DOHA.- El
fútbol no es lo primero que viene a la mente cuando se habla de las
rivalidades entre los países de Medio Oriente, pero la geopolítica de la
región acaba de inmiscuirse en el juego más popular del mundo.
Arabia
Saudita jugará el jueves contra Qatar en la Copa de la Confederación de
Fútbol Asiática, lo que añade la dimensión deportiva a otro conflicto.
El partido ocurre después del encuentro entre los antiguos bandos en
guerra, Irán e Irak, la noche anterior.
Desde
junio de 2017, los saudíes han ejercido un embargo económico contra su
vecino. Acusan a Qatar de financiar el terrorismo, algo que sus líderes
niegan. Además, el torneo se está realizando en los Emiratos Árabes
Unidos, un aliado incondicional de Arabia Saudita, y hay interrogantes
sobre si algunos funcionarios de Qatar podrán asistir.
A
los qataríes no se les permite viajar a EAU. También es ilegal mostrar
apoyo a Qatar en el país. El juego anterior de Qatar, contra Corea del
Norte, ocurrió en un estadio casi vacío.
El
fútbol tiene la costumbre de juntar rivales geopolíticos.
Puede que
este partido no tenga la misma resonancia internacional que la derrota
de Irán a EE.UU. en la copa del mundo de 1998 o la de Alemania Oriental
sobre Alemania Occidental en la misma competencia durante la cúspide de
la Guerra Fría, pero la hostilidad es igual de palpable.
El
enfrentamiento ha dividido las naciones del Golfo, los mercados
financieros y el deporte. Se espera que Qatar sea la sede de la Copa del
Mundo en 2022, mientras que el príncipe heredero de Arabia Saudita,
Mohammed bin Salman, ha estado tratando de pulir la imagen de su país,
tras la protesta internacional por el asesinato del columnista Jamal
Khashoggi.
Al
menos ambos equipos llegan al partido del jueves en Abu Dabi con buen
ánimo: ya están clasificados a la siguiente ronda sin otorgar un gol
hasta el momento.
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