sábado, 26 de abril de 2014

El jeque que “creó” Dubai sin petróleo ni gas


ABU-DHABI.- Edificios que se recortan en el cielo, gigantescos palacios, riqueza por doquier. Vivir en Dubai se parece mucho a ese mundo de Las mil y una noches. Si bien su creador no es Aladino sino Mohammed bin Rashid al Maktum, uno de los jeques más ricos del mundo, pareciera tener la lámpara mágica.

Mo, como le dicen en su círculo íntimo, es el vicepresidente de los Emiratos Arabes Unidos y gobernador de Dubai. Y es quien transformó Dubai de un desierto a un oasis. “El dinero es como el agua. Si la encierras, se estanca y se vuelve apestosa; pero si la dejas correr, se mantiene fresca”, dijo el jeque durante una reunión con inversionistas poco después de convertirse en gobernador de Dubai en 2006. Para entonces, el pequeño emirato ubicado en el Golfo Pérsico ya se estaba convirtiendo en la ciudad del futuro, en el más grande y lujoso centro turístico y financiero de Oriente Medio.

Es el tercero de los cuatro hijos del jeque Rashid bin Said Al Maktum. Nació el 22 de julio de 1949 y se casó dos veces, aunque tiene cuatro mujeres: en 1979, con Shayja Hind bint Maktum bin Yuma Al Maktum; y en 2004, con la princesa Haya Bint al Hussein. Mo llegó a la gobernación de Dubai en 2006 tras la muerte de su hermano mayor. Desde entonces continuó con los proyectos que su padre había iniciado bajo el lema “Si lo construyes, todos vendrán”.
Hizo el puerto marítimo Jebel Ali y el aeropuerto. Además, convirtió a Dubai en un centro financiero donde todas las grandes empresas del mundo vieron la necesidad de tener sede. El turismo fue el otro gran pilar en el que hizo foco el jeque. Por eso, realizó una fuerte inversión para construir las islas artificiales más grandes del mundo, hoteles y spas. Uno de los más emblemáticos es el rascacielos Burj al Arab, el hotel más alto y más caro del mundo, y el único con siete estrellas.
Muchos describen al jeque como un visionario. Pero gran parte de su éxito tuvo que ver con su formación. Pasó por la escuela más tradicional: Al Ahmedia. Fue allí donde se convirtió en un apasionado por la poesía árabe. Incluso, en uno de sus libros, Poems fron the Desert –Poemas desde el desierto– que cuenta con una introducción de Paulo Coelho, escribe una frase que lo explica todo: “La palabra ‘imposible’ no está en el diccionario de los líderes”.
También fue a Bell Language School y asistió a Mons Officer Cadet School en Inglaterra, donde recibió  entrenamiento militar y político y se hizo amante de los caballos y del golf. De hecho, es dueño de uno de los clubes más exclusivos de Escocia. Todo esto le sirvió para transformar Dubai tal cual lo soñó: un oasis en un desierto.
Bautizó Dubai a su yate: mide 163 metros y es el segundo más grande del mundo. Además de estar decorado con opulencia, tiene tres ascensores, un comedor principal para una decena de comensales, piscinas, jacuzzis y helipuerto. Su flota de autos de colección supera las cien unidades y en los haras que tiene en su país y en Inglaterra tiene caballos pura sangre que participan en competencias de todo el mundo. También es famoso el penthouse que en 2010 compró en Mónaco por 308 millones de dólares.
Mohamed Bennis, un funcionario de Embajada de los Emiratos Arabes Unidos, explica: “No importa el dinero que tiene el sheik. Hay muchas otras cosas más importantes para destacar de su persona; él trabaja por el bienestar de los Emiratos Arabes y es una persona muy inteligente. Hay que tener en cuenta que Dubai, donde él gobierna, no tiene ni gas ni petróleo.
Así que Mohamed transformó el desierto sin tener plata. Fue lo suficientemente astuto para crear un polo comercial y con préstamos lograr construir los grandes edificios que hay hoy en día. Además, prestó gran atención al turismo".

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