WASHINGTON.- El
presidente Donald Trump lo sabe: está entre la espada y la pared en lo
referente a política exterior y precios del petróleo. Por una parte,
necesita intensificar las sanciones sobre la industria petrolera de Irán
para presionar el régimen al máximo.
Por otra, teme que los precios
aumenten si de repente cierra las exportaciones iranís. Esto
perjudicaría a los consumidores estadounidenses y a los sectores de
manufactura y transporte del país -y posiblemente también los índices de
aceptación del presidente. Por ahora, la mejor decisión que puede tomar
la administración es mantener las exenciones que EE.UU. ha otorgado a
algunas naciones para que puedan continuar importando petróleo iraní,
pero recortarlas levemente.
Demos
un poco de contexto. En noviembre, EE.UU. otorgó exenciones oficiales
de las sanciones a ocho países -entre ellos China, Japón e India-
siempre y cuando respetaran ciertas cuotas de compra de petróleo iraní y
pagaran a través de cuentas de garantía bloqueada que limitaran el uso
del ingreso por parte del gobierno iraní.
Estas exenciones eran válidas
por seis meses y, en pocas semanas, EE.UU. anunciará si se renovarán,
reducirán o cancelarán. Si la casa Blanca no renueva al menos una parte
de las exenciones, los precios del petróleo subirán justo en el momento
en que muchos estadounidenses salen a las carreteras para sus viajes del
verano. Esto paralizaría la política exterior hacia Venezuela y China.
Bloomberg
News ha informado que la administración está dividida sobre cómo
proceder. Las sanciones unilaterales que Trump impuso en noviembre han
recortado el petróleo de Irán y condensado las exportaciones de más de
2,7 millones de barriles por día a un estimado de 1,8 millones, según
los últimos datos de TankerTrackers.com.
No obstante lo anterior, John
Bolton, asesor de seguridad nacional desea parar del todo las
exportaciones iranís, y Larry Kudlow, asesor económico de la Casa
Blanca, considera que hay suficiente oferta de petróleo en el mercado y
que suspender toda exportación iraní no hará daño. Sin embargo, Mike
Pompeo, secretario de Estado, prefiere continuar con las exenciones para
evitar un revuelo en los mercados. El presidente Trump ha demostrado
con sus palabras y tuits que da prioridad a precios de petróleo bajos.
A
nivel político, Trump ganaría muy poco con eliminar del todo las
exportaciones iranís en mayo. Para muchos de sus partidarios, cumplió
con su promesa de campaña de dar fin al acuerdo nuclear de Barack Obama
con Irán. Unas sanciones más estrictas sobre Teherán no le conseguirán
más votos en 2020.
Hace poco declaró que los Cuerpos de la Guardia
Revolucionaria Islámica eran una organización terrorista; si ahora
reforzara un mínimo las sanciones, sería más que suficiente para
demostrar su determinación. Además, es poco probable que el régimen de
Teherán se comprometa diplomáticamente en este punto. El gobierno y el
pueblo iraní saben que habrá elecciones próximamente y que existe la
posibilidad de entablar relaciones con un nuevo presidente de EE.UU. en
menos de dos años.
Trump
tiene razón de preocuparse por el precio del petróleo. La oferta global
se está reduciendo y los precios están aumentando. El índice de
referencia de EE.UU, WTI, ahora está a 60 dólares por barril -su precio más
alto este baño- y la referencia internacional, el Brent, está alrededor
de 70 dólares por barril.
La producción de petróleo de la OPEP alcanzó su
punto más bajo en cuatro años dado que Arabia Saudita hizo un recorte de
400.000 barriles por día desde inicios de 2019 y Venezuela de al menos
360.000 barriles.
Las amplias reservas de Kazajstán han disminuido en
120.000 barriles por día, y la producción rusa también se está
ralentizando. Si se eliminaran por completo las exportaciones iranís, se
suprimirían de inmediato 1,5 millones de barriles por día de este
mercado. Únicamente Arabia Saudita cuenta con capacidad de sobra para
compensar la escasez -pero ha advertido que no lo hará.
Si
se prohibieran las exportaciones legales de petróleo iraní, la
administración de Trump se vería muy limitada en Venezuela y China.
EE.UU. impuso sanciones a las exportaciones de petróleo de Venezuela con
el objetivo de obstruir el régimen de Nicolás Maduro; sin embargo, aún
continúa en el poder, por lo que el gobierno de Trump está presionando a
India y China para que eliminen sus importaciones venezolanas.
El
presidente no puede recortar el petróleo iraní y el venezolano y pensar
que los precios van a permanecer estables.
Adicionalmente,
a medida que la Casa Blanca negocia sobre el comercio con Pékin, Trump
seguro debe estar al tanto del deseo que tiene China de continuar
comprando petróleo iraní relativamente barato. No puede finalizar la
exención de China sin primero tratar de utilizarla como una herramienta
de negociación en conversaciones comerciales de mayor envergadura.
La
administración de Trump debe finalizar las exenciones otorgadas a
Grecia, Italia y Taiwán porque estos países no están importando petróleo
iraní de todas maneras. Debería reducir entre 10 y 20 por ciento la
cantidad de petróleo y condensados que India, Turquía y Corea del Sur
están autorizados a importar. Debería mantener la exención de China
sujeta a las negociaciones con Pekín.
Trump
no va a obtener ninguna ventaja en política exterior si cierra el grifo
del petróleo iraní. Una decisión con más matiz demostraría a Irán que
la administración se mantiene en firme y le permitiría enfocarse en
Venezuela y China, a la vez que mantener precios razonables en las
estaciones de servicio donde tanquean los votantes estadounidenses.
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