BARCELONA.- Arabia Saudí, el reino del desierto, ocupa un lugar único en el mundo
musulmán. Acoge en su territorio a las ciudades santas del islam: La
Meca y Medina. Y la casa de Saud, la dinastía gobernante, tiene en el
islam el pilar de su legitimidad. El reino moderno, fundado en 1932
mediante una alianza entre Ibn Saud, el primer monarca de la casa, y los
ulemas wahabíes, que creen y practican el islam en su forma original y
consideran las prácticas sufíes y chiíes como graves delitos, cuando no
infieles (Commins), se enfrenta a enormes desafíos, que VANGUARDIA
DOSSIER analiza en esta monografía.
Arabia Saudí, rica y productora de petróleo, comparte muchos
problemas con Egipto, Túnez o Siria. Entre ellos, una población
extremadamente joven, una elevada tasa de desempleo, la represión y la
corrupción (Aarts). Problemas que se agudizan con la prolongada
disminución de los ingresos procedentes del petróleo, que está obligando
a adoptar una serie de reformas a un Estado que cobra pocos impuestos y
subsidia a sus súbditos. Para este año, por ejemplo, se han reducido
las subvenciones al agua, la electricidad y la gasolina y anunciado el
recorte de puestos de trabajo en empresas como la Saudi Binladin Group,
la mayor constructora del país. La desaparición de 50.000 de sus 200.000
empleos ha desencadenado violentas protestas de sus trabajadores en La
Meca, la ciudad santa.
Ya nada será igual en el reino del desierto. El príncipe Mohamed bin
Salman, de 30 años de edad y considerado como el poder detrás del trono
de su padre, ha anunciado el mayor y más ambicioso plan de reformas en
la historia de Arabia Saudí para neutralizar su adicción al petróleo y
diversificar su tejido productivo. El régimen sacará a bolsa un
porcentaje de la petrolera estatal Saudi Aramco y creará el mayor fondo
soberano de inversión del mundo (Seznec). Las reformas afectarán al
sistema educativo y conllevarán también una relajación de las
restricciones y prohibiciones que padecen las mujeres (Hammond y
Montagu), lo que sin duda desagradará a los clérigos y al sentir wahabí
sobre el orden moral. El fundamentalismo y el terrorismo del Estado
Islámico, enemigo también del régimen iraní y de los chiíes (Al Rashid y
Matthiesen), y la reclamación de mayores libertades e igualdad de
género son dos de los retos contradictorios a los que se enfrenta la
casa de Saud (Moaddel), que sobrevivirá si la familia gobernante se
mantiene unida (Lippman).
Todo ello ocurre en un momento en que Arabia Saudí mantiene una tibia
relación con Estados Unidos (Weisbrode), agudizada por el acercamiento
entre Washington y Teherán y el acuerdo nuclear alcanzado en 2015, en
que tiene divergencias con algunos de sus socios del Consejo de
Cooperación del Golfo (Coates) y en que dirime su rivalidad con Irán en
una sangrienta guerra por poderes en Siria y Yemen (Shanahan). Arabia
Saudí se enfrenta a una serie de desafíos internos y externos como nunca
antes lo había hecho en su historia como Estado moderno (Khouri). Nada
será igual.
SUMARIO
· Tiempo de cambios en Arabia Saudí por Paul Aarts
La ‘primavera árabe’ no ha tenido en Arabia Saudí los efectos que en
otros países y es impensable, de momento, el fin de la monarquía. Sin
embargo, los inciertos vaivenes en la industria del petróleo y su
desorbitado consumo interno, la fuerza de las redes sociales, las
reivindicaciones de la mujer y de los chiíes, entre otras cosas,
proporcionan los ingredientes para una futura gran agitación social.
· LA ARABIA DE LOS SAUD (infografía)
· La casa de los Saud: complejidad y secretismo por Thomas W. Lippman
Los miembros de la casa real saudí son ampliamente aceptados como
legítimos gobernantes por la mayoría de los ciudadanos, líderes
religiosos, patriarcas tribales y élites empresariales. Sin embargo, los
cambios en la actual línea sucesoria podrían abrigar un potencial de
fragmentación susceptible de amenazar todo el sistema.
· LA CÚPULA DEL PODER / LA DINASTÍA SAUD (infografía)
· El peso y la influencia de los fundamentalistas por Andrew Hammond
Los poderes políticos y religiosos del régimen saudí se alimentan
entre sí. El atávico pacto de Estado de los Saud con el wahabismo se
mantiene firme mientras que una parte importante de la población
evoluciona en una dirección diferente. El actual rey Salman no parece
demasiado dispuesto a recortar el poder de los ulemas.
