Todo una rótula arabo-musulmana, un puente de rango y ambición
emparentadas a lo quefueron las del Canal de Suez, con trazado de unos
40 kilómetros sobre el Mar Rojo, es el contenido de un acuerdo entre el
presidente egipcio Abdelfata al Sisi y el rey Salman de Arabia. Un
añadido enlace entre África y Asia cuyo uso central no será solamente el
transporte de mercancías entre el Índico y el Mediterráneo, sino el
trasiego de fieles musulmanes desde el África Islámica a la Meca que
guarda el Reino de Arabia.
En diferente rango de consideraciones, la
enorme aportación financiera del Estado saudí tendrá en lo formal el
acuerdo de reintegración a la soberanía de Ryad de la titularidad de los
islotes de Tirán y Sanafir, testigos de la conducción mosaica del
pueblo de Israel a través del Mar Rojo, en su huída de Egipto.
La retrocesión de los islotes – de tamaño parejo a los “perejiles”
situados en el Estrecho de Gibraltar -, en las liturgias políticas de la
reciprocidad, ha significado tanto como un ostensible disgusto popular,
al menos en El Cairo, al situarse la expresión de la protesta en la
famosa Plaza Tahir: escenario de las manifestaciones que fermentaron y
condujeron a la caída del régimen militar del general Mubarak, anterior a
este del Mariscal Abdelfata al Asisi.
Tampoco ha trascendido a los sentimientos de los manifestantes de
ahora la consideración tanto del engrase saudí de 1.500 millones de
euros en inversiones y ayudas directas para la perniquebrada economía
egipcia por causa de la espantada del turismo europeo y norteamericano
por causa de la explosión yihadista en Oriente Próximo, como el
significado escalar del presupuesto de 3.000 millones de euros que –
según estimaciones fiables – supondrá la ejecución de la muy colosal
obra del puente sobre el Mar Rojo.
Obviamente, la realización de tan faraónico proyecto conforma una
perspectiva del mayor interés para el sector español de la ingeniería.
Algo que por los rangos de potencial económico del Reino de Arabia
Saudí, a despecho del actual ciclo bajista del precio del petróleo (que
repercute en proyectos como el del AVE a la Meca), y por nuestra
excelente relación con Egipto y con Arabia, auguraría sobre el papel una
excelente oportunidad para nuestras empresas de ingeniería.
(*) Periodista español
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