lunes, 6 de junio de 2016

Informe económico: España en el mundo (I) / Ramón Tamames *

El invierno y lo que llevamos de primavera de 2016, desde el punto de vista del debate económico, han sido para mí semanas de reflexión, no sólo personal, sino también mediando una serie de conferencias públicas. Lo que me ha animado a redactar un texto que contiene lo principal de algunos análisis económicos, y también de recomendaciones e incluso de formulación de propuestas para el nuevo gobierno que pueda surgir de las elecciones del 26 de junio.
Iniciamos hoy este artículo, que llevará una serie de entregas. Y como se verá, en épocas de globalización, ponemos como contexto la economía mundial, y también el escenario europeo.

Primera PARTE

EL PANORAMA DE LA ECONOMÍA MUNDIAL 
  1. DE LA RECESIÓN AL ESTANCAMIENTO MEDIOCRE
  1. La crisis no ha terminado
Hay consenso sobre el hecho de la llamada Gran Recesión que empezó en 2007/2008, concluyó en EE.UU. en 2011 y posteriormente en Europa; hacia el 2013, prácticamente todos los países afectados habían superado ya la fase de crecimiento negativo de su PIB, tras años de pérdida de renta.
También hay acuerdo en que la crisis no ha terminado, y que durante el periodo que va del año 8 al 13, no ha habido una reforma suficiente del marco de la economía global, para evitar situaciones adversas como las que surgieron en de 2007/2008. Por la sencilla razón de que no hay un sistema internacional verdaderamente eficaz y eficiente: la  globalización económica está muy avanzada, pero la cruda realidad es que las instituciones existentes, no tienen verdadera capacidad para orientar, y menos aun resolver, los problemas que afectan al crecimiento económico de la comunidad internacional.
En el sentido que apuntamos, el G-20 no constituye hoy el embrión de gobierno económico mundial que se pensó que podría empezar a funcionar en 2008, cuando por primera vez se reunió en Washington en actitud anti-crisis en Washington, constatándose entonces el grave problema a resolver. Y en un trance así, el FMI -que en abril de 2016 anunció la caída del crecimiento global del 3,8 al 3,4 por 100-, ni lejanamente pretende recuperar.
  1. Prolongación de las dificultades
La solución de la crisis está siendo lenta, por toda una serie de problemas que claramente contribuyen a ello: caída del precio del crudo, transición económica china, desaceleración de los países emergentes, compleja situación bancaria y protagonismo de los bancos centrales, guerra de divisas, tratados de libre comercio fuera de la Organización Mundial de Comercio (OMC), etc.

El precio del crudo
La drástica caída del precio de crudo (recordemos, 159 litros por barril) tanto en las cotizaciones del Brent como la WTI (West Texas International), se ha debido a un excedente de oferta por la desaceleración de la actividad económica mundial, ocasionándose así un verdadero problema de insuficiencia de recursos entre las empresas y los países más petroleros. Lo que en EE.UU. se deja sentir en el vasto espacio del fracking, que, en menos de una década, hizo posible el autoabastecimiento de la gran Unión norteamericana.
Actualmente, Rusia, y los miembros de la OPEP (sobre todo Arabia Saudí), se encuentran obligados a hacer ajustes económicos por su fuerte dependencia del precio del crudo; que de los 150 dólares de 2013 se ha precipitado a 45/50 en mayo de 2016. Por eso, una serie de países -el primero ha sido Azerbaiyán- tendrán que pedir ayuda al FMI. En tanto que las prospecciones y extracción en nuevos yacimientos se han paralizado, cayendo la inversión en un billón de dólares a la altura de 2015/2016, especialmente en el caso de los yacimientos de aguas profundas y en el Ártico.
A la situación depresiva para el sector de hidrocarburos, contribuye también el hecho de que tras la Conferencia del Clima en la capital de Francia, el Acuerdo de París de diciembre de 2015 va a significar, a medio y largo plazo, el progresivo abandono de los combustibles fósiles, por considerar que son la causa principal del calentamiento global; habiendo ya incluso ONGs (por ejemplo, 350.org) que presiona para que no se invierta en empresas carboneras, de petróleo, y de gas.

