LONDRES.- La sorprendente salida del jefe
de exploración de BP ha puesto el foco de atención en una estrategia de
búsqueda de petróleo que, después de años de recortes de presupuestos,
se centra principalmente en la ampliación de los campos existentes en
lugar de aventurarse hacia lo desconocido sin reparar en gastos.
Esa prudencia es reflejo de una empresa castigada por
el coste de 55.000 millones de dólares del derrame en el golfo de México
en 2010, y la necesidad de exprimir cada gota de un presupuesto de
exploración drásticamente recortado en un entorno de precios del
petróleo bajos.
"La exploración no tiene que parecerse necesariamente a
(el presentador de documentales) David Attenborough al pie de una nueva
frontera", dijo una fuente de BP.
Aunque las reservas totales y yacimientos de BP que se
pondrán en marcha en los próximos cuatro años muestran un aspecto
saludable en comparación con otras grandes petroleras, su cartera a
largo plazo es la más reducida de sus rivales y el punto de equilibrio
en costes es el más alto, en opinión de algunos analistas, entre ellos
Macquarie.
Varias fuentes de BP dijeron que el consejero delegado
Bob Dudley y su equipo estaban trabajando duro en una nueva estrategia a
largo plazo, con los inversores a la espera de una actualización sobre
los planes del grupo a partir de 2020 este año o a principios del que
viene. Es probable que el plan contenga una de las frases favoritas de
Dudley: "Lo grande no es necesariamente hermoso".
Después de que las desinversiones que tuvo que hacer
por el desastre del Golfo de México redujesen el tamaño de la compañía
en un tercio, BP concentra ahora sus operaciones en cinco regiones:
Angola, Azerbayán, Egipto, el Golfo de México y el mar del Norte.
Fue en Angola, Egipto y el mar del Norte, regiones que
ya eran clave para BP, donde Richard Herbert cosechó sus mayores éxitos
durante sus dos años al frente del negocio de exploración.
BP dijo que su marcha tuvo que ver con la decisión de
la compañía de poner la exploración y el desarrollo de yacimientos bajo
un equipo de "upstream" liderado desde el pasado febrero por Bernard
Looney.
Pero Herbert, que trabajó con Dudley en Rusia en la
década de 2000, también ha visto como su presupuesto anual menguaba
desde 3.500 millones de dólares en 2013 a 1.000 millones este año,
cantidad que no basta ni para perforar una docena de complejos pozos de
aguas profundas y mucho menos para adentrarse en una nueva frontera de
exploración que podría conllevar grandes ganancias pero también un
elevado riesgo de regresar con las manos vacías.
Royal Dutch/Shell enterró 7.000 millones de dólares en
un proyecto de exploración en Alaska que abandonó el año pasado, algo
que BP no puede permitirse.
Aunque los recursos existentes de BP no son pequeños
comparados con los de sus rivales, analistas dicen que la falta de una
cartera de largo plazo es motivo de preocupación.
El ratio reservas respecto a la producción de BP, o
número de años en que las reservas pueden sostener la producción actual,
es el tercero más alto entre las grandes petroleras, excluyendo a la
rusa Rosneft, en la que BP tiene una participación cercana al 20 por
ciento.
Para 2020, el lanzamiento de proyectos como el del
delta del Nilo occidental o el campo Clair Ridge en el mar del Norte
habrán añadido 800.000 barriles diarios de equivalente de petróleo a su
capacidad de producción de petróleo y gas, dijo Dudley a Reuters el año
pasado.
A corto plazo, parece lo bastante cómodo como para
compensar la decreciente producción de los yacimientos maduros,
manteniendo o incrementando el nivel de producción actual cercano a los 2
millones de barriles diarios.
Pero otro indicador, la ratio de reposición de reservas
(descubrimientos nuevos probados pero no explotados en relación con la
producción anual) no pinta un panorama tan prometedor.
Esta cayó el año pasado al 61 por ciento, la más baja
en muchos años y frente al 129 por ciento de 2013, lo que refleja no
sólo el fracaso para desbloquear nuevos depósitos, problema común de
todas las multinacionales, sino también la reticencia a comprometer
inversiones mientras los precios del petróleo siguen languideciendo un
60 por debajo de los niveles de mediados de 2014.
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