GIJÓN.- Alcoa asegura que no se trata de una deslocalización, pero cada vez da más pasos para hacerse fuerte en Arabia Saudí mientras cierra factorías por el resto del mundo. Mientras sigue incierto el futuro de las de Avilés y La Coruña -las plantillas de ambas plantas deciden hoy lunes si aceptan o no el preacuerdo firmado con los comités el pasado martes-, la multinacional estudia aumentar la producción en Oriente Próximo, en 150.000 toneladas, la misma cantidad que producen las plantas de Asturias y Galicia
que pretende cerrar. Esta circunstancia ha llevado a los sindicatos a
acusar, en varias ocasiones, a Alcoa de querer deslocalizar la
producción, según publica hoy El Comercio.
No en vano, la multinacional estadounidense ha mostrado su
predilección por la factoría saudí de Maaden desde 2009, cuando se hizo
poseedora de ella en un 25, 1% -el 74,9% restante pertenece al Gobierno
del país-.
Lleva años invirtiendo en ella, consciente de que el aluminio
tiene el futuro asegurado gracias a las minas de bauxita -mineral con
el que se genera la materia prima alúmina- del país, que tienen una
capacidad inicial de 4 millones de toneladas. Pero también por el fuerte
impulso que le está dando el Ejecutivo de Arabia Saudí a través del
plan Visión 2030.
Se trata de una hoja de ruta para reducir la
dependencia del petróleo, lo que significaría triplicar la contribución
de la industria minera al PIB del país en los próximos 24 años. Esto
convierte a Maaden en un actor principal del programa de reforma
económica de Arabia Saudí.
Hasta ahora esta factoría ha aportado al
Producto Interior Bruto del país 4.000 millones de dólares, según se
reveló en el Foro de CEOs de ese país árabe celebrado en Riyadh en mayo,
tal y como informó Arab News.
Maaden-Alcoa
produce en la actualidad 1,8 millones de toneladas anuales de alúmina y
740.000 toneladas de aluminio cada año y cuenta, además, con un sistema
de generación de energía propio a través de combustibles fósiles. Da
trabajo de manera directa a 3.500 personas y de forma indirecta, a
12.000.
Sin embargo, estas cifras podrían crecer si el plan de aumento
de producción avanza. Se trataría de incrementarla en 600.000 toneladas
anuales en total, de las que 150.000 le corresponderían a Alcoa por ser
propietaria en un 25,1%. De llevarse finalmente a cabo, se lograrían
unos 3.000 empleos más directos e indirectos de «alta calidad», tal y
como se reveló en el Foro de Riyadh.
«Estamos
decididos a asegurar que el sector minero alcance los 97 mil millones
de riyal saudí -más de 22 mil millones de euros- para 2020, creando en
este proceso 90.000 oportunidades de empleo», recoge el plan Visión
2030.
Y para ello, añade el documento, «formaremos asociaciones
internacionales estratégicas -como es el caso de Alcoa y Maaden- y
elevaremos la competitividad y la productividad de nuestras empresas
nacionales. Esto aumentará su contribución al crecimiento del sector,
así como a la localización del conocimiento y la experiencia».
Mientras Arabia Saudí trabaja de forma decidida para atraer nuevas
empresas al país apoyándose en su riqueza de materias primas y en los
bajos costes energéticos, España lucha por retener a Alcoa.
Los
trabajadores de las plantas de Avilés y La Coruña deberán decidir hoy,
en sendas votaciones que se celebrarán en ambas fábricas, si aceptan el
pracuerdo suscrito el pasado martes entre los representantes de las
plantillas y la empresa.
Según ese documento, se fija como plazo el 30
de junio para que el Gobierno encuentre un inversor que se haga cargo de
las plantas y, en caso de no haberlo, se procederá al cierre de las
mismas.
Durante este periodo, la empresa se compromete a destinar 20
millones a cada planta para mejorar sus instalaciones y facilitar, de
esta forma, la llegada de un inversor.
Alcoa
opera en Avilés desde 1998, cuando adquirió la entonces empresa pública
Inespal. La venta se saldó con un valor de 381,4 millones de euros y
con la condición de que la multinacional estadounidense invertiría 390,3
millones de euros en un plan a diez años, de los que 209,1 millones
tenían que ir destinados a la modernización de las plantas y otros 155 a
seguridad, higiene y medio ambiente.
Sin embargo, según denuncian los
trabajadores «la única inversión de calado y comprometida en esta última
partida, fue la modernización de las series de electrólisis de Avilés y
La Coruña -las que ahora quiere cerrar-pero no gastó ni la mitad de lo
acordado».
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