MADRID.- Los precios de los carburantes han registrado una
importante subida en las últimas semanas como consecuencia del fuerte
incremento del petróleo, según constata el diario Abc.
De
hecho, el crudo se ha encarecido un 24% en los 50 días transcurridos de
este año, aumento que se «ha comido» el descenso del 20% registrado en
todo 2018, especialmente en su último trimestre.
El petróleo Brent acabó el año pasado en 53,44 dólares el barril y ahora roza los 67 dólares. Es la cotización más alta desde noviembre de 2018. Un mes antes había alcanzado el máximo anual de 86,29 dólares.
Esa caída de los precios propició que nuestro país importara el año pasado 67,586 millones de toneladas de petróleo, lo que supone un incremento del 2,5% respecto a 2017 y un nuevo récord histórico.
El encarecimiento del petróleo responde en esta ocasión a varios factores, como son el cumplimiento del recorte de producción aprobado por la OPEP y sus aliados, la caída de la producción de Venezuela (está en 1,1 millones de barriles) e Irán (2,8 millones de barriles) por sus respectivas crisis geopolíticas, y el anuncio realizado por Arabia Saudí (hasta hace poco mayor productor del mundo), de recortar su oferta.
Su ministro de Energía, Industria y Recursos Minerales, Khalid Al Falih, aseguró que el país reducirá su producción en marzo hasta los 9,8 millones de barriles diarios, frente a los 10,2 millones de barriles de enero.
Aunque su estrategia es clara, pues si hay menos crudo en los mercados subirán los precios, la realidad es otra, ya que con los precios actuales, casi 67 dólares el barril el tipo Brent y 56 dólares el Texas, la industria del «fracking» en EE.UU. es plenamente rentable, por lo que aumenta su producción.
Prueba de ello es que Estados Unidos se mantiene como mayor productor de petróleo del mundo, con unos 12 millones de barriles diarios, según la Administración de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés), lo que supone la cifra más alta desde 1983.
Le siguen Rusia, con poco más de 11 millones de barriles, y Arabia Saudí, con 10,2 millones.
Aunque es casi imposible hacer un pronóstico sobre la futura evolución de los precios del petróleo, lo que sí que está claro es que si se ralentizan algunas economías, la demanda de crudo caerá, lo que provocaría un descenso de su cotización.
El petróleo Brent acabó el año pasado en 53,44 dólares el barril y ahora roza los 67 dólares. Es la cotización más alta desde noviembre de 2018. Un mes antes había alcanzado el máximo anual de 86,29 dólares.
Esa caída de los precios propició que nuestro país importara el año pasado 67,586 millones de toneladas de petróleo, lo que supone un incremento del 2,5% respecto a 2017 y un nuevo récord histórico.
El encarecimiento del petróleo responde en esta ocasión a varios factores, como son el cumplimiento del recorte de producción aprobado por la OPEP y sus aliados, la caída de la producción de Venezuela (está en 1,1 millones de barriles) e Irán (2,8 millones de barriles) por sus respectivas crisis geopolíticas, y el anuncio realizado por Arabia Saudí (hasta hace poco mayor productor del mundo), de recortar su oferta.
Su ministro de Energía, Industria y Recursos Minerales, Khalid Al Falih, aseguró que el país reducirá su producción en marzo hasta los 9,8 millones de barriles diarios, frente a los 10,2 millones de barriles de enero.
Aunque su estrategia es clara, pues si hay menos crudo en los mercados subirán los precios, la realidad es otra, ya que con los precios actuales, casi 67 dólares el barril el tipo Brent y 56 dólares el Texas, la industria del «fracking» en EE.UU. es plenamente rentable, por lo que aumenta su producción.
Prueba de ello es que Estados Unidos se mantiene como mayor productor de petróleo del mundo, con unos 12 millones de barriles diarios, según la Administración de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés), lo que supone la cifra más alta desde 1983.
Le siguen Rusia, con poco más de 11 millones de barriles, y Arabia Saudí, con 10,2 millones.
Aunque es casi imposible hacer un pronóstico sobre la futura evolución de los precios del petróleo, lo que sí que está claro es que si se ralentizan algunas economías, la demanda de crudo caerá, lo que provocaría un descenso de su cotización.
El actual incremento del precio del crudo está arrastrando al alza a los carburantes.
Tampoco
podemos olvidar que el petróleo está muy presente en la vida cotidiana
por lo que se pueden encarecer productos y artículos fabricados con
plástico, caucho y telas sintéticas, así como las pinturas, asfaltos,
vaselinas, jabones, lubricantes, detergentes y plagicidas.
También se encarecerá el transporte aéreo,
pues la subida del petróleo afecta asimismo al queroseno de aviación.
Lo contrario que las grandes petroleras, que el año pasado dispararon sus beneficios,
ya que la caída de la cotización del crudo se produjo en el último
trimestre.
Royal Dutch Shell mejoró sus resultados un 80%, al obtener un
beneficio de 20.292 millones de euros. Sin embargo, la mayor petrolera
del mundo, ExxonMobil, solo aumentó sus ganancias un 5,7%, hasta 18.166
millones de euros. La también estadounidense Chevron ganó 13.500
millones de euros, un 61% más.
Entre las compañías europeas, y a la espera de conocer los resultados de Repsol –el día 28 de este mes–
que pueden ser históricos, hay que destacar el beneficio de BP, de
8.222 millones de euros, casi el triple de los obtenidos en el ejercicio
anterior.
La francesa Total ganó 10.405 millones de euros, un 33% más;
la italiana Eni, 4.226 millones, un 25% más; la noruega Equinor –antes
Statoil–, 6.600 millones, un 64% más; y la portuguesa Galp, 707 millones
un 23% más.
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