Traen al recuerdo los repuntes alcistas del precio del barril de
petróleo de estas últimas fechas -con sus correspondientes traducciones
en las Bolsas-, aquello que sucedió en 1973, por causa de la Guerra del
Ramadán, con el encarecimiento súbito y violento del precio del crudo,
inducido por la OPEP por medio de una reducción drástica de las
extracciones, como represalia contra el Occidente industrial por su
apoyo a Israel en el curso de la última contienda entre el Estado judío y
los otros semitas. El impacto de la medida sancionadora fue suficiente
para que se viniera abajo la inercia de prosperidad económica de los
años 60, denominada del “baby boom” por su muy significativo repunte
demográfico.
El rebote económico de aquella sanción política por causa de tal
contienda precisó hasta qué punto el petróleo podía oficiar por vía de
precios, como factor de arbitraje. No sólo en los procesos económicos
sino también en los políticos e incluso los históricos. En este último
sentido, la sanción de la OPEP -impulsada por sus socios árabes,
especialmente desde el peso dirimente de Arabia Saudí- por sus efectos
en la economía occidental, se tradujo en España en una desestabilización
de fondo tan enérgica que estuvo a punto de torpedear la Transición en
el inicio de su despegue. Riesgo que se esquivó con los Pactos de la
Moncloa, vista su necesidad y políticamente impulsados por la
inteligencia de Enrique Fuentes Quintana.
Obviamente, la incertidumbre y los riesgos que arbitra el petróleo en
este ahora, son de muy distinta naturaleza y alcance que la de aquel
cambio epocal situado en la primera mitad de la década de los años 70. Y
se acompaña de un muy diferenciado escenario -el de la caída general de
los precios de las materias primas, a la que centralmente pertenece-.
Correspondiéndole una jerarquía causal indiscutible. Tanto como lo que
señala su propia repercusión económica y política en Arabia Saudí, con
su revolución presupuestaria y su secularización del orden público. Del
que ha sido apartada la Policía Religiosa.
Posiblemente esta incidencia “arbitral” (junto con la tensión entre
Ryad y Teherán) en la primera potencia exportadora de crudo puede
significar, para las incertidumbres económicas, tanto como la suma de
los componentes que configuran el origen de las actuales oscilaciones en
los precios del barril, tanto del “West Texas” como del “Brent”.
(*) Periodista español
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