NUEVA YORK.- "No es tarea de Estados Unidos liderar la protección de los envíos neutrales en el golfo [Pérsico]".Eso
dijo George Shultz, secretario de Estado del presidente Ronald Reagan,
cuando a principios de 1987 argumentaba en contra de una solicitud de
Kuwait de cambiar la bandera de sus petroleros por la estadounidense
para quedar protegido contra Irán durante la llamada "Guerra de los
Petroleros".
Shultz perdió. La operación de cambio de banderas y convoy
de la Marina estadounidense, conocida como Earnest Will, empezó unos
meses después.
Las
tensiones en el golfo Pérsico están altas otra vez; el incidente más
reciente involucra el derribo de un dron no tripulado. A principios de
esta semana, el General de la Fuerza Aérea Paul Selva, vicepresidente
del Estado Mayor Conjunto, dijo algo a reporteros reunidos en Washington
que hacía eco de Shultz, como informó Defense News:
"...en
el estrecho de Ormuz y en el Golfo, hemos tomado una responsabilidad
internacional de garantizar la libertad de navegación y el movimiento de
petróleo dentro y fuera del Golfo. Eso no quiere decir que sea un
problema exclusivo de EE.UU. Si lo vemos como una responsabilidad
exclusiva de EE.UU., los países que se benefician de ese movimiento de
petróleo a través del golfo Pérsico cargan poca o ninguna de la
responsabilidad por el beneficio económico que obtienen por el
movimiento de ese petróleo".
La posición de Selva será más fuerte
El
petróleo es la gran variable, aunque no la única ni de manera directa.
En una entrevista publicada el miércoles en Time, el presidente Donald
Trump señaló que mientras otros países "obtienen vastas cantidades de
petróleo" de Medio Oriente, EE.UU. obtiene "muy poco". Selva se mostró
de acuerdo cuando dijo: "no somos totalmente dependientes de los
movimientos del petróleo saudí, kuwaití, qatarí o de los Emiratos que
entra y sale del Golfo para sostener nuestra economía".
En
realidad, EE.UU. recibió más importaciones de petróleo del golfo
Pérsico en 2018 que en 1987 o, de hecho, en casi toda la década de 1980,
tanto en términos absolutos como de participación en las exportaciones y
el consumo.
Lo que ha cambiado, y dramáticamente, es la relación de EE.UU. con el comercio global de petróleo en general:
El
auge del shale ha transformado la actitud de Washington respecto a la
energía. Lejos de preocuparse por la "adicción al petróleo", en palabras
de George W. Bush en 2006, la administración Trump cree que EE.UU. está
dejando atrás su vieja obsesión con la dependencia energética y pasando
al sueño del "dominio energético".
Ahora se llama al gas licuado
exportado "moléculas de libertad estadounidense", y la promoción del
brillante carbón como "bolitas de libertad" con seguridad no está lejos.
Aun
cuando la realidad es que EE.UU. sigue siendo energéticamente
interdependiente –aun importa aproximadamente 9 millones de barriles de
petróleo al día, en total–, esos matices tienden a perderse cuando acaba
de obtener el mayor incremento anual en producción para cualquier país
del mundo y las importaciones netas se dirigen a cero.
Los
cambios en el contexto geopolítico general también son importantes. La
operación Earnest Will se trataba de escoltar a los petroleros. Pero
también tenía que ver con bloquear la influencia soviética en la región y
con restaurar la credibilidad, luego del escándalo Irán-Contra de
Reagan.
Además de sus propias necesidades, EE.UU. tenía que considerar
las necesidades de sus aliados en Europa y Asia durante la Guerra Fría,
los cuales dependían de los barriles de Medio Oriente.
Hoy,
el juego ha cambiado en todos los aspectos. La Casa Blanca parece más
preocupada por Teherán como amenaza directa que como aliada o blanco de
Moscú. Los aliados, incluso en la OTAN, se ven a sí mismos amenazados
por las sanciones. El petróleo del shale puede proporcionar una
herramienta importante, pero se está dando un cambio más amplio en las
actitudes de Washington hacia el resto del planeta.
El libre comercio, el orden mundial con libertad de
navegación que se ha mantenido más o menos desde 1945 –el cual coincidió
con el ascenso del petróleo a la preponderancia energética– está
perdiendo a su principal patrocinador.
Selva
señaló que la mayor parte del petróleo del golfo Pérsico se dirige
ahora a Asia, y que "ninguno de esos países ha mostrado ninguna
predilección por presionar a Irán para que se detenga". Los números lo
apoyan. Es el Lejano Oriente el que ahora depende excesivamente del
petróleo de Medio Oriente:
Más
allá de que las viejas certezas sobre la siempre creciente demanda del
petróleo están siendo cuestionadas por el cambio climático, los otros
fundamentos del libre comercio y el músculo militar estadounidense para
respaldarlos ya no pueden darse por hechos. Washington por fin parece
estar de acuerdo con Shultz, aunque en circunstancias que habrían
parecido inconcebibles en ese entonces.
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