Desaceleración de emergentes
A la desaceleración de la economía china nos referimos más adelante in extenso, pero en esta primera visión panorámica de la economía mundial, cabe decir aquí que la disminución de compras de crudo y toda clase de materias primas por China, ha hecho entrar en recesión, o en un cierto estancamiento, a economías que tuvieron fuerte crecimiento en el reciente pasado.
Entre esos países están Australia, Brasil, Sudeste Asiático, etc.; todas las cuales han depreciado su moneda hasta límites insospechados hace poco, en un juego simultáneo de devaluaciones competitivas.
La excepción entre los emergentes se da en India, que mantiene expectativas de fuerte crecimiento; desde que asumió los plenos poderes el primer ministro Modri, en 2014, en gran medida por la orientación que éste va dando a la redención de los colectivos más pobres, en lo que hay un largo recorrido.

Banca y guerra de divisas
También contribuye a la prolongación de la crisis el hecho de que el sector bancario está bajo mínimos en no pocos países. Como consecuencia de la política de reducción de tipos de interés impulsada desde los bancos centrales (Reserva Federal, BCE, China, Japón, etc.), para estimular un crecimiento que no acaba de hacerse autosostenido.
Ese estado de cosas también se ve afectado por Basilea III, esto es, por la regulatoria bancaria elaborada por el Banco de Pagos Internacionales (“el banco central de los bancos centrales”), que es mucho más exigente que antes de la crisis;, presionando, pues, por un mayor volumen de recursos de capital.
Por lo demás, la guerra de divisas en pro de las devaluaciones competitivas ya comentadas, hace necesario un nuevo Bretton Woods, cuando se acordó el sistema monetario internacional que funcionó entre 1944 y 1971, un periodo durante el cual los países occidentales disfrutaron de una cuasi-unión monetaria de facto; prevaleciendo hoy, por el contrario, una auténtica guerra de divisas, en el marco de los cambios flotantes, tema al que volveremos más adelante. Se trataría, pues, de empezar a considerar un nuevo sistema monetario internacional, que no se basara ya en el fetichismo del oro (John Maynard Keynes dixit), ni en una moneda ancla.

OMC y Doha
La contracción del comercio internacional como consecuencia de la Gran Recesión, no tuvo el carácter devastador que alcanzó en los tiempos de la Gran Depresión (1929-39), sólo hubo una ralentización en el aumento de esa variable. Por la sencilla razón de que, mal que bien, hoy funcionan unas mallas de seguridad a tales efectos; sobre todo, la Organización Mundial de Comercio (OMC), heredera del GATT (General Agreement on Tariffs and Trade), que ha configurado una red de intercambios muy fluidos.
Pero también es verdad que, actualmente, los tratados de libre comercio bilaterales (entre ellos el TPP del Pacífico y el TTIP del Atlántico), no favorecen la tendencia de una más amplia globalización general, mucho más promisoria, hoy en peligro. Desde el punto y hora en que la Ronda Doha de la OMC, iniciada en la reunión ministerial de la Organización en la capital de Qatar en 2001, para facilitar más el comercio, está aletargada, sin que tras quince años de intentos haya visos de terminarla un día.

Crecimiento mediocre y cisnes negros
Todo lo examinado en este capítulo 1, viene a significar que la crisis se prolonga por una serie de razones, y fundamentalmente, que no hay instituciones globales capaces de suponer un cierto gobierno económico a escala mundial.
En ese sentido, uno de los directores generales del FMI, José Viñals, caracteriza la situación actual como de crecimiento mediocre. Si bien pronostica que no habrá nuevas burbujas financiera e inmobiliaria como las que en 2008 precipitaron la crisis.
Pero siempre quedan los cisnes negros, que dijo en 2008 Nicholas Taleb: la posibilidad de episodios adversos inesperados, que ahora pueden estar en proceso de latencia: ¿Qué podría suceder si se enredase la situación por las cuestiones de armas nucleares a causa de Corea del Norte? ¿O si en el Mar de la China Meridional hubiera un día un choque EE.UU./China? ¿O si fueran a más los episodios que pueden surgir en lo que ya se denomina Tercera Guerra Mundial, que es el terrorismo? Y si mencionamos los indicados temas, es por aquello que decía John Stuart Mill, de que las cuestiones económicas siempre guardan relación con situaciones políticas que pueden ser muy serias y que podrían surgir inesperadamente en cualquier momento.


(*)  Doctor en Derecho y Ciencias Económicas 


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