TEHERÁN.- "Las discusiones sobre
las sanciones se reanudaron y mis medicamentos más necesarios no se
encuentran", lamenta Masud Mir, quien sufre talasemia, una enfermedad
genética muy común en Irán.
Además de tener que convivir con sus
enfermedades, muchos iraníes sufren las consecuencias del regreso desde
agosto de las sanciones estadounidenses, las dificultades generales de
la economía y la espectacular devaluación del rial, la moneda nacional.
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) se pronunció este
miércoles respecto a estas sanciones unilaterales, vinculadas con la
cuestión nuclear iraní, y ordenó a Estado Unidos "suprimir cualquier
obstáculo [...] a la libre exportación hacia Irán de medicinas, material
médico, productos alimentarios y productos agrícolas".
La
petición de la CIJ, no obstante, tiene pocas posibilidades de ser
escuchada, ya que Estados Unidos no reconoce la autoridad de este
tribunal en la materia.
Con las sanciones estadounidenses, se ha
vuelto más difícil encontrar en Teherán algunos medicamentos para tratar
enfermedades como la esclerosis múltiple o la diabetes.
El medicamento que Mir
necesita para regular el exceso de hierro en su organismo se fabrica en
Suiza. Ahora el gobierno iraní lo raciona y en el mercado negro está a
un precio desorbitado.
Las autoridades iraníes reconocieron
oficialmente la escasez y pusieron fin a las subvenciones para ciertos
productos importados.
"Tenemos déficit de 80 productos farmacéuticos", indicó
Mohamad Naim Aminifard, miembro de la comisión parlamentaria de Salud,
citado por la agencia Isna.
El 96% de los medicamentos consumidos
en Irán se producen a nivel local, según el Sindicato de Industrias
Farmacéuticas Iraníes. Pero el país importa más de la mitad de los
componentes necesarios para su fabricación.
Las sanciones
bancarias y el hundimiento del rial iraní frente al dólar hacen difícil,
incluso imposible, pensar en una autosuficiencia.
A
Ali, un electricista treintañero, lo despidieron de su empresa por
haberse ausentado demasiado para visitar a su hijo, hospitalizado con
cáncer. Su siguiente empleador quebró y el actual, una firma
irano-holandesa, ya no puede importar equipamiento y dejó de pagar a sus
trabajadores.
Ali fue a una farmacia
del centro de Teherán en busca de un fungicida para los efectos
secundarios del tratamiento contra el cáncer de su hijo, pero se fue con
las manos vacías.
"Me dijeron que, aunque pudieran, no me lo darían debido a los racionamientos", explica.
Los responsables de esta farmacia estatal, especializada en enfermedades raras, no quisieron declarar.
Otras
farmacias de la capital dijeron que hay una "escasez sensible" en
algunos anticoagulantes, betabloqueantes y tratamientos para la tensión
arterial.
"Si se mantienen las sanciones, la situación empeorará", dice uno de los farmacéuticos.
Estados
Unidos se retiró en mayo del acuerdo nuclear alcanzado en 2015 entre
Irán y las grandes potencias mundiales (Estados Unidos, Reino Unido,
China, Rusia, Francia y Alemania) y reimpuso sanciones a las
transacciones financieras y las importaciones de materias primas, entre
otros sectores.
"Por lo que yo sé, no existe ninguna declaración
oficial que condene el comercio de medicamentos con Irán", indicó el cirujano Hamidreza Vafayi, quien considera que el principal
desafío es el rechazo de los bancos a trabajar con Irán.
El grupo
farmacéutico danés Novo Nordisk anuló recientemente la construcción de
una fábrica de producción de insulina de 70 millones de euros que había
anunciado en 2016, con la vista puesta en los numerosos enfermos de
diabetes en Irán.
Masud
Mir recuerda con indignación cómo las empresas farmacéuticas explotaron
la situación almacenando productos y manipulando los precios mientras
se impusieron las sanciones internacionales, entre 2010 y 2016.
"En
2011 no dejaban de decir que no había medicamentos en el mercado debido
a las sanciones. Sin embargo, yo podía conseguirlas gracias a alguien
que las revendía en la calle a precios desorbitados", recuerda. "A
quienes no pueden pagar solo les queda morir lentamente".
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