabajar en Irán a pesar de las dificultades de tipo
político, la confianza de los inversores se hundió durante los
ocho años de mandato presidencial de Mahmud Ahmadinejad (2005-2013),
en los que Teherán siguió una política deliberada de
hostigamientos hacia los intereses occidentales.
La
vigencia de veinticinco años de los contratos suscita la cuestión
de si el régimen es o no constitucionalmente tan estable como
para garantizarlos durante ese periodo. El actual presidente,
Hassan Rouhani, se ve frenado en sus intentos de liberalización
del régimen por la Guardia Nacional Revolucionaria, que tiene su propia
agenda política en lo interior y lo internacional. Según se
sospecha, la GNR era la principal fuerza promotora del arma
nuclear. El mandato de Rouhani finaliza en 2017, y su continuidad
en la presidencia requiere de un delicado balance de las fuerzas
políticas y religiosas. El líder supremo, Alí Jamenei, que ha
respaldado las negociaciones nucleares, es un hombre muy mayor.
Irán se refuerza tanto en el Golfo como en Oriente Medio
Irán
recibirá próximamente una fuerte inyección de liquidez, con el
acceso a unos $100.00 millones que se estima tiene inmovilizados
en entidades obligadas a hacerlo, debido al régimen de sanciones
de las Naciones Unidas.
Aparte, naturalmente, de la
previsible satisfacción de muchas demandas de consumo,
contenidas durante años, ese dinero puede servir para la
adquisición de bienes de capital que renueven la planta
industrial. Uno de los más probables beneficiarios sería Airbus,
con una demanda potencial de 114 aviones de transportes.. El
levantamiento de las sanciones fue calificado por Rouhani como
“un cambio de rumbo para la economía”. Además, añadió, “abren un
nuevo capítulo en las relaciones de Irán con el mundo”.
Si en
la situación recién creada Irán queda rehabilitado ante la
comunidad internacional, o no, es una cuestión ardua de
dilucidar. Arabia Saudí y otros países del Golfo verán con inquietud
un aumento del potencial económico de Teherán, que le permitiría
sin gran ‘dolor’ ayudar a sus aliados en la Península Arábiga: en
Yemen, Bahrein, e incluso a los chiitas de Arabia Saudí. Además, por
supuesto, de la Siria de al-Assad, beneficiaria directa de la
ayuda financiera y militar de Teherán. Desde ese punto de vista,
Rusia, uno de los miembros del comité de potencias garantes del
JCPOA, ve reforzado el triángulo Moscú-Teherán-Damasco, en
detrimento de las fuerzas rebeldes sirias y del llamado Estado
Islámico.
Ankara debe mirar con cautelas el crecimiento de sus
intercambios comerciales con Irán, porque la nueva situación
ofrece a este país mejores oportunidades para desarrollarse como
gran potencia regional, con intereses estratégicos distintos,
si no opuestos a los de Turquía, dada la intensa rivalidad desatada
en estos momentos entre las secciones sunita y chiita del Islam, que
tanto Turquía como Irán quieren liderar.
(*) Periodista español
https://www.capitalmadrid.com/2016/1/18/40857/iran-open-for-business.html