TEHERÁN.- La Comisión Europea
(CE) le lanzó al gobierno del presidente iraní Hasán Rohaní un
importante cable político y subrayó el apoyo implícito europeo a sus
políticas moderadas y de apertura con la visita de siete de sus miembros
y la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini.
En un fugaz viaje de menos de 24 horas el sábado pasado a Teherán,
Mogherini y los comisarios reafirmaron el interés de la UE en
restablecer no solo los lazos bilaterales políticos, económicos y
comerciales, sino también los culturales y educativos.
Sin embargo, más allá de los temas en los que se anunció la
profundización de relaciones, el enorme peso político de la comitiva
europea -hay pocos precedentes a la hora de enviar hasta ocho miembros
de la CE de forma simultánea a un tercer país- y el mismo lenguaje
empleado durante el viaje constituyeron un claro mensaje de apoyo a
Rohaní y a su gobierno ante el pueblo iraní, y sobre todo, ante los
críticos internos a su labor en el seno del régimen.
Y es que tanto Mogherini como sus compañeros del "gobierno"
comunitario, coincidieron en subrayar una y otra vez durante el viaje
las ventajas que la apertura económica y la mejora de las relaciones con
Occidente pueden reportar a los iraníes, una retahíla también repetida
hasta la saciedad por Rohaní y los suyos para defenderse de sus enemigos
internos.
El presidente iraní accedió al poder en 2013 con la promesa de
mejorar la situación económica del país y las relaciones de Teherán con
el mundo.
Con el logro del acuerdo nuclear que puso fin a las sanciones
económicas sobre la República Islámica, Rohaní avanzó en este camino, si
bien aún no logró que el pueblo iraní se beneficie del auge de las
inversiones extranjeras que supuestamente iban a inundar el país tras el
acuerdo.
Si bien las visitas comerciales ha sido muchas y las perspectivas
alentadoras, los resultados aún están lejos de lo deseado por el
Gobierno iraní.
Los sectores más duros del régimen iraní, incluido el líder supremo
Alí Jameneí, no han cejado de atacar a Rohaní en este campo, apuntando
que sus políticas de acercamiento no han reportado nada y que incluso en
el exterior aún hay barreras que impiden el desarrollo de relaciones
económicas con Irán.
Básicamente, se acusa al presidente de hablar mucho pero no obtener
ningún resultado, signo tanto de su incompetencia como de la "maldad"
intrínseca de Occidente hacia la República Islámica y sus deseos de
"traicionarla", lo que justificaría dar un paso atrás en su proceso de
apertura.
Sin embargo, junto al ministro de Asuntos Exteriores Mohamad Yavad
Zarif, Mogherini se refirió expresamente hasta seis veces en una breve
alocución a la prensa a que este viaje europeo constituía no solo un
"símbolo" de mejora de las relaciones, sino que ofrecía resultados
"tangibles y reales" para mejorar la vida de los iraníes.
"Queremos que el pueblo iraní tenga y vea los beneficios del acuerdo
en sus vidas cotidianas"; "Vinimos a tener un diálogo constructivo y
concreto (...) buscamos resultados concretos"; "El diálogo constructivo
en tantas áreas, y lo subrayo, puede y será una diferencia real en las
vidas de los iraníes"; "Abrimos un nuevo capítulo de trabajo concreto y
substancial, que reportará a nuestros pueblos", fueron expresiones
usadas por Mogherini.
Esa insistencia en la "concreción", que también fue repetida por
comisarios como el español Miguel Arias Cañete, constituye una respuesta
directa a las críticas de Jameneí, quien la semana pasada lamentó
durante una reunión con el primer ministro italiano, Mateo Renzi, en
Teherán la falta de resultados pese al enorme número de visitas
comerciales que ha recibido el país.
Pese a diferencias evidentes entre la CE y el gobierno iraní, ambos
parecen cómodos con sus interacciones y confiados en que el acercamiento
postacuerdo nuclear será beneficioso para ambos, no solo en términos
económicos, cuya influencia subyacente es evidente, sino también
políticos, y con esta visita los europeos no han dudado en hacerlo
visible.
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