sábado, 2 de enero de 2016

Arabia Saudí ejecuta a uno de los líderes de su 'Primavera Árabe', el clérigo chiita Nimr Baqer


RIAD/TEHERÁN/MANAMA/DOHA.- Arabia Saudí ha ejecutado a 47 personas condenadas por terrorismo, entre ellas al clérigo chiita Nimr Baqer al Nimr, de 55 años, un conocido reformista chií y figura opositora al régimen saudí, según ha anunciado este sábado el ministerio del Interior. La lista de ejecutados no incluye al sobrino de Nimr, Alí al Nimr, de 21 años, que tenía 17 cuando fue arrestado y que ahora permanece en prisión. La minoría chií conforma en torno al 15 por ciento de la población del país saudita.

La agencia oficial de prensa saudí SPA citó un comunicado del Ministerio del Interior señalando que los condenados fueron ejecutados en doce lugares de las 12 regiones que integran el reino, después de que sus condenas fueran confirmadas por el Tribunal Supremo y ratificadas por el rey Salman. El Ministerio no ha aclarado el método empleado, pero el más habitual es la decapitación.
El Gobierno saudí ha justificado las ejecuciones con versos del Corán y con un montaje de atentados cometidos por Al Qaeda durante la última década. Además, el gran mufti del país, Abdulaziz al Al Sheij, ha comparecido en televisión para asegurar que las muertes han sido "justas".
El informe del ministerio reproducido por el canal Al-Arabiya mostró fotos y nombró a cada uno de los ejecutados, a la mayoría de los cuales se les asoció con una serie de ataques de la red Al-Qaeda cometidos en Arabia Saudita de 2003 a 2006. 
En una rueda de prensa y al ser preguntado por Al Nimr, el portavoz de Interior, Mansur al Turki, solo indicó que “el reino saudí aplica sus fallos judiciales legales independientemente de la persona”.
El analista saudí Munif al Sofaqui dijo que el clérigo opositor “no fue condenado por ser chií sino por estar implicado en delitos de sangre”.
En su opinión, el Gobierno saudí busca con estas ejecuciones “asustar y disuadir” a los terroristas y a aquellos que simpatizan con la ideología extremista, mostrándoles su “dureza” en la lucha contra esta lacra.
El sheij Nimr Baqer al Nimr incluso amenazó con la secesión de la zona oriental, rica en petróleo, si la casa real no cambiaba su política, al mismo tiempo que llamaba a protestar pacíficamente.
Inspirados por las primaveras árabes, miembros de la minoría chií organizan desde 2011 manifestaciones en la Provincia Oriental del país para protestar por lo que consideran discriminación por parte del régimen sunita saudí.
El clérigo Nimr estuvo detrás de las manifestaciones que estallaron en 2011 en el este del reino, que siguieron a la revolución tunecina, dirigido por la dinastía sunita de los Al Saud y donde la minoría chiita se queja de estar marginada. Fue condenado a muerte en octubre de 2014 por "sedición", "desobediencia al soberano" y "porte de armas" por un tribunal de Riad especializado en terrorismo.
Se añade a los formulados previamente: "buscar la intervención extranjera en Arabia Saudí" -- en referencia a Irán, --, así como delito de desobediencia, y por levantarse en armas contra las fuerzas de seguridad.
Entre las personas ejecutadas figuran también sunitas condenados por su implicación en atentados mortales reivindicados por Al-Qaida en 2003 y 2004, así como un egipcio y un chadiano.
La cadena televisiva qatarí Al Jazeera destacó igualmente al comandante de Al-Qaeda Faris Al-Zahrani, considerado uno de los terroristas sauditas más buscados y detenido en 2004 en posesión de armas.
Se trata de las primeras ejecuciones de 2016 en el reino ultraconservador, que el año pasado ejecutó a 153 personas, según un recuento basado en cifras oficiales.
Irán ha advertido, por boca de su portavoz de Exteriores, Hossein Jaber Ansari, de que Arabia Saudí pagará un "precio elevado" por los hechos.
Ansari señaló que "en lugar de ocuparse de los terroristas (del Estado Islámico), que ponen en peligro a la región y al mundo entero, los saudíes ejecutan a una figura como Al Nimra".
"El Gobierno saudí apoya por un lado a los movimientos terroristas y extremistas y al mismo tiempo utiliza el lenguaje de la represión y la pena de muerte contra sus opositores internos (...) Pagará un precio elevado por esta política", ha señalado Ansari.
Arabia Saudita pagará "un costoso precio" por la ejecución de Nimr al-Nimr, afirmó.
   "La ejecución de una personalidad como el jeque al-Nimr, que no tenía otros medios más que el de la palabra con el fin de alcanzar sus objetivos políticos y programas religiosos muestra el grado de imprudencia e irresponsabilidad" de Arabia Saudita, dijo Ansari, citado por la televisión de ese país Press TV.
   "El gobierno de Arabia Saudita apoya terroristas y extremistas takfiris (radicales sunitas, ndr), mientras aplica sobre sus opositores en el país el lenguaje de las ejecuciones y la represión", añadió.
   Riad deberá asumir las responsabilidades de las consecuencias de esta medida "irresponsable" e "incapaz", subrayó Ansari.
   La monarquía saudí pagará un "alto precio" por estas políticas, acotó amenazante. 

