domingo, 3 de enero de 2016

Nimr al Nimra: "Mi muerte será un motivo para la acción"


BEIRUT.- La ejecución sumaria del prominente clérigo chií Nimr al Nimr, una voz discordante en el reino suní, ha despertado una ira tal que amenaza con exacerbar las tensiones en el país saudí y sus vecinos.

Desde El Líbano e Irak a Siria e Irán las autoridades han condenado la ejecución y han advertido que tendrá consecuencias.
Sobre la mayoría de los decapitados en Arabia Saudí, cuya Justicia está supuestamente inspirada en la ley islámica (‘Sharia’) apenas se escribe. Al menos 70 de los muertos el año pasado eran trabajadores extranjeros, según fuentes de Human Rights Watch (HRW), acusados de asesinato e incapaces de pagar el llamado ‘dinero de sangre’ –la compensación económica requerida por la familia de la víctima para ‘perdonar’ al reo–.
La minoría chií en el país, que se concentra en el este, en la provincia de Al Qatif, denuncia estar marginada. Pese a asentarse en la zona de mayor riqueza en hidrocarburos y donde se encuentra la mayor terminal de refino y exportación de crudo saudí, la zona ha permanecido olvidada por el gobierno y los chiíes denuncian ser víctimas de discriminación económica. Ademas, los chiíes no pueden ingresar en el Ejército ni trabajar en los ministerios de Interior o Exteriores, entre otros.
El clérigo Nimr al Nimr vivió casi diez años en Irán, donde estudió la versión chií del islam, y era imán de una mezquita en la localidad de Auamiya.
Él fue uno de los protagonistas en aquellos días de revueltas hasta que en 2012 fue detenido –durante la captura resultó herido por un tiroteo que supuestamente inició él, según las autoridades–. Por su parte, según recogía entonces la agencia AFP, el Centro de Justicia y de Derechos Humanos dijo que las fuerzas de seguridad le tendieron una emboscada.
"Estoy seguro de que mi detención o muerte serán un motivo para la acción", dijo en un sermón en una mezquita antes de su arresto, según DPA.
En 2014 un tribunal saudí le condenó a muerte por incitación al conflicto sectario y desobediencia a los gobernantes del país, tras un proceso que organizaciones como HRW tachan de injusto. El pasado mes de octubre, el Tribunal Supremo confirmó la condena contra el clérigo de 55 años. En aquel momento, los líderes chiíes de Irán, Irak y Líbano advirtieron a Arabia Saudí que su ejecución traería consecuencias.
El líder máximo iraní, Alí Jamenei, dijo que el clérigo había sido ejecutado por su oposición a los gobernantes sunitas de Arabia Saudita.
"Este erudito oprimido ni invitó a nadie a un movimiento armado ni estaba involucrado en conspiraciones encubiertas", dijo el líder iraní en un mensaje a través de Twitter.
De acuerdo con Jamenei, el único acto cometido por Al Nimr fue su "crítica abierta".
Y añadió: "La sangre injustamente derramada del mártir oprimido #SheikhNimr afectará rápidamente y la venganza divina se apoderará de los políticos saudíes".
 El ayatollah Ahmad Khatami, advirtió también desde Irán de que las repercusiones podrían llegar a tumbar al régimen saudí.
En el mismo sentido, Nuri al -Maliki, ex primer ministro de Irak y prominente político con vínculos con Irán dijo que esta ejecución marcará el principio del fin del Gobierno de Arabia Saudí. "Condenamos enérgicamente estas detestables prácticas sectarias y afirmamos que este delito derrocará al régimen saudí igual que la ejecución del mártir Mohammed Baqir [clérigo chiita asesinado en 1980] acabó con Sadam Husein".
Mientras, Humam Hamoudi, destacado político chií y miembro del poderoso Consejo Supremo Islámico de Irak, aseguró que la ejecución del clérigo "sirve al Estado Islámico".
En El Líbano, el vicepresidente del Consejo Superior Chií, el jeque Abdul Amir Qabalan, calificó la ejecución de "grave error" y dijo a través de un comunicado que "podría haber sido evitado mediante la emisión de un indulto real que hubiese contribuido a reducir la tensión sectaria que azota Oriente Medio y a reforzar los lazos de cooperación entre musulmanes".
Por su parte, la ejecución fue calificada de “asesinato” por parte de la milicia libanesa chií Hizbolá en un comunicado emitido por la emisora cercana Al Manar.
Críticas similares fueron lanzadas en Irak por el diputado Mohamed al Sayhud, de la coalición chií gobernante, quien dijo a una televisión local que la ejecución provoca tensión sectaria y "pone la región en llamas".
Por ahora se han registrado enfrentamientos entre manifestantes y Policía en Bahrein, donde la minoría chií se encuentra en una situación parecida a la de los saudíes. Los chiíes tomaron las calles en varias localidades después del rezo del mediodía para protestar por la ejecución, lo que derivó en choques con las fuerzas de seguridad. 
La situación en Bahrein es inestable desde febrero de 2011, cuando comenzaron las protestas de la mayoría chií contra la monarquía suní gobernante para exigir reformas políticas.

