FERROL.- Los pasos dados hacia delante han sido varios en los últimos
quince meses, pero con ninguno se ha conseguido la rúbrica definitiva
del acuerdo. El nuevo presidente de Navantia, el mugardés Esteban García
Vilasánchez, se desplazó ayer hasta Arabia Saudí, donde permanecerá
también a lo largo del día de hoy martes. El objetivo: cerrar el contrato para
la construcción y mantenimiento de cinco corbetas para el país, un
pedido valorado en 2.000 millones de euros, según revela La Voz de Galicia.
Apenas un mes después de su nombramiento, Vilasánchez se
enfrenta a la tarea de desbloquear una de las operaciones que más le
está costando rubricar a la firma naval. Pero, esta vez, el avance es
firme, habida cuenta del mensaje que ayer trasladaban desde la compañía,
donde hacían hincapié en que se iban a mantener «varios encuentros» con
altos representantes de la Marina y el Ministerio de Defensa saudíes,
quienes «han confirmado el máximo interés» por cerrar el acuerdo. El
presidente viajó acompañado por el director comercial de Navantia,
Gonzalo Mateo-Guerrero.
Este anuncio es el segundo relacionado con las corbetas -dos
de las cuales se construirían en Ferrol- en los últimas dos semanas. El
pasado 27 de abril, la máxima responsable de la SEPI, Pilar Platero,
dijo no tener dudas de que el contrato, aunque está siendo «complicado»,
se firmará «dentro de semanas o meses». Además, explicó que las
cuestiones técnicas del pedido estaban solventadas y que la
financiación, ya aclarada, fue la que ocupó los últimos meses. Aunque al
principio iba a ser externa, finalmente llegará directamente de Arabia
Saudí.
El proceso comenzó en enero del 2015, cuando la empresa
pública española cerró el acuerdo, que únicamente quedaba pendiente de
la firma. Después de un año de espera y dos cancelaciones, por diversos
motivos, el rey Felipe VI se desplazó al país árabe para tratar de
apurar los plazos de las corbetas, aprovechando un viaje que tenía el
AVE a La Meca como protagonista.
En ese desplazamiento, que duró tres
jornadas a mediados de enero, también estuvo presente el último
dirigente de Navantia, José Manuel Revuelta. No obstante, y a pesar de
que seguramente lo hubo, la compañía no oficializó ningún avance al
respecto ni al regresar ni en las semanas posteriores. Por ello, ahora
con el «máximo interés» en boca de las autoridades saudíes, todo apunta a
que la visita de Vilasánchez podría convertirse, esta vez sí, en la
definitiva.
Navantia subraya que el contrato resulta «estratégico» por
las excelentes oportunidades que brinda, por el buen posicionamiento que
proporciona en toda la zona de Oriente Medio, con potenciales clientes
interesados, y, sobre todo, por la carga de trabajo que representa para
sus astilleros y la industria auxiliar. Todo ello, concluía la compañía,
supondría un «gran impulso» económico en las zonas de influencia de
Navantia y en la industria de defensa española.
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