MADRID.- Los ingresos por las ingentes reservas petroleras y su pugna con Irán
por la hegemonía regional han convertido a Arabia Saudí en el principal
comprador mundial de armamento. El país árabe, principal cliente de EE
UU y líder de la intervención en Yemen, triplicó la compra de material
militar durante los últimos cinco años hasta hacer el 12% de las
adquisiciones globales.
Los datos, recogidos en el último informe del Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI),
revelan que Oriente Próximo es la única región donde creció la
importación de armas en el período 2014-2018, con una subida del 87%.
En el otro lado de la balanza, en el último lustro Estados Unidos
amplió su ventaja sobre Rusia como principal exportador y capitalizó el
36% de las transferencias mundiales. Las ventas de armamento ruso, que
representan una quinta parte del total, se redujeron en un 17%,
lastradas por la caída de las compras de la India y Venezuela. EE UU,
Rusia, Francia, Alemania y China coparon el 75% de las exportaciones de
armamento.
En general, el comercio mundial de armas creció un 7,8%,
impulsado principalmente por el gasto de las monarquías del Golfo, según el diario El País.
“Arabia Saudí pretende expandir su capacidad intervencionista, aumentar todavía más su influencia en la región y ser un actor geopolítico de primer orden”,
explica por teléfono Pieter Wezeman, coautor del informe e investigador
del SIPRI.
Con 32 millones de habitantes (el 0,4% de la población
mundial), el Reino del Desierto recibió casi la octava parte de las
importaciones mundiales de armamento en el último lustro, muy por encima
del anterior pico registrado a mediados de los noventa.
La inversión saudí
ha tenido como objetivo principal la modernización y expansión de la
fuerza aérea, con la adquisición de docenas de aviones de combate
estadounidenses y británicos.
El investigador añade que Riad ha empezado
a comprar tecnología militar y contratar especialistas extranjeros para
desarrollar su industria armamentística. Su principal rival en la
región, Irán, está sometido desde 2007 a un embargo de armas aprobado
por la ONU.
Entre todas sus ramas, el Ejército saudí tiene 227.000
efectivos, aproximadamente el doble que España, y una décima parte que China,
el más numeroso, según el Instituto Internacional de Estudios
Estratégicos (IISS). El gasto anual de Arabia Saudí en defensa
representa el 10% de su PIB, el mayor en el mundo, según otro informe
del SIPRI.
Egipto se situó como segundo importador de la región y tercero en el
mundo. “Es casi imposible probarlo, pero todo apunta a que Arabia Saudí y
Emiratos Árabes Unidos —séptimo importador mundial— están detrás de la
inversión egipcia”, explica Wezeman. A pesar de su delicada situación
económica, las importaciones del país africano se han triplicado desde la llegada del exmariscal Abdelfatá al Sisi al poder en 2014.
En este mismo período, las importaciones de la India, potencia
nuclear y el segundo mayor receptor de armamento en el mundo, cayeron un
24%, debido, en parte, a los retrasos en la entrega de algunas de sus
principales inversiones, como los aviones de combate encargados a Rusia
en 2001 o los submarinos pedidos a Francia en 2008.
Los retrasos en las entregas a la India son uno de los problemas que
acusan las exportaciones rusas, que en el último quinquenio se redujeron
un 42% hacia este país, su principal mercado, y un 17% en total.
La brecha entre EE UU y su inmediato competidor
fue en este período la mayor de los últimos 20 años. “Rusia tiene
algunas dificultades con su distribución y también a la hora de
encontrar nuevos mercados”, señala vía telefónica otro de los autores
del informe, Siemon Wezeman. “Su caída como exportador tiene que ver con
los problemas de sus clientes”, fundamentalmente la India
y Venezuela, este último lastrado por la crisis económica y donde las
transferencias rusas se redujeron un 96%.
“Rusia ya está fuera de ese
mercado”, sentencia el investigador. Después de China, Argelia se situó
como tercer país receptor de armamento ruso: el 66% de las armas
adquiridas provienen de ahí. A pesar de los esfuerzos de Moscú, ni
Arabia Saudí ni el resto de las monarquías del Golfo compraron armamento ruso durante el período analizado.
EE UU, que distribuye armamento a 98 países, fortaleció su posición
dominante, con un incremento de sus exportaciones del 29% respecto al
quinquenio anterior. Arabia Saudí fue su principal cliente (22% del
total), seguido de Australia (8%) y Emiratos (7%). Según el informe,
durante este período, las aeronaves, principalmente las de combate,
representaron más de la mitad de las exportaciones estadounidenses.
Riad
sigue sin poder adquirir el armamento más puntero de EE UU —como los cazas F-35—,
ya que el único país de la región al que Washington se lo vende es a
Israel, que incrementó un 350% sus importaciones totales.
China, por su parte, se situó como quinto exportador mundial de
armamento por detrás de Francia y Alemania al registrar un mínimo
crecimiento del 2,7%. “Parece que China está alcanzando su máximo,
aunque esto podría variar en función de los acuerdos de mercado que
logre establecer en el futuro”, explica Siemon Wezeman.
El experto
señala que aunque el gigante asiático depende de un numeroso grupo de
clientes importantes como Pakistán (al que vende el 37% del total),
Bangladés o Myanmar, “China debe mirar a otros mercados”. A diferencia
de Moscú, Pekín sí ha logrado acceder al mercado saudí con la venta de
drones de combate, aunque estos solo representaron el 1% de las compras
de Riad.
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