TÚNEZ.- La trigésima cumbre anual de la Liga
Árabe arrancó hoy en Túnez con la mitad de sus 22 líderes ausentes y sin
abordar los principales problemas que acucian a la región como las
guerras en Siria y Yemen.
La reunión empezó con
sendos discursos del presidente tunecino, Beji Caïd Essebsi, anfitrión
de la cumbre, y el rey Salman de Arabia Saudí, que presidió la anterior,
en los que hicieron una cerrada pero vacía defensa de la causa
palestina.
Ambos defendieron que la designación de Jerusalén como
capital del estado palestino es el mecanismo clave para hacer frente a
las conspiraciones, en velada alusión a la idea del presidente de
Estados Unidos, Donald Trump, de trasladar a la citada ciudad en disputa
la sede principal de su embajada.
Asimismo,
criticaron la reciente decisión de la Casa Blanca de respaldar la plana
soberanía de Israel sobre los estratégicos altos sirios de El Golán,
ocupados por el Ejército judío durante la guerra de los Seis Días
(1967).
"La paz y la estabilidad solo se podrían
lograr resolviendo la crisis palestina de una manera justa y equitativa.
Esto depende de la declaración de Jerusalén como la capital del estado
palestino", afirmó Essebsi.
En su discurso de
bienvenida, Essebsi también rechazó cualquier tipo de injerencia en los
asuntos árabes e insistió en que la resolución de la crisis en Libia
-país dividido desde 2014- beneficiará a todos.
En
este contexto, pidió a todas las partes interesadas que tomen las
medidas necesarias para resolver esta crisis, que el sábado fue abordada
en Túnez por el cuarteto mediador, formado por la ONU, la Unión
Europea, la Unión Africana y la propia Liga Árabe.
Tanto el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, como la Alta
representante de Política Exterior y de Seguridad en la UE, Federica
Mogherini participaron en la ceremonia de apertura, que se inició con la
recitación de El Corán.
Una vez concluida la misma,
los líderes participantes cerraron las puertas para discutir el
comunicado final, en el que se criticará la posición de EEUU sobre el
Golán, se denunciarán las políticas regionales de Irán y Turquía, se
defenderá mecánicamente la causa palestina y se pedirá el fin de la
división en Libia.
En segundo plano quedarán la
guerra en Siria -país cuya membrecía fue suspendida en 2011- y ausentes
del debate las violaciones de los derechos humanos en Yemen y Egipto, y
la falta de libertades en la mayoría de los países miembros.
A la cumbre asistieron los jefes de Estado de Arabia Saudí, Emiratos
Árabes Unidos Qatar, Kuwait, Egipto, Jordania, Irak, Yemen, El Líbano,
Palestina, Mauritania y Yibuti.
Y estuvieron ausentes
el resto, notablemente el presidente de Sudán, Omar Hasan al Bachir,
sobre el que pesa una orden de arresto internacional, el rey de
Marruecos, Mohamed VI, el Sultán Qabus de Omán o el presidente argelino,
Abdelaziz Bouteflika, gravemente enfermo.
De forma
paralela a la cumbre, la sociedad civil y la asociación de periodistas
tunecinos celebraron una serie de actos paralelos para denunciar la
sistemática falta de libertades y la violación regular de los derechos
humanos en la región, que incluyó una marcha en el centro de la capital.
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