Este viernes se ha cumplido un mes desde que mi
prometido, el célebre periodista Jamal Khashoggi, entró en el consulado
de Arabia Saudí en Estambul para no regresar nunca. Este viernes es
también el día internacional de Naciones Unidas para terminar con la
impunidad en crímenes contra periodistas. Una trágica y dolorosa
coincidencia.
Hasta hace un mes, Jamal me enviaba los
artículos que estaba escribiendo, yo los leía con interés y luego lo
telefoneaba para decirle lo que pensaba. Él escuchaba con atención y
después debatíamos. Ahora estoy escribiendo sobre él y sobre cómo me
siento una vez que se ha ido.
Me resulta verdaderamente difícil entender si ha pasado
un mes o una vida desde que perdí a Jamal. Mientras aún tenía esperanza
de que saliera del consulado, cada hora, cada día, fueron como años,
repletos de angustia. Pero por mucho que esperara, el alegre Jamal no
regresó. Lo único que volvió fue la noticia de su muerte.
Mientras escribo esto, la Fiscalía General de Estambul ha emitido un comunicado oficial: Jamal fue estrangulado y desmembrado.
Su cuerpo fue destruido. Un acto bestial, cruel y despiadado. ¿Qué
crimen cometió para que le hicieran eso? ¿Por qué razón lo asesinaron de
una forma tan atroz? Es un odio que no tiene explicación.
Me parece importante recordar a Jamal como persona. Era un hombre lleno de bondad, paciencia, generosidad, amor y compasión. Solo quería un nuevo comienzo que aliviara la nostalgia que sentía por su patria.
Un poco de felicidad en una vida solitaria. Y en ese viaje yo iba a ser
su amiga y compañera. Espero que supiera todo lo que significaba para
mí empezar una nueva vida junto a él.
El atroz
asesinato de Jamal ha sacudido al planeta. Se ha perdido una voz de
relevancia mundial que defendía la bondad y la honradez sobre todas las
cosas. Nos ayudó a entender las complejas relaciones de Oriente Medio,
poniendo siempre las vidas y los derechos de su gente por delante.
Ahora que ha muerto, los principios por los que luchó con tanta pasión
en vida han pasado a primer plano: la democracia, la libertad y los
derechos humanos. La creencia fundamental de que cada persona debe
elegir a sus jefes políticos en las urnas. A medida que crece la
indignación internacional por el asesinato, los perpetradores deben
darse cuenta de que nunca podrán borrar la visión que Jamal tenía para
su amado país. No han hecho más que estimularla.
Ahora es responsabilidad de la comunidad internacional
que los autores respondan ante la justicia. De entre todas las naciones,
Estados Unidos es la que debería liderar el esfuerzo. Fundado sobre los
valores de la libertad y la justicia para todos, la primera enmienda a
su Constitución consagra los ideales que Jamal personificaba.
Frente a la tragedia de su asesinato, los miembros de la Administración Trump han adoptado una postura sin fundamento moral.
Algunos lo ven a través del cínico prisma del interés propio, con
declaraciones que solo se entienden por la cobardía y el miedo a
perturbar los acuerdos entre países o las relaciones económicas. Otros
en Washington confían en que todo el asunto será olvidado con simples
tácticas dilatorias. Pero no vamos a cejar en la presión sobre la
Administración Trump para que ayude a hacer justicia con Jamal. No habrá
cortinas de humo.
Invito a la comunidad
internacional a que adopte medidas creíbles y concretas para que la
verdad salga a la luz y los implicados sean llevados ante un tribunal. Y
para entregar a sus seres queridos el cuerpo de Jamal, aún
desaparecido.
Sé que no es fácil y que los gobiernos
no actúan movidos por sentimientos, sino por intereses mutuos. Pero van a
tener que hacerse una pregunta fundamental. ¿Qué autoridad moral les
quedará a las democracias del mundo si no toman medidas de verdad para
llevar ante la justicia a los autores de este descarado y desalmado
acto? ¿Qué libertad y qué derechos humanos podrán seguir defendiendo si
no escuchan la indignación general que este asesinato ha provocado entre
sus ciudadanos?
Estamos pasando por un test de
humanidad, necesitamos que alguien lidere y los jefes de Gobierno tienen
la mayor responsabilidad. Mi presidente, Recep Tayyip Erdoğan, y todo
el sistema político, legal y judicial de Turquía están gestionando el
asunto de la mejor manera posible.
Por eso invito a
los líderes de los países europeos y de los Estados Unidos a pasar este
test. Tiene que hacerse justicia. Exijo que los que cometieron este
asesinato premeditado y salvaje sean llevados ante los tribunales. Los
que lo ordenaron, aunque ocupen el más alto nivel político, también
deben ser procesados. Exijo justicia para mi amado Jamal. El mensaje que
enviemos tiene que ser claro: los regímenes autoritarios no pueden
volver a matar periodistas.
Jamal acababa de comprar
una casa y tenía el sueño de formar una familia. Estaba eligiendo lleno
de entusiasmo los artículos para el hogar. Acababa de dejar las camisas
en la tintorería al volver de Londres.
Ahora me he
quedado sola en la puerta. La historia de nuestra vida en común ha sido
la única que Jamal no ha podido terminar. Todos juntos debemos ayudar a
completar su historia. Llevemos la antorcha del alma de Jamal hasta que
su sueño se haga realidad.
(*) Prometida del periodista saudí Jamal Khashoggi.
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