PARÍS.- La compra de tierras agrícolas en
África o Asia resultó un negocio decepcionante y los inversores miran
ahora hacia países ricos como Australia, Francia o Estados Unidos, con
mejores infraestructuras y menor potencial de litigios.
La mayor
hacienda de Australia, de más de 100.000 hectáreas y 185.000 cabezas de
ganado, pasó a manos de un fondo chino el mes pasado. El terreno
representa un 2,5% de las tierras agrícolas del país.
En Francia,
las autoridades se enteraron tardíamente de la adquisición de 1.700
hectáreas para cultivar trigo en Berry, en el centro del país, por un
fondo de inversiones chino.
En América del Norte se da el mismo
fenómeno. Capitales sauditas han invertido en California y Arizona para
producir alfalfa para la empresa lechera Almarai.
Pese a que
tienen un precio relativamente elevado, esas parcelas se benefician de
legislaciones que cuidan el acceso al agua para terrenos agrícolas,
indicó la organización France Export Céréales en un estudio.
La
crisis de los precios de los alimentos en 2008 y el cierre de algunos
mercados a la exportación creó un sentimiento de emergencia y, para
asegurar el aprovisionamiento del Golfo y de China, hubo movimientos
especulativos que propulsaron la disoparada de los precios, explicó el
periodista Fred Pearce, autor de "The Land Grabbers", una obra de
referencia sobre el acaparamiento de la tierra.
Según Land Matrix
(www.thelandmatrix.org), un observatorio independiente sobre la compra
de tierras, más de 42,4 millones de hectáreas en todo el mundo pasaron a
manos de inversores extranjeros. "La mitad de ellas en África", destacó
el economista Ward Anseeuw.
Anseeuw, investigador en Pretoria del
Centro de Cooperación Internacional en Investigaciones Agronómicas para
el Desarrollo (Cirad), estudia desde hace más de diez años estas
inversiones.
"En conjunto, sólo un 6% de esas tierras realmente
son valorizadas y solo un 4% en África", explicó. "La gran
mayoría quebró, los inversores perdieron muchísimo dinero y la
producción en realidad apenas despegó", agregó.
"Habitualmente,
las tierras recién deforestadas no están adaptadas a la agricultura
intensiva para producir cereales, como en Europa o en Estados Unidos",
explicó Anseeuw.
Entonces "se hace más rentable comprar tierras
en Europa o en Estados Unidos, que son más caras pero tienen
infraestructuras y acceso garantizado al agua".
Para el
investigador, "la fiebre por las tierras agrícolas se ha atenuado de
manera importante en los últimos años y estas quiebras tienen mucho que
ver" con ese desinterés.
También influyó el desplome de los precios agrícolas y de los biocarburantes.
"Después
de 2008, países como Qatar o Corea del Sur enviaban abiertamente
misiones diplomáticas a Laos o Madagascar para negociar [la compra de]
inmensas parcelas", confirmó Devlin Kuyek de Grain, una ONG con sede en
Montreal, que se especializa en la cuestión del acaparamiento de
tierras.
Kuyek
explicó que pese a legislaciones para proteger terrenos agrícolas en
Brasil y Argentina y dificultar las compras de grandes extensiones, los
inversores siguen utilizando vacíos en la reglamentación.
"En Brasil por ejemplo, los fondos de pensión utilizan sistemas de registro especialmente complejos", dijo.
Pero ahora, los inversores buscan lugares menos riesgosos, donde los derechos de propiedad estén establecidos, indicó.
Varios
incidentes, algunos de ellos violentos, se produjeron en África y en el
sudeste asiático, en tierras atribuidas a expensas de comunidades
locales, desplazadas de un día para el otro.
Ahora, los capitales se orientan hacia Australia, América o Europa.
"Pero ahí el tema también es sensible", explicó Kuyek.
En
Canadá, "la provincia de Saskatchewan tuvo que organizar una consulta y
modificar su legislación tras la presión popular para impedir que
fondos de pensiones compraran fincas".
"Sin embargo, los
inversores siguen buscando lugares donde las tierras estén subevaluadas,
esperando que un día la situación se estabilice", dijo.
Al fin y al cabo, se trata de una inversión, explicó en referencia a la estrategia de los fondos de pensión chinos.
"Antes hubieran comprado castillos en Francia, ahora son tierras agrícolas", concluyó Kuyek.
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