¿Quién era Nimr al Nimr?

El clérigo Nimr al Nimr fue un destacado y elocuente líder religioso que salió de la minoría chiita de este país wahabita.
Fue arrestado en 2012, el año en que se desataron varias protestas en la Provincia Oriental, que es rica en petróleo y la más grande del país, como parte de las movilizaciones de la Primavera Árabe.
Durante su arresto, después de una persecución en automóvil en el distrito de Qatif, le dispararon cuatro veces en la pierna.
Tres personas murieron en las manifestaciones que se desencadenaron por su detención en los días posteriores.
Nimr al Nimr, quien tenía más de 50 años, había expresado abiertamente su apoyo a las protestas contra el gobierno en la provincia, donde la mayoría chiita ha denunciado por años que son discriminados por las autoridades.
Expertos aseguran que el religioso contaba con una amplia base de seguidores muy jóvenes en Arabia Saudita y Bahréin. Fue un crítico agudo de las monarquías sunitas de ambos países.
Con ayuda de los sauditas, Bahréin controló y terminó con las movilizaciones populares de su población mayoritariamente chiita en 2011.
En los últimos 10 años, el clérigo fue arrestado varias veces. Supuestamente había sido golpeado por la policía secreta en una ocasión en que estaba en custodia.
Su sentencia de muerte fue confirmada en octubre de 2014. Su familia informó que había sido hallado culpable, entre otros cargos, de buscar "intromisión extranjera" en el reino.
Al Nimr nunca negó los cargos políticos en su contra pero sus seguidores insisten en que abogó por la celebración de manifestaciones pacíficas y pedía que se evitara la violencia contra el gobierno.
En 2011, el religioso le dijo a la BBC que apoyaba "el rugido de la palabra contra las autoridades y no la armas". "El arma de la palabra es más fuerte que las balas porque las autoridades se beneficiarán de una batalla de armas", aseguró.
Cuando Al Nimr, quien tenía el rango de ayatolá, fue a juicio en marzo de 2013, los fiscales pidieron su ejecución por medio de la "crucifixión", un castigo que en Arabia Saudita implica decapitación. Posteriormente, se exhibe públicamente el cuerpo.
Grupos en defensa de los derechos humanos expresaron su preocupación ante la posibilidad de que no recibiera un juicio justo.Dichas organizaciones también denunciaron que a Nimr no se le había permitido tener acceso a tratamientos médicos adecuados tras las heridas de bala que sufrió durante su arresto en julio de 2012, algo que las autoridades negaron.
Mientras se encontraba en custodia en 2012, su esposa, Muna Jabir al Shariyavi, murió en un hospital de Nueva York, lo cual, de acuerdo con el periódico británico The Guardian, le generó apoyo popular.
Se desconoce con precisión si nació en 1959 o en 1960.Pero se sabe que creció en un pueblo del distrito de Qatif, en la Provincia Oriental de Arabia Saudita, y estudió por muchos años en Irán y Siria.
Regresó a Arabia Saudita en 1994 y sus llamados por libertades religiosas atrajeron de inmediato la atención de los servicios de seguridad sauditas. El clérigo fue detenido brevemente en dos ocasiones antes de 2012: en 2004 y en 2006, reportó el canal de noticias Al Jazeera.
Para esa época, Nimr al Nimr se estaba convirtiendo en una figura de relevancia nacional.
En 2008, se reunió con funcionarios de Estados Unidos –según reveló Wikileaks- en un intento por distanciarse de posiciones antiestadounidense y proiraníes.
Amnistía Internacional criticó el arresto de Nimr por ser parte de lo que la organización calificó como una campaña de las autoridades sauditas para aplastar toda disidencia en el país.
Su ejecución ha sido ampliamente condenada por grupos de derechos humanos y comunidades chiitas en todo el mundo.
La directora de la unidad del Medio Oriente de la organización Human Rights Watch, Sarah Leah, dijo que Nimr al Nimr había sido condenado en un juicio "injusto" y que su ejecución "solo se suma a la discordia y al malestar sectario existente".

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