miércoles, 16 de enero de 2019

Se cumplen 40 años del derrocamiento de Mohamad Reza Pahlaví, el último Sha de Persia


MADRID.- El último Sha de Irán, Mohamad Reza Pahlaví, marchó al exilio hace 40 años acosado por las multitudinarias protestas populares que culminaron en el triunfo de la Revolución Islámica en el país, donde su figura sigue despertando controversia.

Los restos de una estatua del Sha, de la que solo quedan las botas, recibe a los visitantes en el complejo palaciego de Saadabad, en el norte de Teherán, donde paradójicamente en la actualidad el presidente de Irán se entrevista con otros mandatarios.
Saadabad y el palacio de Niavaran son el testimonio de la vida de lujo que llevó Mohamad Reza Pahlaví y su tercera esposa Farah Diba hasta su derrocamiento por la Revolución Islámica de 1979, que puso fin asimismo a 2.500 años de monarquía en Persia.
En estos complejos, con una mezcla de decoración de inspiración persa y modernidad occidental, se pueden ver los coches de Mohamad Reza, un apasionado de los vehículos de alta gama, como los Rolls Royce, o los vestidos de Farah Diba, convertida en una celebridad de la prensa rosa internacional de la época.
Una vida de ostentación, reflejada en el famoso libro del periodista polaco Ryszard Kapuscinski El Sha o la desmesura del poder (1982), que quedó truncada por la revolución liderada por el ayatolá Ruholá Jomeiní que condujo al establecimiento en Irán de un régimen teocrático, que cuenta también con muchos detractores.
Mohamad Reza accedió al trono en 1941, después de que su padre Reza Sha fue obligado a abdicar por los ocupantes británicos del país, y emprendió una serie de reformas en la denominada “Revolución blanca”. Estas medidas de modernización del país, a nivel económico y social, solo beneficiaron sin embargo a una pequeña parte de la población, a la clase ligada al poder, lo que desató el descontento.
Según apunta el historiador iraní Mozafar Shahedí, aunque tras su llegada al trono “se creó una atmósfera política y social relativamente liberal en el país, este proceso no se prolongó” y el proceso modernizador del Sha solo llegó a algunas grandes ciudades.

La ostentación y el lujo que hartaron al pueblo

Shahedí explicó este miércoles a la agencia local Fars que a partir de 1953, con el golpe de Estado orquestado por el Reino Unido y Estados Unidos contra el popular primer ministro iraní Mohamad Mosadegh, se inició “una nueva era de tiranía”.
Algunos de los actos ostentosos que protagonizó y que despertaron malestar social fue su coronación en 1967 como “Shahanshah” (emperador o rey de reyes), y la fastuosa celebración en 1971 en Persépolis de los 2.500 años del Imperio Persa, a la que acudieron mandatarios internacionales.
Todo esto dejó atrás cuando el 16 de enero de 1979 salió de Irán. En poco más de un año de exilio recorrió numerosos países, desde Marruecos a México y Estados Unidos, hasta recalar finalmente en Egipto, donde falleció de cáncer en julio de 1980 y está enterrado.
Farah Diba, quien se sigue autodenominando emperatriz, vive ahora en París y trata de mantener vivo el legado de la dinastía. Así como limpiar su imagen y allanar un eventual, y poco probable, regreso a Irán. En su página oficial, se puede leer que “en enero de 1979, en lugar de apoyar una represión militar que hubiera causado un derramamiento de sangre, Mohamad Reza Pahlaví salió de Irán hacia el exilio”.
Una versión que rebate el historiador Shahedí: “La política de represión violenta y el asesinato fue la medida más importante del Sha para frenar la revolución y evitar su caída”, aseveró.
Tanto “la emperatriz” como su hijo Reza Pahlaví, quien habría sucedido a su padre, mantienen una cierta actividad política desde el exilio y tratan de aglutinar, aunque con poco éxito por ahora, el apoyo de las capas de la sociedad iraní contrarias al sistema de la República Islámica.
Farah Diba publicó un comunicado hace un año, coincidiendo con las manifestaciones en Irán contra el sistema islámico, en el que criticó “la violencia del régimen” de los ayatolás y expresó su esperanza de ver “un Irán libre”.
En Irán, por su parte, las autoridades describen a la dinastía Pahlaví como un régimen “corrupto, opresivo, tiránico y dependiente de EEUU”, según insistió hace unos días el líder supremo, Ali Jameneí.
Parece difícil por el momento pasar página, como demuestra el revuelo causado el año pasado cuando se halló en el sur de Teherán una momia que podría pertenecer al Sha Reza Pahlaví, padre del derrocado “rey de reyes”.

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