PARÍS.- El hambre se usa más que nunca
como arma de guerra en países como Siria, Nigeria y Yemen, en donde la
violencia ha diezmado la agricultura.
Más de 50 millones de
personas que viven en 17 países en situación de conflicto prolongado
sufren una "grave inseguridad alimentaria", alertaron dos agencias de la
ONU.
Yemen y Siria figuran en esta lista de países publicada a
finales de julio por la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos
(PMA).
Respectivamente, 14 y 8,7 millones de personas -lo que
equivale a más de la mitad de la población en Yemen y el 37% en Siria-
"necesitan de forma urgente alimentos y reforzar sus medios de
existencia", principalmente a través de la agricultura, según estas
agencias.
La situación es similar en el noreste de Nigeria, sobre
todo en los enclaves afectados desde 2009 por la violencia del grupo
islamista Boko Haram, en donde Médicos Sin Fronteras estima que más de
500.000 personas se encuentran en una "situación sanitaria
catastrófica".
Fue necesario esperar hasta finales de julio para
que miles de desplazados recibieran una primera ayuda alimentaria en
esta región.
Paralelamente, se prevén cosechas de trigo excepcionales en 2016 en varios países productores.
Esto
ha provocado una caída de los precios de las materias primas agrícolas
en los mercados mundiales y ha permitido que países como Egipto, primer
importador mundial de trigo, llene sus almacenes aprovechando los
precios bajos.
Pero, en los países en guerra, la importación de trigo es un lujo fuera del alcance.
Conservar
la agricultura, ya sea la más tradicional, es por lo tanto decisivo,
aunque sea para mantener a la población en los campos y evitar que se
sumen a las filas de migrantes, y luego de refugiados, subraya Dominique
Burgeon, director de Urgencias de la FAO en Roma.
"Está claro que la agricultura desempeña un
papel importante en la resistencia de las poblaciones al impacto de la
guerra", dijo.
Este verano, en algunas regiones de Siria, parte de
las labores agrícolas y de las cosechas están en manos de desplazados,
expulsados de otras regiones por la violencia.
Pero esta
resistencia no ha impedido el colapso del sector agrícola de este país,
otrora el granero de trigo de Oriente Medio y en donde el 80% de la
población rural depende de la agricultura.
"Todos los criaderos
industriales de aves de corral han sido destruidos en Siria, lo que
afecta a los más pobres porque el pollo es la fuente de proteína más
accesible", explicó Burgeon.
El pronóstico de la FAO relativo a la
cosecha de trigo en Siria este año se cifra en 1,9 millones de
toneladas. Antes de la guerra, Siria producía más de 4 millones de
toneladas.
Pese a esto, la organización internacional no logra
convencer a los países donantes de la ONU para financiar la compra de
semillas, fertilizantes y herramientas para los agricultores sirios.
"Queremos
mostrar el impacto de la seguridad alimentaria en la estabilización de
la población", destacó Burgeon, quien dijo "lamentar" que el
"llamamiento a recolectar fondos para obtener 86 millones de dólares"
haya recibido hasta ahora solo el 10% de la suma necesaria.
A
finales de junio, el papa Francisco se dijo indignado de que el hambre
sea utilizada como "arma de guerra" y lamentó que las armas circulen con
más facilidad que los alimentos en una visita a la sede del PMA en
Roma.
Pero la ayuda alimentaria y agrícola se debe llevar a cabo
correctamente durante y después de una catástrofe. En caso contrario,
puede causar más problemas.
Burgeon lanza una advertencia a algunas ONG que distribuyen semillas en Siria.
"No
sirve de nada distribuir semillas que no corresponden con las
características [clima, sol, agua...] del país. Esto puede afectar la
investigación agronómica y hacer retroceder al país varios años", dijo.
En
Siria, los agricultores no tenían acceso a ninguna de las semillas
desarrolladas por los agrónomos locales, a causa de la guerra.
Por
ello, el conservatorio mundial de Noruega, una especie de Arca de Noé
vegetal, tuvo que retomar el material genético sirio que almacenaba para
poder reproducir las plantas en los países vecinos de Siria.
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