Por su parte, el líder del régimen iraní, Ahmad Jatami, ha declarado que la familia Al Saud, regente de Arabia Saudí, "será borrada de la historia" por aprobar la ejecución Al Nimr. Jatami no ha escatimado palabras para condenar a su ejecución. "No me cabe duda de que la sangre pura de Al Nimr mancillará el collar de la Casa de Saud, que será borrada de las páginas de la historia. Este crimen no es más que parte del patrón que sigue esta familia traicionera", ha declarado en referencia a los regentes suníes.
Hoy domingo está convocada una manifestación de protesta ante la embajada saudí de Teherán.
Un hermano del clérigo ha manifestado que a la familia le ha sorprendido hoy la noticia de su ejecución "que provocará la ira de los jóvenes chiís" y que espera que toda reacción a su muerte "sea pacífica".
Nimr Baqir al Nimra "disfrutó de alta estima en su comunidad y en la sociedad musulmana, en general, y, sin duda, habrá una reacción", añadió. "Esperamos que se produzca de forma pacífica" y pidió que no haya derramamiento de sangre.
En el Líbano, el grupo chií Hizbulá responsabilizó a EEUU por la ejecución, al ser un aliado del régimen saudí, e instó a la comunidad internacional a condenar ese “crimen odioso”.
Por su parte, el vicepresidente del Consejo Superior Chií, el jeque Abdul Amir Qabalan, calificó la acción de “grave error” y “acto peligroso”: “Es un crimen contra la Humanidad que tendrá repercusiones en los próximos días (…) un llamamiento a la escisión y a avivar la división”, subrayó.
Esas repercusiones se vivieron ya en Barein, donde la mayoría chií se lanzó a las calles y protagonizó enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
Los manifestantes enarbolaron fotografías de Al Nimr y entonaron lemas que pedían la muerte para la familia gobernante saudí Al Saud y contra la monarquía bareiní, que profesan el islam suní.
Coincidiendo con el llamamiento de su hermano a la calma, en Bahrein la policía ha disparado botes lacrimógenos contra varias decenas de personas que se manifestaban contra la ejecución del prominente clérigo chií, según un testigo.
Los manifestantes, que llevaban imágenes de Nimr Baqir al Nimra, reivindicando su figura, se enfrentaron a fuerzas de la seguridad en la ciudad chiita de Abu-Saiba, al oeste de la capital del reino, Manama.
En base a estadísticas manejadas por el periódico qatarí Gulf Times, la cifra de decesos por esa causa, tanto sauditas como extranjeros, fue la más elevada en dos décadas, pues superó con creces la del año precedente (87) sin llegar a las 192 condenas efectivas en 1995.
Las 47 personas fueron ejecutadas en varias provincias de Arabia Saudí por pertenecer a grupos terroristas y perpetrar atentados en el reino. Según el Ministerio saudí del Interior, los ajusticiados son en su mayoría de nacionalidad saudí, salvo un egipcio y un chadiano.
El clérigo ejecutado fue sentenciado a la pena capital por desobedecer a las autoridades, instigar a la violencia sectaria y ayudar a células terroristas.
Grupos islámicos extremistas comenzaron en mayo de 2003 una campaña de desestabilización del régimen saudí con varios atentados contra la colonia occidental que trabaja en el país y contra las instalaciones petroleras.
Estos atentados, en los que hubo decenas de fallecidos, fueron contestados con una lucha sin cuartel de las fuerzas saudíes, que detuvieron a numerosos supuestos terroristas.
Al Nimr fue detenido en julio de 2012 por apoyar los disturbios contra las autoridades saudíes que estallaron en febrero de 2011 en la provincia de Al Qatif, en el este del país y de mayoría chií. Su condena a muerte levantó un fuerte malestar entre la comunidad chií saudí.
Los cargos a los presos ejecutados incluyen también la adopción y promoción de la ideología 'takfiri' (extremista suní), el asesinato, el secuestro, la fabricación de explosivos y la posesión de armas, entre otros. Algunos de los ataques imputados a los condenados son los registrados contra varios complejos residenciales de Riad en 2004 y contra sedes de empresas petroleras en la provincia de Al Jabar en 2005, donde hubo varios muertos. También los atentados contra el Ministerio del Interior y las sedes de la Fuerzas de Emergencia en 2005 o el ataque contra el consulado estadounidense en Yeda ese mismo año, en el que fallecieron cuatro personas.
Grupos islámicos extremistas comenzaron en mayo de 2003 una campaña de desestabilización del régimen saudí con varios atentados contra la colonia occidental que trabaja en el país y contra las instalaciones petroleras. Estos atentados, en los que hubo decenas de fallecidos, fueron contestados con una lucha sin cuartel de las fuerzas saudíes, que detuvieron a numerosos supuestos terroristas.
Arabia Saudí aplicó la pena de muerte a más de 140 personas en 2015, el primer año de reinado de Salman bin Abdelaziz, una cifra muy superior a las 88 ejecuciones registradas en 2014.
Arabia Saudí realizó en 2015 el mayor número de ejecuciones de los últimos 20 años, según activistas defensores de los derechos humanos, coincidiendo con la toma de posesión del rey Salman a finales de enero del año pasado, tras la muerte del rey Abdulá.
Entre enero y noviembre de 2015 fueron ejecutadas al menos 151 personas en el país, frente a las 90 de todo 2014, según datos de Amnistía Internacional. La organización critica que el país utiliza la condena a muerte como instrumento político contra la minoría chií.
Arabia Saudí, que aplica una estricta interpretación de la ley islámica, es uno de los países con mayores ejecuciones del mundo, una política que defiende por lo que considera su efecto disuasorio.
Organizaciones regionales de derechos humanos reaccionaron con fuertes críticas a la masiva ejecución, usualmente por decapitación con una espada, y un activista comentó que se trata de un inquietante comienzo de 2016, luego de que en el recién finalizado 2015 el reino wahabita ejecutó a 152 personas.

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