HOUSTON.- A
pesar de tener en sus manos las mayores reservas de crudo del mundo, el
alcance de la estatal petrolera de Venezuela está disminuyendo.
En
los años ochenta, Petróleos de Venezuela SA comenzó una expansión
internacional con el objetivo de encontrar nuevos puntos de venta para
su creciente producción de petróleo. La compañía compró Citgo Petroleum
Corp. en EE.UU., arrendó la refinería Isla en Curazao, compró una
participación en una refinería en Jamaica y, más recientemente, intentó
convertir una refinería de Aruba en un mejorador de petróleo.
Cuatro
décadas después, la producción de petróleo ha llegado a su punto mínimo
en 69 años y una crisis humanitaria está en desarrollo; el régimen de
Nicolás Maduro ha perdido a Citgo y sus tres refinerías en EE.UU. Ahora
pierde inevitablemente el control sobre sus refinerías caribeñas debido a
las sanciones impuestas por EE.UU.
La
refinería Isla en Curazao, operada por PDVSA desde 1985, está
despidiendo a los contratistas y cerrando operaciones durante el resto
del año ya que las sanciones han interrumpido el acceso a los materiales
y productos químicos necesarios para operar la refinería. Citgo
despidió a empleados en Aruba dado que la renovación de la refinería no
se puede adelantar por las sanciones. El gobierno de Jamaica está
tratando de comprar PDVSA y tomar el control total de la refinería
Petrojam puesto que las sanciones imposibilitan la operación bajo el
mando de PDVSA.
En
resumen, la PDVSA de Maduro ha perdido un total combinado de 1,34
millones de barriles diarios de capacidad de refinación después de que
EE.UU. incrementó las sanciones a finales de enero. En casa, sus
refinerías operaban por debajo de 25 por ciento de su capacidad debido a
averías y una escasez de crudo para procesar.
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