· LAS ESTRUCTURAS DEL ESTADO (infografía)
· Complejidad más allá del wahabismo por David Commins
Los chiíes conviven problemáticamente en una Arabia Saudí con el
wahabismo como religión de Estado. La discriminación afecta en especial a
la minoría chií de duodecimanos, ismailíes y sufíes, que el discurso
oficial considera idólatras. Más allá del wahabismo están también los
musulmanes liberales, que ofrecen una amplia agenda.
· LAS VERSIONES DE LA RELIGIÓN (infografía)
· Los chiíes saudíes por Toby Matthiesen
Los chiíes saudíes se enfrentan al estamento religioso wahabí, que
entre otras prerrogativas dispone de policía propia, y al aparato
estatal que lo ampara. La estigmatización de los chiíes como ‘los otros’
cumple una importante función en el nacionalismo religioso. Asesores
gubernamentales calcularon en 1,5 millones el número de chiíes mientras
que otras fuentes afirman que son entre dos y tres millones.
· El dilema sociorreligioso por Mansoor Moaddel
El auge del fundamentalismo islámico, resultado de la persistencia de
una espiritualidad monolítica del Estado, representa una ano-malía.
Pero dos encuestas revelan cambios sustanciales en la ciudadanía sobre
las libertades, la religión y la igualdad de género.
· SAUDÍES Y NO SAUDÍES (infografía)
· Arabia Saudí y terrorismo: enemigos renuentes por Madawi al Rasheed
El discurso wahabí rechaza el uso de las armas contra gobernantes
saudíes, pero lo justifica fuera del país. De ahí la implicación en
Siria, Iraq y Yemen y la participación de 2.500 yihadistas en la guerra
siria. El alineamiento contra el EI también presenta signos ambiguos.
· La necesidad de modernizar y diversificar una economía dependiente del petróleo por Jean-François Seznec
Paradójicamente, la abrupta caída de los precios del petróleo está
impulsando poderosos cambios en la economía saudí, tradicionalmente
vinculada a los hidrocarburos. Uno de ellos es la creación de una
sociedad de inversión con el 5 por ciento del capital de Aramco.
· EL REINO DEL PETRÓLEO (infografía)
· Las mujeres progresan con decisión por Caroline Montagu
En Arabia Saudí las mujeres dependen del hombre para registrar
nacimientos, pasaportes, cuentas bancarias, poder viajar, etcétera. La
discriminación es dura, pero se avanza lentamente con decisión para
superar prejuicios basados en una estricta lectura religiosa.
· Arabia saudí y el Consejo de Cooperación del Golfo por Kristian Coates Ulrichsen
Las relaciones de Arabia Saudí con sus socios del CCG son dispares y
cambiantes. Mantiene estrechos vínculos con Bahréin, hay coincidencias
con los EAU, con Qatar han pasado de la hostilidad al acercamiento, con
Kuwait los lazos son pragmáticos y con Omán, distantes.
· La lucha con Irán por el liderazgo regional: Siria y la guerra en Yemen como escenarios por Rodger Shanahan
La rivalidad entre Arabia Saudí e Irán se manifiesta especialmente en
los escenarios de Siria y Yemen. En ambas guerras se evidencian
situaciones contradictorias, estrañas e inusuales e implican compromisos
militares y logísticos, además de económicos. Ambas potencias pugnan
por mantener sus esferas regionales de influencia.
· EL REINO DEL DESIERTO (1902-2016) (fotocronología)
· La relación con Estados Unidos por Kenneth Weisbrode
Los lazos entre Estados Unidos y Arabia Saudí destacan por dos
importantes aspectos casi exclusivos: el petróleo y los compromisos
militares. Como quiera que una ruptura entre los dos países sería
costosa para ambos, las relaciones se mantendrán con la misma tibieza
que ha caracterizado en los últimos años.
· Riad en busca de auténticos aliados además de políticas sensatas por Rami G. Khouri
El Estado saudí hace frente hoy a importantes retos internos
(terrorismo, recortes sociales, presión ciudadana...) y externos (guerra
en Yemen, confrontación con Irán...) que están empujando al país a unos
cambios radicales que muchos analistas, en la región y en el mundo,
consideran erráticos y, en algunos casos, imprudentes.
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