NUEVA YORK.- La escalada de tensiones entre Arabia Saudita e Irán genera
preocupaciones en ONU por su potencial impacto en las acciones para
encontrar una salida negociada al conflicto sirio.
El reino wahabita ejecutó, junto a otros 46 acusados de terrorismo, al
clérigo chiita Sheikh Nimr Baqir al-Nimr, lo cual desencadenó protestas
el fin de semana en el país persa, que incluyeron asaltos a la embajada
saudita en Teherán y el consulado en Mashhad.
Riad rompió relaciones diplomáticas con Irán, que denunció el intento del reino de sembrar más divisiones en la región y de disparar las tensiones, un escenario ya en marcha luego de que aliados sauditas como Bahrein y Sudán imitaran la ruptura de vínculos, mientras Emiratos Árabes Unidos redujo los lazos.
Arabia Saudita e Irán tienen posturas bien definidas respecto al conflicto en la nación levantina, dos potencias integrantes del llamado grupo de apoyo internacional a Siria, que después de reuniones en Viena y Nueva York, durante el último trimestre del año pasado, hizo posible la resolución 2254 del Consejo de Seguridad.
Esa iniciativa adoptada aquí por unanimidad el 18 de diciembre establece una hoja de ruta para poner fin a los enfrentamientos en Siria, donde Riad respalda a la oposición y participa junto a occidente en la cruzada para el cambio de régimen, pero Teherán apoya al gobierno de Bashar al Assad y defiende una solución sin injerencia extranjera.
En este contexto, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamó la víspera a los cancilleres saudita, Adel Al-Jubeir, e iraní, Mohammad Zarif, en un intento de calmar la situación.
Ban, quien condenó la ejecución del clérigo chiita hace unos días, reiteró su rechazo a esa medida y a los ataques a sedes diplomáticas en el país persa.
Asimismo, pidió a Al-Jubeir y Zarif "evitar cualquier acción que exacerbe la situación" y abordar las diferencias de una manera constructiva, "en interés de la región y más allá".
El Secretario General ha insistido en la importancia de la unidad de acción de cara a encontrar una solución política urgente al conflicto sirio, en aras de detener casi cinco años de hostilidades, con saldo de 250.000 muertos y 11 millones de desplazados internos y refugiados.
Por su parte, el enviado especial de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, emprendió ayer un periplo por Riad y Teherán, con la esperanza de evitar que la crisis afecte las negociaciones.
A finales de 2016, de Mistura anunció el 25 de enero como fecha de comienzo en Ginebra de las conversaciones entre el Gobierno y los opositores sirios, en sintonía con lo dispuesto por el Consejo en su resolución 2254, que también incluye un alto el fuego nacional y pasos para la redacción de una nueva Constitución y la celebración de elecciones, en un plazo de 18 meses.
De acuerdo con el portavoz del Secretario General de la ONU, Stephane Dujarric, de Mistura está preocupado por el potencial impacto de la crisis entre Arabia Saudita e Irán en los esfuerzos para acabar el conflicto.
"El enviado cree que las tensiones resultan inquietantes, y urge asegurarse de que no generen una adversa reacción en cadena en la región", dijo la víspera a periodistas.
También el Consejo de Seguridad convocó al diálogo y a las medidas para impedir un empeoramiento de la situación, al tiempo que instó en su comunicado de anoche a Teherán a garantizar la protección de las sedes diplomáticas, a partir de los compromisos con las convenciones de Viena para las relaciones diplomáticas y consulares.
En declaraciones ayer a la prensa, el presidente del Consejo en enero, el embajador uruguayo Elbio Rosselli, señaló sus expectativas de que la crisis en curso no afecte el proceso para la paz en Siria.
Pese a sus posturas contrarias en el conflicto, Naciones Unidas aboga por el apoyo de las potencias saudita e iraní a la salida negociada de los enfrentamientos.
Riad rompió relaciones diplomáticas con Irán, que denunció el intento del reino de sembrar más divisiones en la región y de disparar las tensiones, un escenario ya en marcha luego de que aliados sauditas como Bahrein y Sudán imitaran la ruptura de vínculos, mientras Emiratos Árabes Unidos redujo los lazos.
Arabia Saudita e Irán tienen posturas bien definidas respecto al conflicto en la nación levantina, dos potencias integrantes del llamado grupo de apoyo internacional a Siria, que después de reuniones en Viena y Nueva York, durante el último trimestre del año pasado, hizo posible la resolución 2254 del Consejo de Seguridad.
Esa iniciativa adoptada aquí por unanimidad el 18 de diciembre establece una hoja de ruta para poner fin a los enfrentamientos en Siria, donde Riad respalda a la oposición y participa junto a occidente en la cruzada para el cambio de régimen, pero Teherán apoya al gobierno de Bashar al Assad y defiende una solución sin injerencia extranjera.
En este contexto, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamó la víspera a los cancilleres saudita, Adel Al-Jubeir, e iraní, Mohammad Zarif, en un intento de calmar la situación.
Ban, quien condenó la ejecución del clérigo chiita hace unos días, reiteró su rechazo a esa medida y a los ataques a sedes diplomáticas en el país persa.
Asimismo, pidió a Al-Jubeir y Zarif "evitar cualquier acción que exacerbe la situación" y abordar las diferencias de una manera constructiva, "en interés de la región y más allá".
El Secretario General ha insistido en la importancia de la unidad de acción de cara a encontrar una solución política urgente al conflicto sirio, en aras de detener casi cinco años de hostilidades, con saldo de 250.000 muertos y 11 millones de desplazados internos y refugiados.
Por su parte, el enviado especial de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, emprendió ayer un periplo por Riad y Teherán, con la esperanza de evitar que la crisis afecte las negociaciones.
A finales de 2016, de Mistura anunció el 25 de enero como fecha de comienzo en Ginebra de las conversaciones entre el Gobierno y los opositores sirios, en sintonía con lo dispuesto por el Consejo en su resolución 2254, que también incluye un alto el fuego nacional y pasos para la redacción de una nueva Constitución y la celebración de elecciones, en un plazo de 18 meses.
De acuerdo con el portavoz del Secretario General de la ONU, Stephane Dujarric, de Mistura está preocupado por el potencial impacto de la crisis entre Arabia Saudita e Irán en los esfuerzos para acabar el conflicto.
"El enviado cree que las tensiones resultan inquietantes, y urge asegurarse de que no generen una adversa reacción en cadena en la región", dijo la víspera a periodistas.
También el Consejo de Seguridad convocó al diálogo y a las medidas para impedir un empeoramiento de la situación, al tiempo que instó en su comunicado de anoche a Teherán a garantizar la protección de las sedes diplomáticas, a partir de los compromisos con las convenciones de Viena para las relaciones diplomáticas y consulares.
En declaraciones ayer a la prensa, el presidente del Consejo en enero, el embajador uruguayo Elbio Rosselli, señaló sus expectativas de que la crisis en curso no afecte el proceso para la paz en Siria.
Pese a sus posturas contrarias en el conflicto, Naciones Unidas aboga por el apoyo de las potencias saudita e iraní a la salida negociada de los enfrentamientos.
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